Prevención a la deserción escolar
| Miércoles 11 mayo, 2011
Prevención a la deserción escolar
Según el tercer informe del Estado de la Educación, que nos muestra una “lectura de la realidad educativa del país” basada en datos de 2009, que no están alejados de la realidad de 2011, el sistema educativo costarricense está en franca crisis: mala infraestructura, inseguridad y altas tasas de deserción estudiantil son las principales y más alarmantes fallas.
Si bien se han hecho en el país importantes adelantos en educación, que van desde el preescolar hasta los niveles técnicos y universitarios, nos hemos quedado rezagados.
Esto se evidencia en los resultados que muestra dicho informe, donde se registra que hubo más de 60 mil casos de violencia entre estudiantes, que más del 50% de los jóvenes que se matricularon en la secundaria no la finalizaron y que uno de cada cinco alumnos repitió en año.
Sin duda las autoridades educativas tienen un gran reto y no deben descuidar su responsabilidad. Deberán encauzar la estrategia hacia dos fines: mejorar las condiciones materiales en las cuales se lleva a cabo el proceso pedagógico y mejorar el proceso de enseñanza-aprendizaje a fin de que el alumno mantenga su interés por el estudio y pueda desarrollar sus destrezas y potencialidades.
En el caso de la deserción, no basta con los programas de ayuda económica, porque el abandono de las aulas tiene diferentes matices debido a los cambios económicos, sociales y culturales que ha experimentado nuestra sociedad.
Hoy este fenómeno multicausal trae consigo muchas más consecuencias negativas que las que acarreaba hace 40 o 30 años. De ahí que la solución debe ser propuesta desde diferentes abordajes, disciplinas y sectores.
La psicología debe tener como fin contribuir al desarrollo social. La psicología educativa debe asumir un papel protagónico en la elaboración de políticas y estrategias gubernamentales para la prevención del fracaso y la deserción escolar.
Los psicólogos que trabajamos con niños y adolescentes en escuelas y colegios, tenemos la responsabilidad de hacerlo en forma creativa y diversa, y propiciar un ambiente escolar más favorable para la permanencia y disfrute de los estudiantes.
Debemos procurar que aquellos que lo requieran cuenten con información y acceso a programas de becas, transporte y comedores escolares u otros incentivos que les posibiliten su estancia en el sistema de educación formal. Es nuestro deber trabajar hombro a hombro con los docentes en la detección de las necesidades del estudiante en riesgo, e involucrar a la familia para que desarrolle un vínculo con el centro educativo.
Shirley Garita Ramírez
Psicóloga
tematicasdesalumental@gmail.com
Según el tercer informe del Estado de la Educación, que nos muestra una “lectura de la realidad educativa del país” basada en datos de 2009, que no están alejados de la realidad de 2011, el sistema educativo costarricense está en franca crisis: mala infraestructura, inseguridad y altas tasas de deserción estudiantil son las principales y más alarmantes fallas.
Si bien se han hecho en el país importantes adelantos en educación, que van desde el preescolar hasta los niveles técnicos y universitarios, nos hemos quedado rezagados.
Esto se evidencia en los resultados que muestra dicho informe, donde se registra que hubo más de 60 mil casos de violencia entre estudiantes, que más del 50% de los jóvenes que se matricularon en la secundaria no la finalizaron y que uno de cada cinco alumnos repitió en año.
Sin duda las autoridades educativas tienen un gran reto y no deben descuidar su responsabilidad. Deberán encauzar la estrategia hacia dos fines: mejorar las condiciones materiales en las cuales se lleva a cabo el proceso pedagógico y mejorar el proceso de enseñanza-aprendizaje a fin de que el alumno mantenga su interés por el estudio y pueda desarrollar sus destrezas y potencialidades.
En el caso de la deserción, no basta con los programas de ayuda económica, porque el abandono de las aulas tiene diferentes matices debido a los cambios económicos, sociales y culturales que ha experimentado nuestra sociedad.
Hoy este fenómeno multicausal trae consigo muchas más consecuencias negativas que las que acarreaba hace 40 o 30 años. De ahí que la solución debe ser propuesta desde diferentes abordajes, disciplinas y sectores.
La psicología debe tener como fin contribuir al desarrollo social. La psicología educativa debe asumir un papel protagónico en la elaboración de políticas y estrategias gubernamentales para la prevención del fracaso y la deserción escolar.
Los psicólogos que trabajamos con niños y adolescentes en escuelas y colegios, tenemos la responsabilidad de hacerlo en forma creativa y diversa, y propiciar un ambiente escolar más favorable para la permanencia y disfrute de los estudiantes.
Debemos procurar que aquellos que lo requieran cuenten con información y acceso a programas de becas, transporte y comedores escolares u otros incentivos que les posibiliten su estancia en el sistema de educación formal. Es nuestro deber trabajar hombro a hombro con los docentes en la detección de las necesidades del estudiante en riesgo, e involucrar a la familia para que desarrolle un vínculo con el centro educativo.
Shirley Garita Ramírez
Psicóloga
tematicasdesalumental@gmail.com