Reinventar a Costa Rica
Emilio Bruce ebjreproduccion@gmail.com | Viernes 08 octubre, 2021
Sinceramente
Las personas muchas veces se reinventan varias veces durante su vida. Cuando un ciclo se termina se busca iniciar otro capitalizando las experiencias y las vivencias del agotado ciclo anterior.
Las empresas están en una evolución constante y abren divisiones y abarcan nuevos mercados, manufacturan hoy y dejan de fabricar para diseñar mañana. Las empresas que tienen una larga historia de reinvención propia resultan ser siempre las más hábiles sobrevivientes a los cambios en el entorno.
Costa Rica ha sufrido grandes transformaciones y se ha reinventado de manera intensa en su sector productivo y en su sistema político. Así hemos vivido bajo un régimen colonial en el que se producían muchos productos, pero no había especialización en nada. El tabaco fue adquiriendo importancia junto a la ganadería. En 1820 se inicia una transformación que reinventará a Costa Rica con la exportación de dos sacos de café al puerto de El Perico, Panamá, en un bajel llamado Virgen de los Ángeles y capitaneado por Gregorio José Ramírez. Años después el país logró su independencia y hubo de experimentar con la democracia en su gobierno y administración. No era algo nuevo, la democracia se había vivido intensamente en los cabildos coloniales. Un cabildo abierto ratificó nuestra independencia.
Costa Rica se reinventó con don José María Castro Madriz y de ser una república dentro de la Federación Centroamericana devino en un país plenamente independiente. Ya por esos días el café había tomado gran fuerza y más la habría de tomar cuando George Stiepel, comerciante alemán con sede en Chile, comenzó a comprar las cosechas costarricenses como intermediario para revenderlas en Alemania y Gran Bretaña.
La reinvención fue dramática cuando unos pocos cafetaleros adoptadores iniciales de la exportación directa del grano de café comenzaron a transportar su cosecha en el “Monarch” y el “Lavinia” los veleros que William Lyon Le Lacheur fletaba para transportar carga de Gran Bretaña hasta California. Esto detonó la revolución cafetalera que hizo cambios extraordinarios en el país. San José se electrificó, se instaló un tranvía en la capital, surgieron los teléfonos y llegaron luego los primeros vehículos a motor de explosión. El telégrafo funcionaba y las personas se comunicaban de una lejanía a otra con las pulsaciones de la clave de “Morse”. El país unos años luego de la independencia y de la adopción de la democracia era irreconocible del país de finales de la colonia española.
Las ideas del liberalismo de don Tomás Guardia Gutiérrez, don Próspero Fernández Oreamuno y de don Bernardo Soto Alfaro en esa primera oleada liberal comenzaron a separar la iglesia del gobierno del país. Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. El advenimiento de próceres como Ascensión Esquivel Ibarra, Cleto González Víquez y Ricardo Jiménez Oreamuno transformaron nuestro sistema de legalidad y asentaron la ley en el país. Costa Rica había logrado su reinvención política, institucional y económica.
En 1956 comenzó el murmullo de una reinvención que nos transformó en un país más industrializado y este fue la fundación y desarrollo del Mercado Común Centroamericano. Se erigieron barreras a la importación para que costarricenses produjeran y sustituyeran las importaciones. La sustitución de estas subió los sueldos y salarios y eso tuvo un impacto demoledor en contra de la competitividad de nuestra agricultura que perdió terreno. Industrias de integración e industrias locales protegidas se establecieron, los consumidores pagaron más caros los productos que solían importar por producirlos en el país, pero se generaron muchos puestos de trabajo y los trabajadores del país se entrenaron en nuevas destrezas. El país cambió de manera muy sensible y la población desarrolló capacidades más sofisticadas que las requeridas en las labores del campo. El país se había reinventado de manera palpable.
Hoy vivimos una extraordinaria reinvención que es la del libre comercio y de los tratados con numerosos países. El nivel general de precios ha bajado en los productos antes protegidos con barreras arancelarias, también ha mejorado de manera clara la calidad de los productos y su diversidad en el mercado. La población ha sido re entrenada para producir en industrias mucho muy sofisticadas. El país es hoy una potencia industrial y exportadora en materia de instrumentos médicos de precisión. De igual manera lo es en la exportación de sistemas de cómputo o ”logicial”. La gran oposición hecha por el país al libre comercio y a su lógica de vender dónde paguen mejor y comprar dónde los precios sean menores ha terminado por imponerse. El consumidor no es el sacrificado en el libre comercio.
El país está ahora a las puertas de otra gran reinvención. No es posible entrar a la sociedad del conocimiento con la educación que prestamos a la población. La educación pública y su actual calidad no es suficiente para que el país se reinvente y sea exitoso en la sociedad del conocimiento a la que vamos. No podemos rezagarnos. El país después de años de vivir estabilidad en el bipartidismo hoy enfrenta el dilema de 27 candidaturas a la presidencia y 31 partidos inscritos. Una transformación democrática también se avecina y no será fácil tampoco.
El país sufre de pobreza, desempleo, contracción de la economía en muchos sectores y de una educación inadecuada para nuestro presente y nuestro futuro. Viene una gran reinvención y los líderes políticos no se refieren a ella, quizás no la han percibido o no la han visto venir. La transformación es inevitable y debemos anticipar algunas cosas y tomar ventaja de este gran cambio para mejorar el país y la calidad de vida futura del costarricense. Podemos no adoptarla y estropear la calidad de vida y el futuro de muchas familias o adoptarla con valor y visión y surgir. ¡El problema es con quién! ¿Quién es el líder que, con conocimiento y experiencia, con integridad y visión nos va a conducir a esta reinvención nacional? El mundo no espera a Costa Rica, ni el país está avanzando con la rapidez deseada hacia nuevos y mejores estadios de producción, conducción política ni calidad de vida. No hay posibilidad de dar al país un mejor vivir si no hay una transformación productiva generada por la educación sofisticada que el mundo nos demanda.
Los electores tienen que pensar y tienen que elegir. No será fácil. Será muy difícil la escogencia porque el populismo nos está obnubilando el pensamiento. Nadie habla del esfuerzo al que vamos a vernos obligados inevitablemente. Nadie señala los riesgos de quedar atrás. Nadie es suficientemente sincero para expresar lo que el país necesita hacer por el temor de perder votos en los siguientes comicios. Todo queda en la adivinanza del ciudadano y eso es muy perjudicial. Que la Divina Providencia nos asista. El Eterno nunca abandona a los suyos.
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