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COLUMNISTAS


Reflexiones: Infraestructura rezaga oportunidades de crecimiento del país

Leiner Vargas lvargas@una.ac.cr | Martes 15 octubre, 2019


No tenemos en Costa Rica gigantescos avances en infraestructura, las grandes obras de infraestructura nacional caminan al paso de la tortuga o inclusive, están paralizados.

Las grandes carreteras que podrían darle un respiro a la logística de transporte de mercancías y de personas en el país, siguen atascadas, paralizadas o simplemente desfinanciadas. San Carlos, Occidente y Limón siguen siendo promesas sin mayor avance, pero esto se repite en puentes y vías regionales.

Lo que un pequeño camino y puente es para una comunidad rural, lo es una carretera u autopista para una ciudad. El aeropuerto en Orotina sigue sin definirse y de igual forma, tampoco la ampliación de la ruta a Caldera, que no termina por concretarse.

Lastimosamente, solo tenemos estudios para un nuevo tren, estudios que se realizan por tercera vez en lo que vamos de este siglo XXI.

La situación macroeconómica del país lo refleja con claridad, la inversión pública se retrasa y con ello, el crecimiento y las oportunidades de empleo de los costarricenses.

Ya los costarricenses nos asombramos cuando se hacen pequeños parches y avances, por aquí y por allá. El arreglo de la platina o a cambiar una rotonda por un puente elevado cada cuatro años. Lo peor de todo, es que los empezamos a percibir como grandes o gigantescos proyectos de infraestructura, a esas pequeñas obras o avances, necesarios, pero claramente insuficientes.

En infraestructura, definitivamente se nos olvidó el Sur, se nos rezagó el Atlántico y hemos quedado debiendo con regiones como occidente y la zona norte del país. La infraestructura nacional debe modernizarse, buena parte de nuestros puentes y carreteras fueron diseñadas para la Costa Rica del siglo XX. El comercio, la logística y el desarrollo regional equilibrado son esenciales para el país y requieren de una inversión mayúscula en infraestructura. Puertos, aeropuertos, acueductos, hospitales y mejores vías de comunicación y opciones de transporte son esenciales para el desarrollo del país. A todo lo anterior se debe sumar la infraestructura energética y tecnológica, elementos que se convierten en catalizadores de dicho desarrollo.

El plan de infraestructura y logística del país debe ser un tema de Estado que urge, al igual que urge el poner fin a la improvisación y la incapacidad de la institucionalidad para atender las demandas de infraestructura para el siglo XXI. Cuando SUTEL inaugura entregas de internet con anchos de banda equivalentes a la mitad de lo que existe en el teléfono celular de un estudiante de secundaria, definitivamente, estamos dando palos de ciego. Cuando a un par de acueductos o la construcción de un hospital, se consideran gigantescos proyectos de infraestructura, creo, estamos realmente equivocados en el camino al desarrollo. Las cosas básicas que hace el Estado no pueden convertirse en nuestra gran agenda de infraestructura, de esa forma aspiraremos a muy poco como país. Deberíamos siquiera cruzar la frontera y ver los avances de nuestro vecino Panamá, pero claro, sería prudente ver lo que se avanza en Asía y en algunos de los países del este europeo.

Hasta la fecha, a pesar de muchos discursos, sigo viendo estudios y escusas para entrarle de lleno a las grandes obras. Por supuesto, de esto se alegra el Ministerio de Hacienda, que debe pagar menos deuda y ordena su flujo de caja en el corto plazo, pero así a costa de desempleo y de rezago en infraestructura el ajuste es regresivo y empobrecedor. Empero, la falta de inversión en grandes obras requeridas por el país es, desde mi punto de vista, son una de las principales trabas al crecimiento, la competitividad y el desarrollo del país. Al final de cuentas, menos crecimiento y empleo significan menos impuestos, es decir, todos perdemos.






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