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Necesitamos más cooperativas

Ennio Rodríguez ennio.rodriguez@gmail.com | Martes 19 junio, 2018


Necesitamos más cooperativas

En su reciente visita a Costa Rica, el Dr. Stiglitz mencionó que durante la Gran Recesión de 2008-9, las cooperativas en Estados Unidos habían despedido menos personas que sus contrapartes del sector privado tradicional en los mismos sectores de actividad económica. En Costa Rica, una cooperativa autogestionaria ha logrado sobrevivir con éxito en un sector en el cual, a nivel mundial, en los últimos 25 años, la mitad de las empresas ha cerrado sus puertas. Coopesa es la única empresa cooperativa en el mundo en el sector conocido por las siglas que resumen sus operaciones MRO (mantenimiento, reparación y “overhaul”).

Las crisis económicas afectan fuerte, directa y rápidamente al turismo y al comercio internacional, los grandes clientes de la aviación civil y, de manera derivada, al sector MRO, pues los aviones que requieren mayor mantenimiento son los primeros en salir de operaciones en tiempos de crisis y la menor demanda por horas de vuelo de los aviones en general, también se traduce en menor demanda de mantenimiento y reparaciones. Durante las recesiones económicas no es de extrañar que muchas empresas del sector MRO cierren sus puertas. Entre otras crisis en sus 54 años de existencia, Coopesa sobrevivió la que se inició en agosto de 1981 y las dificultades para obtener divisas, el estrujamiento del crédito y la pérdida de credibilidad en el país cuando la empresa depende de su credibilidad internacional para subsistir; navegó la gran crisis de la aeronáutica desencadenada por el 11 de setiembre de 2001; enfrentó con éxito la Gran Recesión de 2008-9; y, en general, ha podido reconvertirse a nuevas tecnologías de MRO conforme se desarrollan nuevos aviones. En un sector altamente competitivo y globalizado, desde sus orígenes, Coopesa ha tenido la flexibilidad para adaptarse y reconvertirse a realidades económico-financieras y tecnológicas muchas veces, incluso, impuestas desde fuera.

¿Por qué Coopesa, así como las cooperativas de Estados Unidos, pueden resultar más efectivas para proteger el empleo que sus contrapartes del sector privado? El modelo cooperativo permite estrategias de empleo de más largo plazo, especialmente cuando la mayoría de los trabajadores de la empresa son también sus dueños, estos tienden a invertir fuertemente en su fuerza laboral (por lo que también son más renuentes a dejar ir su inversión en capital humano) y, además, pueden tener mayor flexibilidad salarial durante una crisis. Los trabajadores, en particular de las cooperativas autogestionarias, es de esperar que se sientan más comprometidos con el futuro de la empresa de una manera personal; así pueden acordar, por ejemplo, congelamiento de salarios en términos nominales (reducción real) y renunciar a otros beneficios, tales como intereses y excedentes, para facilitar a la empresa sobrellevar un bache en la demanda por sus servicios. Cooperativas bien conducidas pueden tener una alta tasa de supervivencia en tiempos de crisis y tienden a proteger sus niveles de empleo. Coopesa es un buen ejemplo de una cooperativa, en un sector altamente vulnerable a las crisis económicas, que ha logrado mantener su competitividad a lo largo de más de cinco décadas.

En el campo agrícola, la combinación de cooperativas agroindustriales y de servicios múltiples con pequeños productores agropecuarios asociados ha sido muy exitosa para consolidar esa base de pequeños productores mientras que se logra promover su cambio técnico y su participación en los beneficios en las fases industriales y de comercialización. Estudios demuestran que cantones dedicados a los mismos sectores agrícolas unos con empresas grandes y exitosas y otros con pequeños productores y cooperativas, aquellos cantones con fuerte presencia cooperativa alcanzan mayores índices de desarrollo social. Esto nos recuerda la otra afirmación del Dr. Stiglitz, en el sentido que las cooperativas contribuyen a una mejor distribución del ingreso.

Por estos y otros beneficios, debemos tener una política nacional de Estado de fomento de las cooperativas, la cual debe incluir, entre otros: una simplificación de los trámites y reducción del número mínimo para poder constituirlas (en algunos países europeos este número se ha reducido a dos o tres personas); permitir y promover el acceso de las cooperativas al Sistema de Banca de Desarrollo (actualmente y, de manera inexplicable, están excluidas); fortalecimiento y reforma del órgano público de fomento cooperativo, el INFOCOOP, para lo cual deben atenderse las debilidades detectadas en los estudios realizados, asignar las responsabilidades en los estrados correspondientes y, en particular, separar las tareas de fomento de aquellas de supervisión para eliminar el conflicto estructural de intereses que actualmente existe y apalancar su patrimonio para ampliar la escala de sus operaciones; finalmente, el Banco Popular podría ser un socio de las cooperativas de ahorro y crédito como banco de segundo piso, pero también, mediante el uso prudente de sus fondos para desarrollo, ser un socio en la promoción de emprendimientos cooperativos.

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