Negocios de otros
| Jueves 25 julio, 2013
Esta semana caí en razón de que haciendo varias gestiones recibí en el 75% de los casos: muy mal servicio al cliente... terminé etiquetando lo que pasaba como “epidemia del negocio de otro”
Negocios de otros
Ser empresario, hacer empresa y tener empresa son tres grandes desafíos que presenta el mundo de los negocios cuando pasamos del soñar/planificar a los hechos/ejecutar.
Una de las decisiones más importantes de la consolidación de una empresa es definir nuestra participación como autoempleado o exclusivamente dueño de la empresa y tiende a ser complicada no solo por renunciar a la estabilidad laboral que generalmente la mayoría disfruta al ser asalariado antes que empresario, sino porque no será la primera vez que usted escuche esta frase: “Nadie cuidará ni hará crecer su negocio como usted mismo”.
Sin hacerle muchos números a esa frase que he escuchado desde que tengo uso de razón, esta semana caí en razón de que haciendo varias gestiones recibí en el 75% de los casos muy mal servicio al cliente... terminé etiquetando lo que pasaba como “epidemia del negocio de otros”.
No creo que los fundadores de empresas sean siempre mejores que sus colaboradores. De hecho, me gusta pensar que priman las mentalidades ganadoras al mejor estilo de Henry Ford quien sostenía que como empresario no debía saber de todo, sino rodearse de personas que complementaran excelentemente sus conocimientos, personas capaces de responder cualquier pregunta y que estuvieran a su disposición con solo apretar “el botón” adecuado.
En el mundo laboral somos empresarios, asalariados o ambos, ninguno de los dos es superior al otro, solo constituyen proyectos de vida diferentes; lo que no creo que debamos defender son proyectos que carezcan de viabilidad; ser mediocres cuestiona credibilidad, honorabilidad. En un trabajo remunerado el mediocre no recibe el salario que se gana, yo diría que recibe el que en alguna medida se roba.
¿Cuántos de nosotros hemos tachado de resentidos sociales a quienes rallan carros o paredes de casas por pura maldad?... ¿Será acaso que quienes hacen mal su trabajo de manera consciente, comprenden que también encajan en la clasificación de “resentidos sociales”? (resentidos porque el negocio es de otros)
No todo es cuestión de actitud, también es cosa de principios básicos. La gente no puede ser vacunada con buena atención al cliente, porque se trata de una decisión personal. Usando la razón les llamo a ser conscientes de que el adecuado servicio al cliente no es un favor que le hacemos a nadie, es un deber que se adquiere desde el momento mismo en que asumimos un puesto de trabajo y demandamos ser remunerados por ello.
En este tema siempre se demanda coherencia organizacional. Creo que la premisa debe ser la coherencia profesional entre lo que uno pide o a lo que aspira y lo que da a cambio para lograrlo.
Como clientes todos somos especialmente agudos al detectar falencias; por eso debemos ponernos en los zapatos de nuestros propios clientes cuando los atendemos ineficientemente.
Al principio “dar más de lo que se nos pide” como trabajadores puede tener un eco mínimo y hasta ser frustrante, pero de seguro el resultado será muy gratificante al sentirnos dignos merecedores de nuestro trabajo.
Alejandra Esquivel
alejandra@esquivelguzman.com
Gerente general GEFISA