Reducción de la pobreza y la desigualdad
Inés Revuelta Sánchez inesrevuelta@gmail.com | Martes 29 octubre, 2024
El 20 de octubre del 2024, el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC) publicó la Encuesta Nacional de Hogares (ENHAO) con una serie de hallazgos importantes, sintetizados a continuación:
i. El ingreso promedio por hogar tiene un incremento interanual (2023-2024) del 6.7%, ascendiendo a 1.119.660 colones. En términos per cápita el incremento representó un 7.1% representando 440.221 colones.
ii. A nivel de distribución de los ingresos, el ingreso por salario se redujo (64,9% a 63.7%) y aumentó el ingreso autónomo (14.1% a 15.2%).
iii. El coeficiente de Gini se redujo a nivel nacional de 0.502 a 0.492. A nivel de región urbana y rural se iguala en 0.481.
iv. El nivel de pobreza se reduce del 21.8% a 18.0%. La pobreza extrema se reduce de 6.3% a 4.8%. En términos absolutos los hogares en pobreza extrema, pasan de 112 916 hogares en el 2023 a 86 748 en el 2024.
v. El porcentaje de hogares en pobreza multidimensional es de 10,1%, lo que representa 183 298 hogares; disminuye significativamente en 1,8 p.p. respecto al año anterior cuando se estimó en 11,9%.
Lo anteriores hallazgos reflejan un cambio cualitativo y cuantitativo en las condiciones de vida de muchos hogares costarricenses. Cambios que han sido el esfuerzo sostenido del país, con mayor ahínco, después de la crisis sanitaria y económica generada por pandemia por el COVID-19. Se suman aspectos positivos como la implementación del Sistema Nacional de Información y Registro Único de Beneficiarios del Estado (SINIRUBE) en 2014 con lo cual depura, bancariza y controla la lista de personas beneficiarias y además, de algunas medidas estructurales relacionadas con la generación de empleo, infraestructura y atracción de inversión extranjera directa entre otros.
No obstante, al valorar los resultados, se debe considerar el antecedente histórico de los últimos años con relación a las crisis económicas pre, durante e incluso pospandemia y pensar que este podría ser un repunte después de un descenso. Y por eso se deben valorar los datos con proyección, y sin caer en negación, habrá que ver si se sostienen. Es menester trabajar para que así sea y que además sigan mejorando. Lo anterior, por cuanto es necesario señalar que por ejemplo, el aumento del ingreso para el cuarto y quinto quintil, fluctúa en un monto entre los 30 y 68 mil colones mensuales…un dato que al cuantificarlo, nos demuestra que el nivel de pobreza y pobreza extrema puede haber disminuido, pero siguen siendo hogares sumamente vulnerables.
Para el Instituto de Investigaciones Económicas (IIE) de la UCR, en su informe publicado el 06 setiembre de 2024 titulado “Costa Rica muestra una leve reducción de su pobreza y una pequeña mejora en sus niveles de ocupación” hay tareas pendientes con respecto a la reducción de las brechas de género: “para el primer trimestre del año, las mujeres ganaban 90 colones por cada 100 de los hombres, pero para el segundo trimestre, este dato se amplió en 6 colones más, y ahora ellas reciben sólo 84 colones por cada 100 “masculinos”. De forma adicional, “en este escenario, cada nicaragüense de nacimiento que trabaja en el país, ganó 83 colones por cada 100 de un costarricense para el segundo trimestre de este año. En cambio, en los primeros tres meses del 2024, esa cifra era de 87,5 por cada 100, es decir, la brecha se amplió 4,5 colones”.
Costa Rica tiene las condiciones para reducir la pobreza a un solo dígito en la presente década. El ideal es desterrarla. Esta es una tarea que debe ser complementada con acciones concretas conducentes a reducir las desigualdades estructurales que afectan a poblaciones vulnerabilizadas por las políticas sociales y económicas. Para la OCDE, el país se mantiene como el más desigual de sus miembros activos, lo cual nos muestra el rostro de la injusticia social.
La reducción de las desigualdades debe tocar de forma concreta a poblaciones como las mujeres jefas de hogar, quienes tienen una enorme carga de manutención y cuidados; a las personas con discapacidad, adultas mayores, habitantes de calle y migrantes. Se deben reducir las brechas salariales tanto entre mujeres y hombres así como entre personas nacionales y migrantes al tiempo de subir la cobertura de la seguridad social y reducir los niveles de informalidad laboral.
Es necesario señalar que la pobreza también es el resultado de lo que construimos como sociedad, y no sólo de las decisiones individuales. Cuando hablamos de pobreza, estamos hablando de nuestros pobres y no de un mero dato númerico porcentual. Son esos a los que no vemos porque nos escondemos detrás de tapias en residenciales, son los que están en las calles del otro lado de nuestros vidrios polarizados o incluso debajo de la línea de visión desde la ventana de un autobús. Son los que podemos evitar enfocar pero que aparecen en la siguiente esquina o semáforo. No siquiera están en las escuelas porque ya perdieron esa posibilidad. Podemos verlos desde nuestros espacios de confort pero ellos siguen sin tener una almohada decente. Los podemos ignorar perdiéndonos en las convenientes redes sociales o en la última serie de Netflix, pero ellos ven una película desenfocada pasar ante sus ojos cada noche, cuando el hambre no los deja dormir. Son nuestros pobres y no podemos ignorar que aunque el dato mejora (levemente), es un dato y la realidad sigue estando ahí. Que el dato no sea un número complaciente que nos adormezca en la acción.
Cada persona y cada hogar que salga de la pobreza es una buena noticia para el conjunto de la sociedad y debemos celebrarlo sin miramientos. La justicia social está en el derecho humano de contar con condiciones de vida dignas para cada persona. Para cada una de nuestras personas, sin distinción.
El país va por buen camino en la reducción de la pobreza, pero no debe perder el ímpetu de reducir las desigualdades, ese será sin lugar a duda, el mayor reto de cara al 2030 por nuestra Patria Viva y un mundo mejor.