Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Martes 14 octubre, 2014
Si el Cartaginés quiere ser campeón, está obligado a jugar como campeón y sobre todo, cuando se enfrenta a los grandes.
Cuando escribimos los pronósticos previos al inicio del campeonato, pusimos al Cartaginés en el quinto lugar; a la Universidad no le dábamos ningún chance y el cuarto lugar se lo otorgamos a Pérez Zeledón.
Confiábamos en que Marvin Solano, con un equipo que se reforzó muy bien, haría un gran papel en el Invierno, pero nos equivocamos o quizá, la dirigencia generaleña se precipitó en cortarle la cabeza.
Con la UCR me embarqué, porque leí en alguna parte que había perdido a jugadores relevantes como Jameson Scott, el goleador Lucas Gómez. Además podían no regresar Leonardo Madrigal y Andrés Núñez, tal como sucedió, pero informaron que también se iban el portero Carlos Méndez y Jorge Barbosa. Ante esta eventual sangría de talento, saqué a los celestes de posiciones clasificatorias y también me equivoqué. Espero errar con el Cartaginés, pero si Mauricio Wright no se decide a poner a jugar a su equipo como grande que es, perfectamente podría el cuadro de la Vieja Metrópoli instalarse en ese quinto puesto que le dimos y quedar de nuevo fuera de la segunda fase.
El pasado sábado el Cartaginés le entró con demasiado respeto al Herediano y le permitió que asumiera el control del partido desde el inicio. Ese detalle numérico de que los brumosos no hicieron un remate directo a puerta de Leonel Moreira, retrata a todo color la limitación de una formación que jugando así, jamás va a campeonizar.
Cartaginés tiene equipo para ser campeón; su dirigencia lo sabe, lo ha dicho y lo reconoce. Nosotros acuerpamos esa aseveración. Los brumosos conforman una de las nóminas más potentes del invierno, pero hay que ponerlos a jugar fútbol agresivo, ofensivo. Este equipo debe tomar la iniciativa de los juegos como local o visita. No debe esconder a un velocista como Pablo Herrera, a jugar atrás como lateral derecho, pegado a Andrés Sanabria en lugar de jugar pegado a Andrés Lezcano. Cristian Bolaños y Carlos Hernández están capacitados para echarse ese equipo al hombro, pero ocupan delante de ellos a Daniel Quirós, a Lezcano, a Luciano Bostal. Nada ganan controlando el balón si nueve de sus compañeros juegan a sus espaldas.
Wright es un tipo inteligente; está a tiempo de pellizcarse, reaccionar y meter a su planilla a jugar fútbol de campeón, sin temor ni respeto a nadie. Solo así puede llegar la ansiada corona.
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