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Mercados criminales: cárceles y redes transnacionales.

Tania Molina Rojas redaccion@larepublica.net | Jueves 11 julio, 2024


TM


Tania Molina

Consultora

Criminología e Investigadora Criminal

Todos los días los noticieros reportan homicidios dolosos y crímenes, casi como en una competencia y al mejor estilo teletón: ¡pidendo pizarra! ¿Cuántos van?, dice la gente en las sodas, en las conversaciones durante el almuerzo; repasando estadísticas. Porque, es mucho pedir un análisis profundo sobre el crimen organizado que finalmente es la caja de resonancia, sin embargo, son una estructura desconocida.

Operan en toda Latinoamérica, con varios elementos comunes, entre los que destacan desafortunadamente, malos diagnósticos y discursos. Porque no han entendido que se trata de una emergencia de criminalidad diferente o por complicidad de los gobiernos de turno.

Se trata de crimen organizado transnacional con comportamientos que no veíamos antes, donde pequeñas pandillas que estaban recluidas en el sistema penitenciario cambiaron su vocación y avanzaron hacia otros lugares, saltándose esa incubadora que implica la cárcel. Es por supuesto, un proceso de gestación de bastantes años, además agudizado durante la pandemia, gracias a la retracción de los Estados, que permitió “espacios vacíos”, y ciertas gobernanzas paralelas que vieron la posibilidad en los mercados criminales y se expandieron. Ejemplo de eso: el Tren de Aragua, que inicialmente fue una pandilla carcelaria de la región de Aragua y se convirtió en una amenaza de naturaleza transnacional.

Tienen gran capacidad de reproducirse y resistir, además los recursos económicos disponibles para corromper estructuras estatales, que van desde policías, personal penitenciario, operadores en puertos, aduanas, justicia, entre otros. Y de esa forma condicionan los mecanismos que les permiten avanzar, para lograr sus objetivos, que son en primer lugar económicos, la violencia no es su prioridad, es un medio. Necesitan obtener el máximo de ganancias ilícitas y en procesos posteriores inyectar esos capitales en mercados lícitos. Entonces las organizaciones criminales, tienen ahora mucha más vocación transnacional y de rápido avance, puesto que el mercado es multimillonario. Actúan rápidamente, permeando las condiciones que los estados democráticos tienen, para servirse del mismo Estado, a través de la corrupción, van al mismo tiempo controlando territorios y penetrando el tejido social.

Es un modelo económico que opera en etapas, no necesariamente secuenciales. Hay una primera etapa donde necesariamente operativizan luchas sangrientas, muy violentas donde las organizaciones criminales deben superponerse contra otras estructuras e imponer su “marca” desde un enfoque económico y de control territorial. Ahí es donde ingresan y golpean en territorios donde no estábamos acostumbrados a la delincuencia organizada. Esta etapa es violenta, radical e incluso desafía a los Estados. Luego, viene la segunda etapa, cuando las organizaciones criminales vencen, ya no es necesario ejecutar tanta violencia tan constante y pasa a ser esporádica, más simbólica con mensajes con lógicas de control territorial; y en una tercera etapa , mucho más avanzada, que existe por ejemplo en países fuera del continente americano , donde hay una penetración del tejido social que logra disipar la violencia y fortalecerse en las economías ilícitas .

Cambió también la lógica carcelaria en Latinoamérica, con grandes organizaciones criminales que han demostrado “de nuevo” esta vocación transnacional muy violenta como por ejemplo: el Primer Comando Capital (PCC) y el Comando Vermelho de Brasil, El Tren de Aragua, en Venezuela, o los Choneros en Ecuador, que se han potenciado desde las cárceles y han crecido desde ahí. Por eso la gobernanza criminal al interior de las cárceles para ellos es un objetivo, es necesario tener sistemas laxos en el régimen penitenciario. Incluso las grandes crisis carcelarias de algunos países como el caso de Venezuela tienen consecuencias en toda Latinoamérica, empezó en 2004 y se mantiene hasta el día de hoy, y ha significado una gobernanza paralela, con conocimiento de las autoridades y participación de las autoridades. Se han potenciado los liderazgos criminales y la comunicación e instrucciones con el medio externo para cometer crímenes.

Pablo Zeballos, investigador sobre Crimen Organizado de Chile, anota en su más reciente obra literaria: Un virus entre sombras, que las cárceles tienen un resignificado distinto, y que Chile, al igual que Costa Rica, no tiene experiencia de conocer estas lógicas, porque eran consideradas por los criminales como una especie de “accidente del trabajo” donde, iban a romperse sus estructuras, no iban a generar dinero. Sin embargo, hoy día , las cárceles son verdaderos mercados ilícitos muy atractivos, al interior de una cárcel , la droga tiene un mercado cautivo, controlado igualmente por pandillas, donde una droga ilícita llega a costar 10 veces más, lo mismo sucede con la extorsión dentro del sistema, donde les cobran a los privados de libertad que no están asociados a estructuras criminales , si sus familias les llevan encomiendas, por tener acceso a una colchoneta, por protección, hasta por dejarlos usar sus propios zapatos.

De ahí la resignificación que tienen las cárceles para los criminales, es el más grande desafío que tiene el Estado, porque no se trata solo de endurecer penas, encarcelar, se trata de toda una economía criminal que subsiste y se fortalece. Hemos visto los casos en Ecuador, Brasil, Venezuela, y Costa Rica no puede sentirse ajeno a esta realidad, siempre se ha pensado que los fenómenos criminales estaban en el patio, en la región y que no llegarían. Sin embargo, las organizaciones criminales son las que más provecho sacan de la globalización, ellos no están sujetos a trabas y burocracia.

Y el gran problema, es cuando se politiza la lucha contra el crimen organizado, presentando soluciones que aparentemente son efectivas, fáciles, pero que no sirven en la práctica. Son muchos los expertos dedicados al análisis del fenómeno criminal en Latinoamérica que coinciden en cuanto a que el fenómeno de politización, también tiene un origen en la forma de definir el crimen desde su génesis, es poco probable tener éxito si no sabemos bien a que nos enfrentamos , porque se pueden aplicar las mismas medidas de siempre , sin entender que vivimos una emergencia criminal distinta y eso genera que muchos ofrezcan quizá con buenas “intenciones”, soluciones mágicas, pupulistas, punitivas , sin generar soluciones estructurales.

Básicamente lo que la gente quiere escuchar para ganar un proceso electoral y para sostener popularidad, pero la gente debe entender, ¿qué es lo que está en juego realmente? ¿La “mano dura” es la solución? O nos ha demostrado en la vecindad que no baja la tasa de criminalidad y violencia. Sin embargo, el exceso de garantismo y laxitud tampoco es la solución. El problema debe ser enfrentado con visión de Estado, no electoral, partidista , ideológica, y el estado debe comprometerse con la definición del fenómeno criminal organizado , para abordarlo de forma efectiva. Sin el discurso permanente de que somos solo zona de tránsito de las drogas, abandonando con ese discurso la problemática de consumo interno y del sistema penitenciario nacional.










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