Logo La República

Sábado, 23 de noviembre de 2024



COLUMNISTAS


Salud y gobernabilidad

María Luisa Avila avilaaguero@gmail.com | Jueves 10 enero, 2013


Los datos de enfermedad del Presidente deben ser hechos públicos cuando la enfermedad afecte su capacidad de gobernar, sin entrar en detalles que violen su derecho y el de sus familiares a la confidencialidad


Tricotomía

Salud y gobernabilidad


La salud del Presidente Hugo Chávez ha abierto un debate en torno a si los detalles de su enfermedad deben ser públicos. El tema no es nuevo, dos autores europeos Accoce y Rentchnick, escribieron en 1978 “Los enfermos que nos gobernaron”. El libro versa sobre los problemas de salud de importantes gobernantes en momentos decisivos de la historia.
El libro menciona las enfermedades de Hitler, Mussolini, Churchill y Roosevelt. Los cuatro, portadores de enfermedades crónicas que pudieron afectar su desempeño como gobernantes y tomadores de decisiones. Decisiones de las que dependió el futuro de millones de personas.
La neurosífilis que padeció Mussolini, se caracterizaba por modificaciones de personalidad, delirio megalomaníaco, desaparición del sentido crítico, e incoherencia profunda. Einsehower era fumador empedernido con hipertensión arterial, cardiopatía y varios infartos. Otros líderes mundiales se han padecido graves enfermedades, que han puesto en duda su capacidad de gobernar, ¿cuánto influyeron estas enfermedades en sus decisiones?
Costa Rica no cuenta con legislación al respeto, y por ende prevalece el derecho de la persona a no dar a conocer datos de su salud más allá de los que por su propia decisión desee proporcionar. Sin embargo la gobernabilidad no se afecta, ya que en caso necesario los vicepresidentes o el Presidente de la Asamblea Legislativa, sustituyen al mandatario enfermo. Otros países tienen reglas claras al respeto, que incluso detallan en qué casos por razones médicas debe un mandatario ser destituido.
Mi criterio como médica, es que los datos de enfermedad del Presidente deben ser hechos públicos cuando la enfermedad afecte su capacidad de gobernar, sin entrar en detalles que violen su derecho y el de sus familiares a la confidencialidad. Enfermedades no incapacitantes no requieren ser del dominio público. La salud de un mandatario no debe politizarse. Cada gobernante está en el derecho de revelar los detalles que desee de su historia médica, pero debe ser una decisión personal, no una imposición mediática.
Las preguntas a discutir ¿Es adecuado que se mantengan en secreto las enfermedades de los políticos que gobiernan las naciones? ¿Tiene derecho el pueblo a conocer todos los detalles de la salud del gobernante o solo algunos aspectos? ¿Qué pasa con el derecho de la familia del gobernante a su intimidad en el caso de enfermedades hereditarias? ¿Solo el gobernante debe declarar su estado de salud? ¿Se debe extender el requisito a otras personas con altos cargos públicos o privados, que incidan directamente en la estabilidad de una nación?
Aldous Huxley en 1958 decía, “la investigación de las enfermedades ha avanzado tanto que es cada vez más difícil encontrar a alguien que esté completamente sano”. Bajo esta premisa se debe analizar hasta donde vamos a reconocer la intimidad de una persona o el derecho a todo tipo de información. Al fin y al cabo, la salud no es solo la ausencia de enfermedad. Un tema sin duda apasionante que vale la pena discutir.

María Luisa Ávila

 

NOTAS ANTERIORES


Liderar el cambio

Viernes 22 noviembre, 2024

Las empresas en Centroamérica están trabajando, cada vez más, en el liderazgo sostenible







© 2024 Republica Media Group todos los derechos reservados.