¿Puede el gobierno beneficiarse de la tecnología Blockchain?
Walter Montes walter@enhancesol.com | Martes 26 marzo, 2019
Mucho se ha hablado y planteado sobre la transformación digital del gobierno de Costa Rica. Las buenas intenciones que se ven de este equipo involucrado solo podrían ser mejoradas por ejecuciones ágiles y estratégicas, por esto quiero abordar una necesidad latente del gobierno (y casi cualquier gobierno del mundo). La integración e interoperabilidad.
Hoy en día, el gobierno es un “monstruo” extraño, si se quiere. Es un solo ente, pero está descentralizado a la vez. Física y digitalmente.
¿Está usted familiarizado con el concepto “gobernanza digital de los datos”? Entre otras cosas, son los lineamientos, políticas, procedimientos y métodos que se ponen en lugar para definir cómo se manipulan y acceden los datos.
Los datos hoy en día tienen un valor inmensurable en nuestra sociedad. Las principales compañías del mundo han llegado a tener ese gran poder que hoy en día sostienen por su capacidad de recabar, actualizar y generar datos que utilizan posteriormente.
Los datos pueden ayudar a entrenar sistemas de inteligencia artificial, entender mejor un grupo de individuos y respaldar decisiones. El gobierno es por definición un generador y “gatekeeper” de los datos de la ciudadanía.
Sin embargo, el reto aparece cuando se busca colaboración interinstitucional. Cómo es posible que a mí me toque ser quien pone a hablar a la CCSS y a Hacienda, por dar un ejemplo.
Esto sucede porque digitalmente todo lo hemos diseñado en un formato de islas. Es decir, cada institución (e inclusive empresa) sostiene un grupo de datos en sus servidores y a veces los comparten con otros.
Pero ¿quién asegura cómo se manipulan esos datos, quién tiene acceso y quién puede modificarlos? ¿Por qué sigo siendo una persona diferente para cada ente del gobierno y me toca andar arrastrando papeles de un lugar a otro? ¿Por qué para acceder a mis datos debo llamar o pedir acceso?
Aquí es donde la gobernanza de la información entra en juego. El método de integración actual se basa en “envíos de datos”. Los famosos servicios web. Este un método de comunicación de la información que depende de que “el otro” me dé acceso a un tipo de “ventanilla digital” por donde puedo hacer una solicitud; “el otro” busca en sus sistemas y retorna lo que él entiende que requiero, pero estas integraciones tienen grandes fallos y no resuelven ni cerca una gobernanza de datos.
¿Qué pasa si hoy pido dato X, mañana lo pido nuevamente y este cambió? ¿Qué tal si dependo de ese dato para un negocio, un procedimiento médico o un pago? Además, cada sistema habla un idioma diferente, unos hablan lenguajes antiguos casi sumerios y otros a veces hablan lenguajes más modernos, pero todos diferentes entre así.
De tal forma, en este modelo se depende de que 1) la institución X genere toda la plomería para exponer sus datos y dar accesos como mejor le parezca, 2) confiar en el manejo de datos de esta institución y que no los vaya a manipular, 3) depender de la disponibilidad de su servicio (como por ejemplo lastimosamente le sucede a Hacienda), 4) que las otras instituciones aprendan este lenguaje de comunicación, generen la plomería para almacenar estos datos y que nada falle en esa comunicación.
La matemática es simple. Si cada institución expone cinco servicios de información y estos los consumen al menos otras 10 instituciones, estamos hablando de necesitar centenares integraciones punto a punto.
Sin embargo, aunque esto se lograra, sigue sin resolver grandes retos de gobernanza. ¿Cómo se manipulan los datos? ¿Quién tiene acceso a ellos? ¿Cómo nos aseguramos de que la versión 1 de los datos que me dieron siga siendo la relevante (y que nadie la modifique) casi necesitando un asentamiento de cuentas?
¿Cómo entra una Blockchain en la fórmula?
Específicamente hablaré sobre una Blockchain privada (o permisionada). Este tipo de tecnología permite crear una infraestructura compartida entre múltiples empresas para compartir datos que solamente se pueden acceder y modificar por medio de reglas previamente establecidas.
Imagine que, para su identidad personal, todos los involucrados del gobierno se convierten en un “nodo” de una red interconectada. Y sobre esta infraestructura se programan las reglas de cómo se pueden gobernar sus datos personales. Entonces, un contrato inteligente podría indicar que sus datos como su estado civil solamente pueden ser modificados por el registro civil y que, a su vez, su estado con la CCSS solamente por esa institución puede ser actualizado.
Estas reglas (contratos inteligentes) son acordadas entre todos los involucrados y gracias a criptografía (matemática) cualquier dato puesto en la red tiene verificado automáticamente su origen.
Lo que es mejor, cualquier acceso o modificación de los datos quedaría registrado en una lista cronológica que los involucrados pueden chequear.
Inmediatamente se resuelven los problemas de gobernanza e interoperabilidad de los datos; además, en lugar de cada uno hablar su lenguaje separado y hacer conexiones de punto a punto, se define un solo lenguaje que gobierna los datos.
Al no haber un solo ente con todo el control, se hace además mucho más segura y confiable la información.
Una red Blockchain permite resolver los problemas políticos al reducir la necesidad de auditores o reguladores que, a modo post-mortem, están revisando que las reglas acordadas se cumplan. Con un sistema de este tipo, a diferencia del modelo actual, las reglas no solo se hablan, se fuerzan matemáticamente.
Estaríamos hablando de pasar de procesos de semanas, a segundos, de una seguridad vulnerable y dispareja, a un nivel común y convenido, de una comunicación friccionada, a una uniforme. Y mantendríamos la independencia de cada institución, ya que no se reemplazarían sus sistemas; solamente se generaría una capa coordinada común de información (el estado de los datos) que se puede referenciar.
El impacto económico de un sistema de este tipo podría ser catapultador en un país en el que se requiere reducir burocracia, fricciones y corrupción. No se trata de que ya no se confía, sino de que ya no se requiere confiar para con nuestra información digital.
Suena demasiado bueno para ser cierto, ¿no? Efectivamente, retos existirán para llevar esto a cabo, inclusive anticuerpos, pero en el país tenemos las capacidades y estamos demostrando mundialmente liderar la adopción de esta tecnología.
En WorldSibu hemos encontrado casos de uso en los que la implementación de esta tecnología no solo mejora los modelos actuales, si no que los transforma en su mejor versión y el gobierno no es la excepción.