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NOTA DE TANO


Nota de Tano

Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Miércoles 01 julio, 2009

Gaetano Pandolfo

El fútbol da revanchas, esto lo dicen muchos jugadores y entrenadores, después de que logran acciones o resultados ante clubes o colegas que los derrotaron con anterioridad.

En la disciplina del boxeo es más fácil la revancha. De hecho, a cada rato se da y como negocio de los empresarios, esto de las revanchas ha sido productivo y generoso.

Monta usted un combate entre dos gallos de pelea, uno derrota al otro y de inmediato, se firma la revancha. Es como si Barcelona y el Real Madrid jugaran un domingo, sale un vencedor y ahí mismo se firma el desquite para el siguiente miércoles. El lleno está asegurado.

Ayer, la vida futbolera nacional le dio revancha a un magnífico jugador, Pablo Salazar; defensor central del campeón Liberia Mía que fue convocado a la Selección Nacional para sustituir en la Copa Oro a su compañero de equipo, Michael Umaña.

¿Cómo le llega premio tan merecido a un futbolista de tan buen nivel, después de un viaje tan largo?

La respuesta la tienen los dirigentes y los entrenadores que lo dejaron escapar, sin avalar sus virtudes; sin tolerar sus errores y sin tener paciencia para que Salazar se consolidara como titular, sobre todo en Liga Deportiva Alajuelense, su equipo; el dueño de su ficha; el club que lo prestó al Cartaginés “porque no lo necesitaba”, igual que en un momento aciago les regaló prácticamente a los mismos brumosos a Esteban Sirias, hoy una joyita de la Selección Nacional.

Hace rato que Pablo Salazar no es ficha del Alajuelense; finalmente quedó libre o no le renovaron el contrato y el zaguero firmó con Liberia Mía, donde, creyeron varios, se convertiría en suplente y banca eterna de Roberto Wong y el propio Umaña.

¡Pero qué va!

Don Alain Gayhardy, el técnico diplomado de la Federación Francesa de Fútbol, como que le notó y le observó virtudes que no fueron captadas por tantos entrenadores que tuvo Pablo en su periplo desde la Liga hasta Liberia Mía, y lo hizo titular, cualidades que también valoró el cuerpo técnico de la tricolor y que ponen a Salazar en el avión que lleva a Costa Rica a la Copa Oro.

Hoy la vida de Pablo Salazar como futbolista recibe un estímulo que sirve para borrar momentos difíciles de un pasado reciente, porque cuesta asimilar que por tener condiciones como jugador, llega a uno de los clubes más grandes y populares del país; esas cualidades no son valoradas y entonces “lo prestan”, o “lo venden” a otro club, dando a entender que “usted no nos sirve”, y al rato, lo firma la Selección Nacional para que represente al país en una competencia internacional de relieve.

Puede que Salazar no vea este suceso en su vida como una revancha; su academia y sus valores quizá no le permitan analizar el trasfondo de la convocatoria así, pero internamente, domésticamente, su entorno, su esposa e hijos, no podrán quitarse de la mente que a Pablo, el fútbol le otorgó la revancha.


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