NO SE QUIERE RENUNCIAR, ¡ES QUE!...
Eric Briones Briones redaccion@larepublica.net | Martes 04 octubre, 2022
Dr. Eric Briones Briones (*)
Doctor y Profesor en Derecho Laboral
En estos días, se está escuchando dentro del ámbito laboral, el término inglés “quiet quitting”, o “renuncia silenciosa”, por parte de las nuevas generaciones trabajadoras, en donde en muchos casos, se les critica, por supuestamente no querer dar la milla extra, que hemos dado, las generaciones predecesoras (las x y los baby boomers). Es que se están dando nuevas realidades dentro del mercado laboral global (con renuncias voluntarias de trabajadores muy calificados, con pérdida de recurso humano valioso), dentro del mundo laboral, sea en lo privado como en lo público, por parte de las nuevas generaciones (centennialls y millennials, expandiéndose y concientizándose a las predecesoras) y de allí que se traiga a colación el fenómeno del “quiet quitting” o supuesta “renuncia silenciosa”; lo cual realmente, no es una renuncia, sino una percepción distinta de la forma como debe desempeñarse y relacionarse, la humanidad con el trabajo, a como hasta ahora se ha venido estilando, producto de la revolución industrial.
Así, no se concibe, que siga subsistiendo mediante los cánones decimonónicos, las mismas formas del trabajo, cuando ya está superada la ciencia y la tecnología, que se ostentaba en dicho siglo pasado. Pareciera que se sigue ostentando legislación con pensamiento bíblico, que en sus libros Génesis, Éxodo y Job, es dable extraer - mandato antiguo para el ser humano en relación con el trabajo- lo siguiente: “(…) los seis días trabajarás y harás todas tus labores; más el séptimo día es sábado o fiesta del señor Dios tuyo, ningún trabajo harás en él, (…) Porque el hombre nace para trabajar y padecer”. Bueno, esta ha sido la tónica jurídica/laboral, del ser humano, desde su existencia. El país, desde hace más o menos 80 años de la existencia de un cuerpo normativo estructurado, vino en cierta medida a calcar, lo que ya estaba dictado, por las legislaciones civilistas de la época moderna, con influencia romana y francesa (código napoleónico). Es por ello, que se deja estipulado, en la legislación vigente, que, si se trabaja más de lo pactado previamente, se deberán pagar horas extras y en feriados, remuneraciones dobles, como parte del estímulo legal, patronal/estatal.
No obstante, las nuevas tendencias, es que se debe disfrutar con el trabajo y dentro del mismo. Es que, hace 40 años, cuando quien escribe, entró al mundo del trabajo, veía que las personas, se pensionaban a partir de los 50 años en adelante. Había una expectativa de vida -a la sazón- de aproximadamente 75 años promedio; es decir, quedaban más o menos 25 años de existencia para el disfrute del retiro y por ende de la pensión. Hoy en día, merced a la ciencia, dicha expectativa sube en 5 años más, es decir, hasta los 80 años aproximadamente. Pero esto, ha venido a significar subir la edad de retiro, hasta los 65 años, con el fin de mantener la seguridad social del país -consecuencia del decrecimiento de la tasa de natalidad-, no obstante, y si las matemáticas no fallan, el disfrute del retiro se reduce tan solo a 15 años, sea 10 años menos del siglo pasado.
Es hora de repensar lo dicho, como lo refiere la Doctora en psiquiatría Enid Campos Villegas, de “Da Center Clinic”, en Minnesota de los Estados Unidos de Norteamérica, en donde manifiesta: tanta ha sido la saturación de la carga laboral, durante estos siglos, que las personas trabajadoras, piensan en un balance distinto, para probar nuevas oportunidades e incentivos laborales, más allá de las formas tradicionales, que ya de por sí, han caído en un bache; incluso expuestas con mayor conciencia, a raíz de la pandemia Covid-19.
Entonces la llamada “milla extra” o “ponerse la camiseta”, es decir, trabajar más allá de lo que debe hacerse, ya no es tan valido, a cambio de una paga extra o incluso doble, sino que se está potencializando, el llamado “salario emocional”, es decir, la satisfacción personal y disfrute por medio de condiciones laborales, libres de acosos, discriminaciones, ilegalidades, arbitrariedades y faltas de ética. Valorándose por encima -inclusive- de la paga adicional, un óptimo clima organizacional, en donde debe coexistir un buen trato, reconocimiento profesional, concesión de nuevas modalidades como el teletrabajo, respeto y dignidad a la persona trabajadora, mejoras salariales en especie, tales como el otorgamiento patronal de transporte, viajes vacacionales, oportunidades de capacitación, de contar en los centros de trabajo, con nutricionista, preparador físico, de permitir acudirse con mascotas, como estabilidad emocional, junto con la disminución de jornadas, consecuencia de las nuevas oportunidades, que permite el desarrollo tecnológico y así por el estilo, como parte de los nuevos principios de lealtad y estabilidad.
Es que, es necesario tanto en lo público como en lo privado, en ir adaptando la normativa, a las nuevas realidades, estimulando y haciendo felices a las personas trabajadoras (con la ganancia patronal y productividad nacional, por cuanto una persona plena, es más fructífera en su desempeño y por ende mejor rendimiento se puede obtener), mediante otro tipo de tentaciones a las otorgadas durante los dos últimos siglos, consecuencia incluso, de que se debe tener conciencia que, dentro del trabajo, hay que disfrutar este y no esperar al retiro/pensión/jubilación, el cual cada vez, es más largo de adquirirse y más cercano de terminarse. Es decir: “tu trabajo consiste en descubrir cuál es tu trabajo y, entonces, entregarte a él de corazón”, según refiere un planteamiento budista. Entonces hay que disfrutar con el trabajo y no verlo como padecimiento, según la consigna de la nueva realidad laboral global, empujada por nuestras nuevas generaciones, producto del desarrollo tecnológico. No es que se quiere renunciar, es que hay un nueva realidad…que hay que entender.