Reflexiones: Desempleo por las nubes
Leiner Vargas lvargas@una.ac.cr | Martes 05 febrero, 2019
No sé si será casualidad o será evidencia empírica sustantiva; sin embargo, desde 2006 a la fecha, el desempleo se desacopla de su tendencia histórica de largo plazo y la inflación cae a cifras históricas. Muchas cosas han pasado desde entonces, que pueden explicar el desacople en el mercado laboral, lo que sí es cierto es que con un esquema de bandas cambiarias flexible y con las llamadas metas de inflación, hemos tenido inflaciones cada vez más bajas y hemos llevado al desempleo por las nubes. Algo mal hemos hecho en la macroeconomía, no estamos creciendo al ritmo requerido, estamos cada vez más endeudados y, sobre todo, somos cada día más desiguales, caros y pobres.
Ser un desempleado en la sociedad capitalista en la que vivimos es lo peor de lo peor, significa no contar con un mínimo ingreso para vivir y pasar al mundo subterráneo del jugársela con apoyos de los padres, hermanos o hermanas, esposo o esposa, hijos o hijas, de la caridad pública. Es la penosa situación de salir a buscar lo que sea que encuentre, no importa si soy un profesional, un técnico o un peón de campo, todos al final del día regresan a casa con una triste historia que contar: “no me llame yo le llamo”, “no tenemos vacantes disponibles”, “el puesto que tenemos requiere otras competencias”, “usted es demasiado joven y sin experiencia” o “usted ya está demasiado viejo para el puesto”, “usted podría embarazarse y no nos interesa contratar mujeres en edad de embarazo”, etc.
Para las mujeres es aún más penoso y difícil, el mercado laboral ya de por sí discrimina por el hecho de su más hermoso legado, la posibilidad de ser madres, pero si eso fuese poco, se le discrimina en muchos lugares y profesiones o se les paga de manera diferenciada. El mercado de trabajo es cada vez más duro, el ingreso es difícil para los nuevos profesionales y técnicos, casi imposible para quienes han quedado desempleados a mitad de su vida profesional y castiga fuertemente a quienes tienen alguna discapacidad. Los jóvenes ya no tienen esperanza al acudir a las grandes filas para dejar su currículo, la mayoría de las veces el salario brindado no alcanza para los pases, el almuerzo, el taxi porque me dejaron tarde en la oficina o el sitio de trabajo. Así las cosas, la situación laboral del país es un calvario que no quisiéramos ni siquiera pensar, pero aquellos que lo viven en su hogar, con un familiar o un vecino, saben que lo que digo es verdad, el desempleo es un mal que carcome al ser humano, que denigra y que genera malestar a la sociedad.
Unos cuantos deciden ser emprendedores, pero sin el apoyo real de las instituciones encargadas, la verdad uno de cada 100 podría subsistir y si falla, entonces ya no solo es desempleado, sino que queda en ruinas y fichado en las entidades financieras que le han prestado unos cuantos cincos para iniciar su empresa. Los datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos no pueden ser más crudos y contundentes. Los resultados de la encuesta de empleo muestran cómo las personas y las familias pierden más la esperanza y que no nos extrañe entonces la delincuencia, las pandillas y el deterioro social que sigue si no trabajamos todos para resolver este flagelo.
Si no afrontamos de verdad los retos del país para echar a andar la economía y fortalecer el crecimiento y las oportunidades, seremos las víctimas de los resultados mediocres que estamos teniendo. Somos un país caro para producir, caro para contratar, poco flexible y lleno de trabas para que los emprendedores puedan subsistir. Ciertamente la revolución tecnológica nos está golpeando en una serie de campos y los ámbitos nuevos de empleo de alto valor agregado no son suficientes ni son para todos. Las universidades de garaje sacan al mercado miles de nuevos profesionales cada año sin garantía de empleabilidad, sin mayores restricciones y de una muy cuestionada calidad. Ya no caben los títulos de abogado, administrador o arquitectos, ya tenemos más maestros que plazas en el Ministerio de Educación, ya tenemos más psicólogos y médicos generales que los requeridos para nuestra realidad, así podemos contarles de los cientos de profesionales que hoy manejan un UBER para mientras tanto o que han decidido hacer algo totalmente distinto a lo que estudiaron. Ni que decir de aquellos que están haciendo una segunda carrera, una maestría o posgrado, para disfrazar su desempleo temporal y mantenerse activos.
Pero todo lo anterior nos habla de la necesidad de tener una gran reforma nacional que involucra al empleo, a la educación y, por supuesto, a la política productiva y monetaria del país. De no alinear adecuadamente la capacitación y la educación pública con los cambios de este siglo, tendremos cada día mayores riesgos de quedarnos sin empleo. Quizás como digo en mi libro “A la deriva” deberíamos llevar a un no monetarista al Banco Central, para evitar seguir ofuscados con la inflación y desconectados con el empleo. La política económica más importante para el país de este 2019 es aquella que da soluciones a más de medio millón de familias que no tienen empleo y otros dos tantos que apenas y llegan a tener un empleo informal. No sé si seré solo yo el que lo veo en la calle, en el barrio, en la familia o inclusive donde trabajo. Creo que debemos ocuparnos de este tema con urgencia, el desempleo está por las nubes.
Dr. Leiner Vargas Alfaro
www.leinervargas.com
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