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NACIONALES


Rusia decidiría conflicto con Nicaragua

Luis Muñoz lmunoz@larepublica.net | Viernes 03 diciembre, 2010




De recurrir al Consejo de Seguridad, veto ruso representa el escollo más complicado para el país
Rusia decidiría conflicto con Nicaragua
Acercamiento armamentista es el principal vínculo entre Managua, Caracas y Moscú
Transcurridos 42 días de haberse detectado la invasión nicaragüense en la frontera noreste, de manera sutil, poco a poco la diplomacia costarricense ha empezado a reconocer en el horizonte de las acciones diplomáticas, recurrir al Consejo de Seguridad en el seno de las Naciones Unidas (ONU).
Mientras tanto el presidente sandinista, Daniel Ortega, ha tenido suficiente tiempo para demostrar que su incursión lejos de ser una ocurrencia, fue un golpe militar articulado, barnizado de patriotismo y respaldado financiera y geopolíticamente por la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba) que lidera el mandatario venezolano, Hugo Chávez.
Levantar el caso ante el Consejo de Seguridad no es tarea fácil para Costa Rica, pues en él converge un complejo entramado de intereses ideológicos, comerciales y armamentistas.
El Consejo está integrado en total por 15 naciones, de las cuales diez son temporales con derecho a voto y cinco permanentes con potestad de veto, Rusia, Francia, Reino Unido, China y Estados Unidos. Para que una resolución sea aprobada se requieren al menos nueve países a favor.
Suponiendo que no haya mayores obstáculos para Costa Rica entre los aliados democráticos y China, dada su actual cercanía, todavía existe un escollo por resolver.
En este sentido, Rusia representa la mayor incertidumbre, dadas sus fructuosas relaciones en cooperación militar y económica con Venezuela.
La nación bolivariana ya hizo manifiesta su oposición a los argumentos costarricenses y el incondicional apoyo a Nicaragua durante la votación de la resolución sobre este caso en la Organización de los Estados Americanos (OEA) el pasado 12 de noviembre.
No sería ninguna sorpresa que la diplomacia bolivariana ejerciera influencia sobre Rusia para vetar cualquier decisión desfavorable para Ortega.
Venezuela se ha convertido en uno de los principales compradores de armamento ruso en América Latina. En los últimos cuatro años las adquisiciones, estima la BBC, alcanzaron los $4.500 millones, incluyendo tanques, helicópteros y aviones caza.
Más recientemente, a mediados de octubre, en su novena visita a Moscú, Chávez firmó un acuerdo con su contraparte rusa, Dmitri Medvédev, para la construcción de una planta nuclear en suelo sudamericano.
Las relaciones bilaterales entre ambas naciones son amplias y fuertes, comprenden estudios para la explotación petrolera de la franja del Orinoco, recién valorada por el Servicio Geológico de Estados Unidos con un potencial extraíble de unos 513 mil millones de barriles, casi el doble de las reservas oficiales de Arabia Saudita.
Otro aliado de Nicaragua, con sustanciales relaciones en colaboración nuclear y socio de Rusia en Oriente Medio es Irán.
Tan solo tres días después de que Ortega asumiera el poder por segunda vez, en enero de 2007, recibió la visita del presidente iraní, Mahmoud Ahmadinejad. Tras la reapertura de embajadas en ambos países, Irán presentó un pretencioso plan de cooperación, que contempla la construcción de plantas hidroeléctricas, sistemas de riego, estudios para puertos, proyectos para la industria cementera, viviendas, agricultura y educación. El monto de la ayuda iraní nunca fue revelado.
Hasta el momento, los resultados visibles han sido pocos para el vecino del norte, pero si de ambición se tratase, el pasado 11 de noviembre, el diario israelí Haaretz publicó que el conflicto desencadenado por la draga en la frontera noreste, se debía a los planes de Nicaragua, Venezuela e Irán de construir un canal interoceánico el cual pretendería competir con el de Panamá.
Este último punto posiblemente sea el más difícil de creer, sin embargo sí es claro que desde Managua se han desarrollado lazos que tendrían un peso considerable a la hora de una decisión en el Consejo de Seguridad.
Rusia es el eslabón más sólido entre estas fuerzas geopolíticas y la colaboración ideológica desde Venezuela, por lo que no es un tema que se pueda subestimar.
Hasta el momento, las relaciones entre Costa Rica y la Federación Rusa son cordiales, sin embargo están lejos de ser tan interesadas como la de sus socios del Alba.
Si llegase el momento de decidir en el Consejo de Seguridad, existe la posibilidad de que Moscú sopese sus negociaciones con otros miembros permanentes, y abogue por una resolución más apegada a un razonamiento “políticamente correcto”, como cuando se unió a favor de las sanciones contra Irán por su negativa a ser supervisada en el tema nuclear.
También, si la Federación Rusa no apoya una resolución del Consejo pero no quiere bloquearla con su veto, se puede abstener en la votación.
De ser presionada, Rusia podría insistir en soluciones bilaterales a este conflicto, como medida para evitar tomar una decisión que la comprometa con sus aliados comerciales en América Latina.
El mes pasado, en un escueto comunicado, la oficina de Asuntos Exteriores rusa señaló su preocupación sobre este conflicto, “estamos convencidos de que Managua y San José serán capaces de resolver sus diferencias territoriales por la vía del respeto mutuo y el diálogo bilateral entre los países y los pueblos a los que unen históricamente lazos de amistad”.
Es previsible que la estrategia de la diplomacia de Ortega será dilatar cualquier fallo contundente que signifique el retiro de su ejército sobre suelo costarricense e implique la detención de la destrucción del humedal y trabajos de dragado en Isla Calero.
Las pretensiones de Nicaragua para la zona han sido confusas, ha mencionado desde la búsqueda de una mayor navegabilidad por el río San Juan para fines comerciales y de turismo, la solicitud de derechos de movilidad sobre el río Colorado hasta la supuesta recuperación de territorio que alega haber perdido desde la campaña de 1856.
Lo cierto es que el tiempo corre a favor del líder sandinista, mientras se acercan los comicios presidenciales en noviembre de 2011, donde Ortega pretende enquistarse en el poder, a pesar de la prohibición expresa de la Constitución política de su país.

Luis Alberto Muñoz
lmunoz@larepublica.net






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