No a la reforma fiscal
Randall Madriz redaccion@larepublica.net | Martes 15 noviembre, 2016
No a la reforma fiscal
Randall Madriz
Abogado Tributario
Bufete Pacheco Coto
Creo firmemente que es necesaria una reforma fiscal. Así lo he expresado en distintas oportunidades en este mismo espacio.
La Ley del Impuesto sobre la Renta necesita cerrar espacios a las interpretaciones abusivas que hacen, tanto los contribuyentes, como la administración tributaria.
Faltan normas claras que, a nivel legal, establezcan de forma diáfana el hecho generador. No las normas actuales que no responden a la realidad actual.
Un ejemplo de esta situación: la inexistencia de normas que regulen de forma expresa la fiscalidad del comercio electrónico. Testigo de mis palabras son resoluciones de la administración tributaria en donde, lamentablemente, tiene que estirar los conceptos legales para lograr que hechos generadores no comprendidos en la Ley tributen de alguna manera.
Este “ejercicio” interpretativo lo entendemos (aunque sea lamentable) pues la administración debe llenar esas lagunas jurídicas. Sin embargo, la interpretación en materia tributaria debería ser una herramienta de uso limitado, pues la norma debería contener todos aquellos elementos necesarios para lograr la aplicación de la misma con la mínima injerencia del operador jurídico (en este caso la administración tributaria).
Creo, además, que necesitamos migrar a un sistema de valor agregado para que el impuesto sobre las ventas actual evolucione. El uso de los créditos fiscales y los controles cruzados que se lograrían al convertir a los prestadores de servicios en contribuyentes del impuesto sobre el valor agregado serían valiosísimos para las labores de gestión y fiscalización del impuesto sobre la renta.
Sin embargo, me opongo a una reforma fiscal.
Me opongo a llevarle más recursos a un Estado que desperdicia recursos. A un Estado que patrocina privilegios de una masa burocrática enquistada en la cosa pública.
Me opongo a que la clase baja y media baja de este país siga financiando el despilfarro y uso irresponsable de la hacienda pública.
Y es que, lamentablemente, así será en caso de aprobarse una reforma fiscal.
El impuesto sobre el valor agregado es un impuesto indirecto regresivo que castiga el acto de consumo.
El 13% del impuesto sobre las ventas (o el pretendido 15% del impuesto sobre el valor agregado) grava el consumo en un restaurante, o la compra del producto en el supermercado sin importar la capacidad económica de quien está realizando el consumo.
Entonces, aumentar el precio de los productos que consume la clase trabajadora (vía aumento del impuesto al consumo), para lograr darles unos años de oxígeno a los privilegios de la clase burócrata, no es una buena idea.
Me opongo a una reforma fiscal que pretenda meterle la mano al bolsillo de los contribuyentes, si antes, no se ha implementado una reforma integral en el sistema de salarios e incentivos para el sector público.
Desde la perspectiva del impuesto sobre la renta, el Ministerio de Hacienda pretende limitar la capacidad de un contribuyente de endeudarse y deducir gastos financieros.
Disfrazando su intención con el nombre de “subcapitalización”, la administración tributaria propone una reforma que (contrario al mundo civilizado) pone límites al endeudamiento de un contribuyente, en lugar de limitar únicamente el endeudamiento con partes relacionadas.
Me opongo a que la mayoría pague la factura de la fiesta de la minoría.
¿Quién más piensa como yo?
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