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NOTA DE TANO


Nota de Tano

Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Lunes 12 mayo, 2014

Gaetano Pandolfo

El Deportivo Saprissa no tuvo la culpa ni del aguacero, ni de la agresión de Jonathan McDonald.

La lluvia deslució la final y perjudicó en partes iguales y exactas a los dos equipos; pero el codazo temprano, innecesario y estúpido del delantero manudo a la humanidad de David Guzmán, sí se trajo abajo al Alajuelense.

La bronca que soltó Óscar Ramírez en el banco erizo, cuando miró la tarjeta roja que Jeffrey Solís le mostró justamente al ariete rojinegro, fue reflejo de que esa salida sería determinante para el resultado final del partido.

Dentro de un terreno de juego donde resultaba imposible poner en práctica temas de entrenamiento y pizarra, desventaja para los dos estrategas y con un hombre menos en la cancha, el Alajuelense se hundió en sus propias sombras y limitaciones, que se hicieron evidentes en el juego de ida, donde el Saprissa le superó con creces táctica y técnicamente.

Este Saprissa, justo monarca porque fue el mejor equipo del campeonato, se fue amasando al ritmo de su entrenador Ronald González y su brazo derecho, Randall Row.

Una derrota sorpresiva e inesperada en la primera fecha del Verano con Pérez Zeledón; un partido espantoso contra Limón del que González salió agredido verbalmente; otro traspié en la recta final en Cartago que puso a los morados contra las cuerdas en Concachampions, fueron pequeñas espinas en un sendero de rosas, de una nómina joven, entusiasta, técnica, de propuesta ofensiva, a la que llegaron tres refuerzos vitales en zonas determinadas de la formación que fortalecieron portería, defensa y ataque: Michel, Machado y Saucedo, que aportaron serenidad y confianza, valores vitales en cualquier equipo.

Saprissa se tranquilizó y empezó a sumar.

Alajuelense se desgastó en Concacaf y al Machillo lo estrujó el calendario; el Herediano se autoliquidó; el otro grande, Cartaginés fue chico todo el torneo y saltó al protagonismo la Universidad que capturó el cuarto lugar.

Así, la alfombra roja para que la pisaran los jugadores morados, empezó a colocarse varias fechas atrás, por los propios méritos del equipo y los desvaríos de sus contrincantes.

El gol de Hanzell Arauz, el muchacho que se saltó la tapia del Fello Meza para fugarse a la capital y firmar con los morados, le otorgó al Saprissa la corona número 30.

En esta ocasión no hubo alargues, ni penales.

La lotería se la dejó la Junta y el título el mejor equipo.

¡Saprissa campeón!


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