Nos urge diversidad de pensamiento
Álvaro Rojas alvaro.rojas@costaricacc.com | Jueves 03 junio, 2021
En el mundo actual, principalmente corporativo, la diversidad (ese elemento tan importante para el progreso) se ha puesto de moda hace varios años, fue seleccionada por algunas organizaciones como una medida acartonada para cumplir requisitos sociales o generar una imagen externa positiva, con mucha “diversidad” superficial, pero con igualdad de pensamiento; lo que generó un placebo sin raíces profundas de cambio. La situación actual nos golpea de frente y nos hace ver que la diversidad que más impacto positivo genera en la sociedad y las organizaciones es la diversidad de pensamiento.
Quienes aun ven la diversidad únicamente como un elemento de colores, de sexualidad, de números, de más mujeres o de diferentes procedencias geográficas, pueden estar sufriendo una miopía severa, con un alcance muy banal, aunque con una imagen externa positiva.
La diversidad centrada en género y minorías, vertida en una cultura organizacional que inhibe posiciones contrarias e ideas diferentes, que no promueve el sano conflicto y personaliza las conversaciones, acaba generando un talento humano clónico, que tendrá muchísima dificultad en proporcionar soluciones innovadoras para su entorno, porque ¿de qué sirve toda esa diversidad si la del pensamiento se ve coaccionada por una cultura organizacional a quienes piensen diferente?
Al liderazgo moderno, hoy más que nunca, le urge promover el pensamiento crítico para estimular la generación de nuevas y mejores ideas, que por encima de la mezcla de género, de edades, demográfica, entre otros, prevalezca lo que realmente es importante para avanzar en tiempo de retos: la capacidad de crear una cultura organizacional inclusiva para capitalizar distintas perspectivas; una cultura profundamente abierta dónde las personas más allá de sentirse respetadas por su identidad, se sientan respetadas por sus ideas y opiniones.
Necesitamos líderes de mente educada, que promuevan fuertemente el debate para una construcción más integral del futuro, que plantee mas dudas que verdades absolutas, entendiendo que sus planteamientos no se ven debilitados por las oposiciones, sino complementados.
El mundo y la sociedad ha movido peligrosamente al liderazgo a influenciar a través de la retórica, dándole herramientas y técnicas para expresarse de la mejor manera posible, de modo que tanto el lenguaje como el discurso sean lo suficientemente eficaces para deleitar, persuadir, convencer o conmover, además se le da más importancia a la forma que al fondo. Por eso, gran parte de la sociedad se queda admirada por quienes se comunican muy bien, incluso, atreviéndose a seguirlos ciegamente, sin cuestionar sus argumentos y, mucho menos, sus consecuencias. La retórica es limitada, en algún momento sale a luz la verdadera incompetencia o impotencia ya que está relacionada con el hacer, no con el ser.
Pero nos es necesario, tomadores de decisiones, con menos retórica y más dialéctica, esa técnica que intenta descubrir la verdad mediante la confrontación de argumentos contrarios entre sí que contrapone una determinada idea a contradicciones, aspectos no valorados o diversas opiniones.
Es hora de que, en las mesas de trabajo de cualquier índole, los líderes se atrevan a hacer parte de su cultura organizacional a esta tríada hegeliana de tesis, antítesis y síntesis, donde una idea (tesis) se enfrenta a otra idea (antítesis) y de esa confrontación surge una tercera idea como síntesis de las anteriores, lo que ayuda exponencialmente a mejorar las condiciones y anticiparse al futuro con mayor certeza.
Este tipo de líderes son amantes del debate, de la sana confrontación, de ideas diferentes, conceptos opuestos y, sobre todo, siempre están dispuestos a cambiar de opinión o replantear sus ideas ante un criterio diferente, siendo así una garantía de progreso para las empresas y la sociedad.
Por el contrario, quienes se creen dueños de la verdad, con su voz hegemónica producen estancamiento y ralentización del crecimiento sin darse cuenta de que su liderazgo estéril difícilmente produce algo nuevo.
El escenario socioeconómico actual, requiere profundas conversaciones, pero sobre todo diversas, sin partir a priori de que tenemos la verdad, pero sí de que estamos dispuestos a encontrarla saliendo de nuestra burbuja de ideas mediante un esfuerzo consciente.
Por eso, cuando en una sociedad todos piensan igual, es porque algunos ya dejaron de pensar.