Saprissa pegó durísimo
| Lunes 17 febrero, 2014
Saprissa pegó durísimo
Aplastó a Santos y llega al clásico en su mejor momento
La pirámide humana con Gabriel Badilla en la cima, celebra con Kendall Waston la primera conquista. WWW.IMAGENESENCOSTARICA.COM/LA REPÚBLICA
El Deportivo Saprissa goleó sin apelaciones y con una buena demostración de fútbol al Santos con un categórico 4-0 en el Estadio Nacional y con esto, va listo y preparado para enfrentar a su némesis, el Alajuelense, el próximo domingo, precisamente en el reducto de La Sabana.
El aprovechar el error del rival es una gran virtud que tienen los grandes, y Saprissa se acordó de eso y en menos de 15 minutos liquidó el partido usando la cabeza, literalmente, y en específico la de Kendall Waston quien firmó su mejor partido de temporada.
El primero llegó a los 8 minutos luego de un tiro de esquina de David Guzmán y en las alturas, en donde nadie pudo llegar, salvo Kendall y con su maniobra de factura, desvía de forma colocada y potente el balón al fondo de los cordeles de Adrián De Lemos.
Las cosas empezaban mal para los santistas, pero al 13', se iban a poner peor, ya que un yerro desastroso por parte de Eduardo Touborne, quien se resbala en su zona, le abre el portillo para que un avispado Ariel Rodríguez aproveche, corra la banda, y en un gran pase, encontró a un solitario Manfred Russell quien con buen toque logró hacer el segundo para los morados.
Santos logró acomodarse y al minuto 28 en una jugada enredada en el área Carlos Hernández de manera inexplicable falló con el marco a su entera disposición.
El fallo de Hernández hizo recordar un famoso adagio en el fútbol que dice “quien no los hace, los ve hacer” y eso lo aplicó perfectamente el Saprissa en el 36', se repitió la misma fórmula del primer gol, tiro de esquina cobrado por David Guzmán y quien apareció para rematar fue Kendall Waston con su jugada patentizada para poner el 3 a 0.
Mauricio Castillo cerró el rosario al 81' con un remate de billarista, débil pero bien colocado al palo largo de De Lemos.
Por Ricardo Mora
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