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¿Qué les debemos dar realmente a nuestros hijos?

Andrea Calderón ancalderon@saintgregory.cr | Jueves 29 agosto, 2019


Y entonces llegamos al año 2019, y de repente vivimos en un mundo donde los papás queremos ver a nuestros hijos siempre sonriendo, ¡un mundo donde les queremos dar todo!

¡Cada vez vemos más y más familias donde papá y mamá trabajan por llenar a los hijos de cosas materiales, oportunidades; realmente saturarlos de cosas, cosas y cosas!

El deseo de verlos triunfar en la vida nos ha llevado realmente a complacer sus antojos para compensar nuestro limitado tiempo con ellos; esto ha dado lugar a que los niños asuman que tienen derecho a todo, y a que nosotros creamos que es nuestra obligación dárselos.

Urge aclarar qué le debemos a nuestra descendencia y qué no.

No es nuestro deber hacerles a nuestros hijos un menú diferente a la carta cada vez que se sientan en la mesa, ni es nuestro deber aplaudirles y darles premios por sus buenos resultados académicos; menos, hacerles sus tareas.

En mis épocas esas cosas eran mi obligación y responsabilidad; imagínense que yo sabía claramente cuál era mi responsabilidad desde que era pequeñita, yo sabía que tenía que hacerlo y ya, simplemente no era negociable.

Tampoco es nuestro deber prestarles atención inmediata y constante cada vez que nos llamen, ni consultarles todos nuestros planes, ni hacer lo que les parezca a ellos en todo lo que propongamos como familia.

¿Qué me dicen de los papás y mamás choferes de hoy en día? Yo sé que las calles están peligrosas, pero es que actualmente nuestros hijos no tienen que resolver nada; todo está resuelto para ellos.

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Antes teníamos que hacernos estrategas profesionales, ahora tienen transporte personal a la hora y en el momento en que lo quieran.

Tampoco es nuestro deber inscribirlos en todos los deportes que les interesen, ni llevarlos a todas las fiestas que los inviten, ni comprarles todo lo que tengan los demás.

Y mucho menos pagarles todos los paseos que se inventen, ni llevarlos de viaje todas las vacaciones; les cae bien aburrirse y poner a volar esa imaginación, pues es en esos momentos cuando brota la creatividad, se hacen cargo de ellos mismos y se innovan. Los papás debemos darles esa oportunidad.

También les cuento que tampoco estamos obligados a premiarlos con un juguete nuevito de paquete o con un viaje por el mundo porque se graduaron del colegio. Y, aunque parezca increíble, no es obligación de los papás meterlos a la mejor U del mundo; sobre todo cuando han demostrado que no aprovecharán nuestros esfuerzos.

Claro, eso era antes, en otras épocas: ni me digan, yo sé lo que están pensando, yo sé que es difícil, ¡a mí también me cuesta!

La mayoría de lo que sí debemos darle a nuestros hijos, gracias a Dios, no vale ni un colón, pero sí mucho esfuerzo, paciencia y mucho tiempo.

Es nuestra obligación, entre otras, llenarlos de respeto, amor y del estímulo y seguridad que necesitan para sentirse valiosos y capaces de triunfar en la vida.

Establecer una disciplina firme y consistente que les permita desarrollar la fuerza de voluntad que requieren para poder auto controlarse y convertirse en hombres y mujeres de bien, y muchos valores de todo tipo, que es lo que está faltando en nuestra sociedad actual.

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Les pido hoy que reflexionemos y que pongamos en una balanza, ¿qué realmente le queremos dar a nuestros niños?

Digamos no a todo lo que sea excesivo o pueda ser peligroso; aunque todos los demás padres digan sí.

Atrévanse a hacer la diferencia, inculquemos en nuestros hijos valores éticos y morales sólidos a través de un ejemplo claro y consistente de lo que sí y lo que no.

Y en vez de llenarlos de tantísimo chunche, amémoslos tanto como para darles muy poco, porque sólo así podrán entender que a este mundo no vinieron a exigirlo todo, sino a aportar y dar lo mejor de ellos.


Andrea con su hijo







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