Orgánicos reclaman espacio
Bernal Rodríguez brodriguez@larepublica.net | Martes 26 junio, 2012
Representan hasta el 10% del total de ventas de productos frescos en algunos supermercados
Orgánicos reclaman espacio
Falta de capacitación técnica y certificaciones limita a los productores para aumentar la oferta
Los productores orgánicos carecen de las herramientas necesarias para satisfacer las exigencias del consumidor. La producción existe, pero la falta de certificaciones y capacitación para los agricultores dificulta su entrada a supermercados.
Ejemplo de ello son Grupo Gessa y Megasuper, cadenas detallistas que incorporan una sección especial para los orgánicos.
En el caso de Gessa —dueña de Perimercados, Jumbo y Super Compro—, inició hace ocho años generando espacios regulares para productos orgánicos.
El grupo vende anualmente 250 toneladas de productos orgánicos, lo que representa un 10% del total de las ventas anuales de los 62 locales que los ofrecen.
Megasuper también desarrolla desde hace cinco años este mismo sistema. Las ventas de esta categoría abarcan un 1% del total mensual.
Hasta el momento solo ha colocado el producto en un 12% de sus 84 locales. Esto se debe al perfil del consumidor al que está dirigido, explicó Ronny Alfaro, administrador de la categoría de verduras.
Aunque existe una tendencia ecológica, queda mucho espacio para que se pueda denominar como masiva. Las ventas mensuales de este producto no sobrepasan los ¢40 millones anuales, agregó Alfaro.
Estos supermercados abastecen su demanda orgánica con producción nacional. El reto que enfrentan es que pocos productores cumplen con las exigencias de certificación y calidad que requieren.
El principal proveedor de ambas empresas es la Asociación de Productores Orgánicos de Alfaro Ruiz, conformada por 36 productores con 25 clases de hortalizas orgánicas distintas.
El Programa de Apoyo a los Mercados Orgánicos (Proamo) brinda respaldo a asociaciones productoras orgánicas con el propósito de colocar mejor el producto en el mercado regional.
En el país existen alrededor de 3 mil productores certificados, 11.114 hectáreas dedicadas al cultivo y 43 plantas procesadoras. Sin embargo, una de las principales dificultades es que se encuentran muy dispersos y algunos sin identificar.
De acuerdo con la promotora, el consumidor costarricense es quien posee un pensamiento más verde. Por lo que quienes consumen productos orgánicos, son más exigentes pero pagan más.
Proamo también destaca la ausencia de una plataforma que permita cuantificar datos, referentes a la cantidad de productores, demanda y colocación en el mercado.
A pesar de que la agricultura orgánica nace en la región con la visión de exportación, lo que se envía al exterior son materias primas y no producto terminado.
Estos productores prefieren vender en ferias por la ausencia de intermediarios, el contacto y la fidelidad que establecen con sus clientes, por tratarse de un producto que se ha identificado por su papel social ambiental.
La iniciativa de Proamo es vincular estos productores hacia tres sectores, supermercados, instituciones públicas y turismo. Además, buscar un mayor apoyo para estos pequeños empresarios en la parte productiva.
María Gabriela Badilla
mbadilla@larepublica.net
Orgánicos reclaman espacio
Falta de capacitación técnica y certificaciones limita a los productores para aumentar la oferta
Los productores orgánicos carecen de las herramientas necesarias para satisfacer las exigencias del consumidor. La producción existe, pero la falta de certificaciones y capacitación para los agricultores dificulta su entrada a supermercados.
Ejemplo de ello son Grupo Gessa y Megasuper, cadenas detallistas que incorporan una sección especial para los orgánicos.
En el caso de Gessa —dueña de Perimercados, Jumbo y Super Compro—, inició hace ocho años generando espacios regulares para productos orgánicos.
El grupo vende anualmente 250 toneladas de productos orgánicos, lo que representa un 10% del total de las ventas anuales de los 62 locales que los ofrecen.
Megasuper también desarrolla desde hace cinco años este mismo sistema. Las ventas de esta categoría abarcan un 1% del total mensual.
Hasta el momento solo ha colocado el producto en un 12% de sus 84 locales. Esto se debe al perfil del consumidor al que está dirigido, explicó Ronny Alfaro, administrador de la categoría de verduras.
Aunque existe una tendencia ecológica, queda mucho espacio para que se pueda denominar como masiva. Las ventas mensuales de este producto no sobrepasan los ¢40 millones anuales, agregó Alfaro.
Estos supermercados abastecen su demanda orgánica con producción nacional. El reto que enfrentan es que pocos productores cumplen con las exigencias de certificación y calidad que requieren.
El principal proveedor de ambas empresas es la Asociación de Productores Orgánicos de Alfaro Ruiz, conformada por 36 productores con 25 clases de hortalizas orgánicas distintas.
El Programa de Apoyo a los Mercados Orgánicos (Proamo) brinda respaldo a asociaciones productoras orgánicas con el propósito de colocar mejor el producto en el mercado regional.
En el país existen alrededor de 3 mil productores certificados, 11.114 hectáreas dedicadas al cultivo y 43 plantas procesadoras. Sin embargo, una de las principales dificultades es que se encuentran muy dispersos y algunos sin identificar.
De acuerdo con la promotora, el consumidor costarricense es quien posee un pensamiento más verde. Por lo que quienes consumen productos orgánicos, son más exigentes pero pagan más.
Proamo también destaca la ausencia de una plataforma que permita cuantificar datos, referentes a la cantidad de productores, demanda y colocación en el mercado.
A pesar de que la agricultura orgánica nace en la región con la visión de exportación, lo que se envía al exterior son materias primas y no producto terminado.
Estos productores prefieren vender en ferias por la ausencia de intermediarios, el contacto y la fidelidad que establecen con sus clientes, por tratarse de un producto que se ha identificado por su papel social ambiental.
La iniciativa de Proamo es vincular estos productores hacia tres sectores, supermercados, instituciones públicas y turismo. Además, buscar un mayor apoyo para estos pequeños empresarios en la parte productiva.
María Gabriela Badilla
mbadilla@larepublica.net