Rendidos ante una leyenda
José Barquero jbarquero@larepublica.net | Martes 30 octubre, 2012
CRONICA
Rendidos ante una leyenda
Caifanes conquistó a su fanaticada que se congregó en el Palacio de los Deportes en Heredia
¡Afuera!, era el sentir unísono de los chiflidos que pasadas las ocho de la noche exigían el regreso de Caifanes a tarima; muchos ansiando ver al grupo de su juventud, otros ante la expectativa de lo que podría ser del grupo más de una década después de su época de oro.
Pero al igual que el vino, las canas son benévolas y “Viento” marcó la partida del espectáculo; no hizo falta introducción, presentación, ni siquiera las palabras. Fue el reencuentro de viejos amigos que tienen tiempo sin hablar, pero se conocen a la perfección.
Si bien el público ya estaba entregado, fue en “Miedo”, la tercera de las piezas, que el Palacio superó a Saúl Hernández y los pocos que se renegaban a la regresión, volvieron a ser jóvenes.
Después vino “Aquí no es así”, que levantó el velo en los pocos aún tímidos en unirse a la euforia.
La sinceridad de los músicos es innegable, más aún su sencillez evidenciada en la sonrisa cómplice cada vez que alguien del público subía a la tarima o gritaba al borde de ella.
“La música es como hacer el amor, lo mejor queda para el final”, bromeó Hernández, aunque inconsciente quizá del hecho que no era necesario el flirteo, porque ya la conquista había sido exitosa.
La manera en que la banda interactuaba, la sintonía entre Saúl, Sabo Romo en el bajo, Alfonso André en la batería, Diego Herrera en los teclados y Alejandro Marcovich en la guitarra líder era transmitida a los presentes.
Las revoluciones bajaron con “Piedra”, para hacer la transición hacia el final del primer bloque de 17 canciones, que terminó con “Nos vamos juntos”.
La banda salió del escenario, pero el público estaba seguro de que volverían ya que el éxtasis aún no llegaba.
Regresaron con “Hasta morir”, para enloquecer a todos los presentes con “Nubes”. Ya todos eran fanáticos, hasta Luis Montalbert —vocalista de la banda local Ghandi— cayó en la regresión de un fan más a los pies de la seducción de Caifanes.
“No dejes que” advirtió que el final estaba cerca, y “Afuera” puso el Palacio de cabeza, permitiendo a Alejandro Marcovich sacar provecho de su versatilidad en la guitarra.
“La célula que explota” bajó la adrenalina, pero solo para generar la antesala para “La Negra Tomasa”, que marcó el final de una presentación de casi 25 canciones que será conservada por los fanáticos y escépticos que se rindieron a la seducción de los mexicanos.
Daniel Chacón
dchacon@larepublica.net
Rendidos ante una leyenda
Caifanes conquistó a su fanaticada que se congregó en el Palacio de los Deportes en Heredia
Pero al igual que el vino, las canas son benévolas y “Viento” marcó la partida del espectáculo; no hizo falta introducción, presentación, ni siquiera las palabras. Fue el reencuentro de viejos amigos que tienen tiempo sin hablar, pero se conocen a la perfección.
Si bien el público ya estaba entregado, fue en “Miedo”, la tercera de las piezas, que el Palacio superó a Saúl Hernández y los pocos que se renegaban a la regresión, volvieron a ser jóvenes.
Después vino “Aquí no es así”, que levantó el velo en los pocos aún tímidos en unirse a la euforia.
La sinceridad de los músicos es innegable, más aún su sencillez evidenciada en la sonrisa cómplice cada vez que alguien del público subía a la tarima o gritaba al borde de ella.
“La música es como hacer el amor, lo mejor queda para el final”, bromeó Hernández, aunque inconsciente quizá del hecho que no era necesario el flirteo, porque ya la conquista había sido exitosa.
La manera en que la banda interactuaba, la sintonía entre Saúl, Sabo Romo en el bajo, Alfonso André en la batería, Diego Herrera en los teclados y Alejandro Marcovich en la guitarra líder era transmitida a los presentes.
Las revoluciones bajaron con “Piedra”, para hacer la transición hacia el final del primer bloque de 17 canciones, que terminó con “Nos vamos juntos”.
La banda salió del escenario, pero el público estaba seguro de que volverían ya que el éxtasis aún no llegaba.
Regresaron con “Hasta morir”, para enloquecer a todos los presentes con “Nubes”. Ya todos eran fanáticos, hasta Luis Montalbert —vocalista de la banda local Ghandi— cayó en la regresión de un fan más a los pies de la seducción de Caifanes.
“No dejes que” advirtió que el final estaba cerca, y “Afuera” puso el Palacio de cabeza, permitiendo a Alejandro Marcovich sacar provecho de su versatilidad en la guitarra.
“La célula que explota” bajó la adrenalina, pero solo para generar la antesala para “La Negra Tomasa”, que marcó el final de una presentación de casi 25 canciones que será conservada por los fanáticos y escépticos que se rindieron a la seducción de los mexicanos.
Daniel Chacón
dchacon@larepublica.net