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Viernes, 21 de febrero de 2025



COLUMNISTAS


Precandidatos

Emilio Bruce ebjreproduccion@gmail.com | Viernes 21 febrero, 2025


El país ha iniciado la escogencia de los diferentes precandidatos que desea tener para la escogencia democrática de los candidatos a la presidencia de la república. Hay precandidatos sin partido, los hay que al verse frustradas sus posibilidades de llegar a ser candidatos en partidos establecidos han saltado fuera de borda y ahora o buscan un taxi o se fueron del partido donde habían figurado por ofrecimientos de una candidatura en otro movimiento. El interés, el ego, la ambición o los tres influyen en ellos.

Algunos precandidatos han terminado con sus recursos económicos y renunciado a sus aspiraciones. Buenas personas, decentes, preparadas y con vasta experiencia han renunciado a sus deseos de ayudar al país. Algunos precandidatos de diferentes partidos han sido influidos o son implantes de los movimientos políticos en boga. Muchos de ellos al haber fracasado su infiltración por escándalos o por cambio en la estrategia de quienes lideran no tan a la sombra esos intentos han retirado calladamente sus precandidaturas o no las han presentado.

¿Para qué se eligen en convenciones abiertas algunos de los precandidatos si es bien sabido que los movimientos políticos adversarios hacen votar a sus partidarios por el candidato más fácil de derrotar? Los contrincantes llevan a votar a sus partidarios por aquel candidato adversario que luce las mayores debilidades o la ausencia de destrezas para ser candidato presidencial y así facilitar su derrota. Pero hay personas tozudas y que imbuidas en ideales románticos han porfiado por este mecanismo de convenciones abiertas donde votan hasta los enemigos políticos para derrotarlos. Las prácticas del pasado deben revisarse pues el país y sus gentes han cambiado notablemente, ya no estamos en los años ochenta.

La elección de candidatos no es solamente para ganar una elección. Ganar una elección y lanzar al país a un “salto al vacío” eligiendo personas que no podrán gobernar por sus claras y notables debilidades es en realidad un mal servicio a los costarricenses. Elegir incapaces, elegir extremistas o elegir ignorantes es tremendamente peligroso para un país y Costa Rica no es excepción. Cuidado con la influencia perniciosa del narco en las elecciones.

La elección de los mejores precandidatos a la presidencia en todos los partidos asegura que la conducción del país será de calidad y de altura. Elegir personas incapaces, escogerlas para buscar presidir hundimientos nacionales o precipitar al país a una revolución no tiene moral alguna. Nadie debería desear elegir para destruir. Nadie debería elegir para acabar al país. Nadie debería votar para acabar con el futuro de nuestras comunidades.

En estas justas algunos costarricenses anteponen sus pleitos dentro de sus partidos al beneficio del país. Algunas personas desplazadas de las posiciones en que alguna vez se encontraron tienden a no votar o a votar por el peor para vengarse de los partidos. En su amargura interior quienes así proceden verán profundizados los problemas de país y las dificultades personales al ver desmoronarse el funcionamiento del gobierno y la desarticulación del estado de derecho. Simplemente tampoco tiene sentido.

Hablamos mucho los costarricenses de los precandidatos a la presidencia de Costa Rica, pero ignoramos y dejamos sin consideración alguna los precandidatos y los candidatos a la Asamblea Legislativa que es crucial para el funcionamiento del Poder Ejecutivo y del Poder Judicial.

Debemos recapacitar todos y debemos buscar elegir los mejores precandidatos, los más maduros, los más capaces y con más experiencia para encabezar la solución de nuestros gravísimos problemas nacionales. No se coloca al frente de un autobús cargado de personas a conductores que ni licencia tienen. Debemos aprender a reflexionar el voto y ejercer el mismo en racionalidad, atendiendo objetivamente los más altos intereses del país y no buscando dañar a un partido, buscando acabar con una agrupación o con nuestra democracia. Proceder de esta amañada manera no es positivo ni es razonable.

Escoger cuidadosamente, votar racionalmente, rehuir las campañas distorsionadoras de la voluntad y del interés populares sería un buen comienzo. Escoger todos los mejores y más diestros candidatos en todos los partidos sería el camino para asegurar que por encima de las pasajeras banderas electorales, quien presida Costa Rica sea un costarricense de bien que sepa resolver y poner solución a muchas de nuestras dificultades.

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