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¿Por qué se nos derrumban las carreteras?

Arturo Jofré arturojofre@gmail.com | Viernes 22 octubre, 2010



¿Por qué se nos derrumban las carreteras?


Vemos espantados cómo se nos derrumban carreteras recién inauguradas y se caen puentes por falta de un mínimo de mantenimiento. La República nos informa que los empresarios califican la infraestructura portuaria del país ubicándolo en el lugar 132 entre 139 países del mundo, donde otros como Panamá y Honduras están en el lugar 11 y 32 respectivamente. ¿Qué nos está pasando?
Las concesiones han dado buenos resultados en otras partes del mundo, ¿por qué razón aquí no? Los casos del aeropuerto Juan Santamaría y el de Autopistas del Sol hablan por sí solos. Todo apunta en una sola dirección: los organismos estatales a quienes se les han confiado los contratos, la fiscalización de las obras, han fracasado rotundamente. No es un fracaso cualquiera, aquí hay una danza de miles de millones de dólares que no dan frutos.
La mala construcción y mantenimiento de las carreteras tiene larga data. Recuerdo que la situación llegó a un nivel caótico en el gobierno de don José María, cuando las carreteras nos destruyeron los carros de manera brutal. La incapacidad de los organismos encargados de esto nos ha acompañado siempre, sea construyendo carreteras débiles, no controlando peso de vehículos de carga pesada, dando un mal mantenimiento a la red vial, o no fiscalizando rigurosamente a las empresas constructoras.
Hace 25 años, cuando uno viajaba en carro a Panamá, notaba de inmediato la diferencia entre la carretera débil y peligrosa que dejaba atrás y la autopista panameña. El Estado nunca lo ha hecho bien construyendo ni dando mantenimiento a carreteras ni puentes, por lo que no tenemos nada que añorar.
No deberíamos renunciar al sistema de concesiones, ya que ellas representan el mejor camino para tener una infraestructura moderna sin invertir grandes sumas de dinero. La idea que anda como fantasma es la descentralización, dejando una parte importante de estos temas a las municipalidades. Ya sabemos en qué terminará esto, en la multiplicación de los males. Las municipalidades no están preparadas para un desafío de esta magnitud, todavía se tienen que ganar la confianza de los ciudadanos.
Los organismos del Estado en ciertas áreas pueden ser muy eficaces, siempre que no sean atacados por la incapacidad política, por la corrupción o por el desinterés en el servicio público. Tenemos ejemplos exitosos en Costa Rica. En el caso del MOPT y los organismos que se han creado en torno a concesiones, construcción y mantenimiento de carreteras y puentes, el fracaso ha sido evidente.
Hay que replantear el rol del Estado en estas materias y buscar un consenso partidario que asuma este tema de alto interés nacional. Este gobierno ha recibido una funesta y vieja herencia y por eso está en excelentes condiciones para liderar el nuevo rumbo. Pero los cambios tienen que ser radicales, es decir, a la altura de los problemas.

Arturo Jofré

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