Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Martes 21 octubre, 2014
Hoy empieza la Serie Mundial; el bien llamado “Clásico de Otoño”: Gigantes de San Francisco contra Reales de Kansas City.
Para los fiebres de las Grandes Ligas, este evento es uno de los platos más fuertes del deporte universal.
Tengo la impresión de que una mayoría de seguidores de este deporte se apunta a los Reales: en principio es el más débil, la cara nueva de una competencia que los Gigantes han jugado en 19 oportunidades, segunda franquicia debajo de los Yanquis y que conquistaron recientemente: 2010 y 2012. ¡Como que van de dos en dos en años pares y entonces les toca de nuevo!
Como fanático de los Indios, de los que no me pierdo un juego en temporada, me sé de memoria a estos Reales pues juegan en la misma División de la Tribu y no me sorprendió para nada verlos escalar desde el puesto de comodín al Clásico de Octubre. Sobre todo cuando ficharon a James Shields como lanzador estelar. Este fue un paso fundamental de la gerencia de los azules para reforzar el pitcheo de la novena que dirige el serio de Ned Yost.
San Francisco es un equipo de abolengo y tradición que los analistas no tenían de candidato a ganar el Oeste de la Liga Nacional, designado de antemano a los multimillonarios Dodgers de Los Ángeles y su presupuesto anual de $256 millones, el más alto de toda la Gran Carpa.
Olvidaron los entendidos de que en el invierno, los Gigantes volvieron a firmar a Javier López, Tim Lincecum, Hunter Pence y Tim Hudson y obligaron a ponerse en forma física a Michael Morse, Ryan Vogelson y al oso panda, Pablo Sandoval, que bajó panza a placer. Además seguía Buster Posey, el segundo mejor receptor del Viejo Circuito detrás del cardenal Yadier Molina.
Con solo un beisbolista de posición que nunca ha estado en Serie Mundial, el camarero Joe Panik, el resto de Gigantes que comanda Bruce Bochy, suman colmillo y experiencia, todo ajeno a la novena de los Reales, campeones del mundo en 1985 y pare de contar.
Eso sí, para liquidar a Kansas City hay que llegar al sétimo inning con ventaja, de lo contrario, apague y vámonos, porque los números de sus tres cerradores: Kelvin Herrera, Wade Davis y Greg Holland que lanzan sétimo, octavo y noveno episodio son escalofriantes. Los tres lanzan una recta de cuatro costuras que viaja a 100 millas por hora y cuesta un mundo hacerles una sola carrera. Los Gigantes tienen claro que para vencer a los Reales, hay que tumbar a sus abridores. ¡Play ball!
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