Mi última columna
Arturo Jofré arturojofre@gmail.com | Viernes 22 abril, 2016
Confieso que, como muchos, sentí que los mismos temas cruciales del país se amasan por décadas. Esos mismos temas volverán a reinar una y otra vez
Mi última columna
Cuando hace aproximadamente nueve años Fred Blaser, Copresidente del Grupo La República, me invitó a escribir la columna semanal en el periódico, me dijo algo que me ha quedado sonando por años: usted es libre de escribir sobre el tema que le parezca y con plena libertad. Y así ocurrió. Es una frase bella que encierra la fuerza de la libertad de expresión, una de las columnas fundamentales de la democracia.
Escribí en un período en que Costa Rica se mecía en un mar de contradicciones. Un país que sigue teniendo un lugar privilegiado y diferenciado en América Latina y en buena parte del mundo. Un país poderoso, producto de una mezcla de esfuerzo humano y de bendiciones de la naturaleza. En efecto, ha habido estadistas de alto nivel cuya luz todavía se proyecta y la naturaleza ha sido pródiga para hacer de este territorio un verdadero paraíso.
De pronto le damos ejemplos al mundo sobre cómo se puede construir la paz de verdad, o cómo conseguir un promedio de vida de su población que se equipara a la de países más desarrollados, o cómo lograr una tasa de muerte infantil envidiable, en fin. Paralelo a eso, vemos una Caja de Seguro Social que se va deshumanizando como en un tobogán, o que el crecimiento de la pobreza en términos absolutos nos amenaza en todos los espacios de la vida nacional… La lista continúa, pero lo más grave es que nosotros mismos hemos ido construyendo una cantidad de nudos gordianos que muchas veces nos inmovilizan.
A veces, cuando queremos enfrentar un problema nacional de alto calibre, es casi un hecho que terminamos bailando en torno al fuego. Es difícil que intentemos apagarlo, a veces por temor a las decisiones, a veces por egoísmo político, lo cierto es que algo nos atrae a participar en ese baile inútil.
Me correspondió escribir desde esas dos perspectivas por años. Confieso que, como muchos, sentí que los mismos temas cruciales del país se amasan por décadas. Esos mismos temas volverán a reinar una y otra vez.
Costa Rica podría ser el primer país desarrollado de América Latina… si lo quisiera, porque a pesar de nuestros frenos, en muchos indicadores estamos en la cumbre. Y que sea Costa Rica quien logre dar ese gran paso no es internacionalmente algo banal. No, si Costa Rica logra llegar a esa cumbre, no solo irradiaría una situación económica mejor, sino que sería un ejemplo de cómo un país emergente puede alcanzar grandes logros sociales. Dios nos ilumine para que así sea.
Mi agradecimiento afectuoso a Fred, a don Luis Fernando Cascante, a Carmen Juncos y a Flor Campos. A mis lectores, gracias por acompañarme, lo que quería decir… ya lo dije.
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