Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Lunes 04 septiembre, 2017
Roger Federer en vivo, un regalo del destino
Nueva York.
Ya vamos de vuelta para Tiquicia.
Una de las ventajas más atractivas de la profesión de periodista deportivo, es que permite viajar y dar cobertura a eventos en diferentes escenarios del mundo.
En mis casi 50 años de carrera he podido visitar muchos países, presenciar competencias de carácter mundial, olímpico y estar cerca de figuras deportivas de renombre universal. Nunca me interesé en tomarme una fotografía con algún astro deportivo específico del planeta, a pesar de tener a muchos de ellos cerca de mí, salvo con mis ídolos Gabriela Sabatini y Omar Vízquel, con quien me tomé fotos en los Olímpicos de Seúl 88 y en el vestuario de los Indios en 2001. (Qué polada)
Todo este prólogo para caer en el cuento que interesa. El pasado jueves en esta ciudad de Nueva York, se juntaron los astros y el destino para topar con la maravillosa suerte de que a Roger Federer, el gran caballero del tenis, uno de los deportistas más queridos y admirados del mundo por su ejemplo de vida, don de gentes, humildad y grandeza deportiva, el calendario del U.S. Open lo puso a jugar a las 4 de la tarde en la cancha central del estadio Arthur Ashe, precisamente el día que habíamos seleccionado el grupo de amigos que visitamos esta ciudad, para asistir al cuarto Grand Slam de temporada.
Nuestro calendario marcaba los tres juegos de los Indios ante los Yanquis, lunes, martes y miércoles; el jueves al tenis; el viernes al juego de la Selección Nacional ante los Estados Unidos y el fin de semana los juegos de los Yanquis con Boston.
Compramos entradas para la jornada diurna del jueves en el Arthur Ashe y pocas veces los mejores tenistas del mundo juegan en horas tempranas. A las grandes estrellas les reservan el horario nocturno, donde el boleto es muchísimo más caro que en la jornada matutina y vespertina.
Fue el mismo jueves cuando nos trasladábamos al US Open, que nos enteramos de que Federer jugaba a las 4 de la tarde contra el ruso Mikhail Youzhny, de manera que nos sentamos cómodamente en el “gallinero” del estadio y compartimos con unas 24 mil almas el juego de “Su Majestad” con el ruso. Desde luego todo un manjar, un postre, una postal y un recuerdo para toda la vida, mirar a este monstruo del tenis bregar durante cinco sets para deshacerse 6-1, 6-7 (3), 4-6, 6-4, 6-2 del complicado y buen tenista ruso.
Para un amante apasionado del tenis como Tano, tener la oportunidad de ver jugar al “reloj suizo” en vivo y a todo color, cuando menos se lo esperaba, es un regalo de Dios, lógicamente que compartido por todos mis compañeros de grupo.
gpandolfo@larepublica.net
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