Resurgimiento económico a través de participación social canalizada mediante productos Fintech
Ivannia Méndez ivannia.morales@cr.gt.com | Martes 08 junio, 2021
Ante crisis como la que hemos atravesado, el fomentar la creatividad e innovación, para desarrollar nuevos productos y servicios, aparece en el horizonte como un importante medio para hacer resurgir el bienestar social y las golpeadas economías mundiales, mismas que podrían verse favorecidas con el uso de productos Fintech, los cuales a través de colaboración ciudadana promueven la inclusión de sectores hasta cierto punto financieramente desfavorecidos.
El término “Fintech” proviene de la unión de dos palabras en inglés, “Finance” y “Technology”, que a nivel práctico vendría a englobar todas las empresas del ámbito financiero que utilizan la tecnología para brindar sus productos o servicios. Lo cierto es que este es un sector muy cambiante, pues las novedades no dejan de aparecer y modificar el panorama, motivo por el cual hacer una lista taxativa de productos asociados resulta casi imposible.
Entre la amplia variedad de este tipo de productos, los que se asemejan o comparten más funcionalidades con la intermediación financiera tradicional -depósitos y préstamos o inversiones- han atraído la mayor atención. Las autoridades financieras están observando innovaciones útiles en estos productos, que tienen el potencial de aumentar la competencia en los mercados financieros y, al mismo tiempo, llegar a segmentos insuficientemente atendidos por los servicios financieros tradicionales.
No obstante lo anterior, en la mayoría de los casos, estos productos han surgido sin un marco normativo que les sea directamente aplicable, reproduciendo en ocasiones los mismos problemas que décadas de esfuerzos de regulación y supervisión han erradicado de los mercados financieros, como el uso de información privilegiada, las prácticas crediticias desleales y la opacidad de la información. Además, en la mayoría de oportunidades, los clientes de estos productos no disfrutan de los beneficios de los marcos de protección financiera del consumidor y/o garantías respecto de sus depósitos, existiendo también preocupación por la falta de sistemas adecuados de lucha contra el lavado de dinero y la financiación del terrorismo.
Si bien estas prácticas han tenido un amplio y rápido crecimiento a nivel global, la normativa no ha fluido con la misma velocidad y menos aún el grado de consenso entre las autoridades internacionales respecto a su promulgación, pues existen enfoques bastante diferenciados, que probablemente derivan de las prioridades y realidades del mercado de cada uno de los reguladores.
Ahora bien, pareciera que lo sensato y primordial es el poder desarrollar alianzas, entre sectores regulados consolidados y desarrolladores o plataformas de productos Fintech, que con identificación clara de los recursos y beneficios que cada uno en su sector posee y puede aportar a la relación, promuevan prácticas ágiles y seguras que permitan al público en general colaborar con causas y/o potenciales negocios con los que se sientan identificados, lo que sin duda proyectará una imagen de mayor seguridad y provocará una masiva implicación de la ciudadanía en diferentes sectores y/o negocios, hasta hoy probablemente no divulgados, con importante potencial de crecimiento y evolución comercial.
En consecuencia, dada la irrefutable evidencia de que existen segmentos del mercado social y económico desatendidos por las instituciones financieras tradicionales, las autoridades, ya sea basándose en interpretaciones de lo que se califica como intermediación financiera o promoviendo medidas legislativas acorde con la realidad, deben de forma más ágil introducir estos productos en su perímetro regulatorio, y la sociedad como conjunto abogar por que se aborden, ya que sin duda podrían resultar un arma potencialmente eficaz para el avance social que tanto suplican ciertos sectores en la actualidad.