Se acabó el romanticismo
Natasha Cambronero redaccion@larepublica.net | Miércoles 01 septiembre, 2010
Presidenta Chinchilla toma distancia de Arias y discrepa de su plan
Se acabó el romanticismo
Con sello propio, la mandataria busca imponer su forma de gobernar y sus prioridades para el país
Pese a que Laura Chinchilla llegó a la Vicepresidencia de la República en 2006 de la mano de Oscar Arias y posteriormente fue ungida por el arismo para luchar por la Presidencia de la República, su mandato ha empezado a distanciarse de su antecesor, tanto en la forma de gobernar como en los proyectos prioritarios.
Si bien fungió como vicepresidenta y ministra de Justicia durante dos años y cinco meses de la administración anterior, a pocos días de cumplir cuatro meses en el poder, Chinchilla ha impuesto su propio sello, tomando distancia y discrepando de su predecesor.
Su accionar hasta el momento, le ha permitido desmarcarse de las críticas que la acusaban de ser un títere del arismo y al mismo tiempo, marcar la cancha para dejar la sensación de que su administración no será un continuismo, a pesar de haber ofrecido lo contrario en su campaña electoral.
“El gobierno de doña Laura no ha mostrado claridad sobre cuáles son sus proyectos claves, como Limón Ciudad Puerto y la Ley General de Electricidad. Proyectos que la administración anterior dejó con presupuesto, discutidos y consensuados. Pero qué pasa ahora, Chinchilla los tiene frenados, incluso se habla de cambiar los proyectos de ley con textos totalmente nuevos”, aseveró Manuel H. Rodríguez, presidente de la Unión Costarricense de Cámaras.
Entre los puntos en los que existe un distanciamiento sobresale su relación con la Iglesia católica, los partidos de oposición y los sindicatos.
Asimismo, el proyecto de ley para abrir el mercado energético a la competencia, la minería a cielo abierto y la destitución de Bruno Stagno como embajador ante la Organización de Naciones Unidas.
Otros temas en cuestión son la creación de un Centro Cívico Nacional, donde se aglutinen los Poderes Supremos, ministerios y entidades gubernamentales, así como las frías relaciones entre Chinchilla y Rodrigo Arias, hermano del ex presidente, quien criticó su actuar al frente del país, y el déficit fiscal que enfrenta Costa Rica.
Hasta el momento, los roces han sido diplomáticos pero claros en cuanto al mensaje. “Creo que le ha quedado claro a la gente que hay un sello propio, recuperando eso sí, y honrando la enorme huella que don Oscar Arias le ha dejado a Costa Rica. Hemos podido seguir construyendo un Gobierno, que estoy segura que también tendrá su propio sello y le dejará cosas buenas al país”, dijo la mandataria.
En relación con el Centro Cívico Nacional, Chinchilla ha sido enfática en que por el momento no es conveniente realizar la millonaria inversión, debido a la situación deficitaria de las arcas del Estado.
Posición antagónica ha manifestado Arias, quien aboga por reactivar la construcción de las nuevas sedes de la Asamblea Legislativa y la Casa Presidencial como antídoto para contrarrestar el rezago que muestra la economía, y para lo cual existe financiamiento del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE).
Otro proyecto donde surgen diferencias, es en la Ley General de Electricidad, que autoriza la competencia en este mercado, pues Chinchilla apuesta por una apertura solo de un 35% de la producción de energía limpia, mas no en la comercialización, mientras que Arias apunta a una apertura total.
Lo mismo sucede con la minería a cielo abierto, la mandataria desea prohibir esta actividad en el país con una reforma de ley, pero su antecesor abogó por declararla proyecto de interés nacional durante su gestión.
“Existe una relación de tensión entre ambas fuerzas. Por un lado los Arias quieren afirmar su permanencia en el poder y por otro, doña Laura quiere hacer su gobierno a su manera y que la dejen gobernar”, afirmó Constantino Urcuyo, politólogo.
El accionar de la Presidenta no solo dista mucho de su antecesor en los proyectos que impulsa, sino también en la manera de gobernar.
Por un lado Chinchilla mantiene una relación de cercanía con la Iglesia católica y continuamente está dialogando con los partidos de oposición y sindicatos para resolver diferentes problemas.
Por el otro lado, Arias tuvo conflicto con los obispos y solo se relacionaba con las demás agrupaciones políticas representadas en la Asamblea Legislativa mediante la intervención de su hermano Rodrigo Arias, como ministro de la Presidencia.
“Existe una redefinición de algunos temas, principalmente en el modelo social y en la forma de gobernar, pues su gestión se ha centrado en el acuerdo, en sentarse a negociar, lo vimos con el caso de la universidades públicas, pero en cuanto al modelo económico, tanto la Presidenta como Arias han apostado por una estrategia de apertura y búsqueda de nuevos mercados”, dijo Carlos Carranza, director de la Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad Nacional.
Natasha Cambronero
ncambronero@larepublica.net
Se acabó el romanticismo
Con sello propio, la mandataria busca imponer su forma de gobernar y sus prioridades para el país
Pese a que Laura Chinchilla llegó a la Vicepresidencia de la República en 2006 de la mano de Oscar Arias y posteriormente fue ungida por el arismo para luchar por la Presidencia de la República, su mandato ha empezado a distanciarse de su antecesor, tanto en la forma de gobernar como en los proyectos prioritarios.
Si bien fungió como vicepresidenta y ministra de Justicia durante dos años y cinco meses de la administración anterior, a pocos días de cumplir cuatro meses en el poder, Chinchilla ha impuesto su propio sello, tomando distancia y discrepando de su predecesor.
Su accionar hasta el momento, le ha permitido desmarcarse de las críticas que la acusaban de ser un títere del arismo y al mismo tiempo, marcar la cancha para dejar la sensación de que su administración no será un continuismo, a pesar de haber ofrecido lo contrario en su campaña electoral.
“El gobierno de doña Laura no ha mostrado claridad sobre cuáles son sus proyectos claves, como Limón Ciudad Puerto y la Ley General de Electricidad. Proyectos que la administración anterior dejó con presupuesto, discutidos y consensuados. Pero qué pasa ahora, Chinchilla los tiene frenados, incluso se habla de cambiar los proyectos de ley con textos totalmente nuevos”, aseveró Manuel H. Rodríguez, presidente de la Unión Costarricense de Cámaras.
Entre los puntos en los que existe un distanciamiento sobresale su relación con la Iglesia católica, los partidos de oposición y los sindicatos.
Asimismo, el proyecto de ley para abrir el mercado energético a la competencia, la minería a cielo abierto y la destitución de Bruno Stagno como embajador ante la Organización de Naciones Unidas.
Otros temas en cuestión son la creación de un Centro Cívico Nacional, donde se aglutinen los Poderes Supremos, ministerios y entidades gubernamentales, así como las frías relaciones entre Chinchilla y Rodrigo Arias, hermano del ex presidente, quien criticó su actuar al frente del país, y el déficit fiscal que enfrenta Costa Rica.
Hasta el momento, los roces han sido diplomáticos pero claros en cuanto al mensaje. “Creo que le ha quedado claro a la gente que hay un sello propio, recuperando eso sí, y honrando la enorme huella que don Oscar Arias le ha dejado a Costa Rica. Hemos podido seguir construyendo un Gobierno, que estoy segura que también tendrá su propio sello y le dejará cosas buenas al país”, dijo la mandataria.
En relación con el Centro Cívico Nacional, Chinchilla ha sido enfática en que por el momento no es conveniente realizar la millonaria inversión, debido a la situación deficitaria de las arcas del Estado.
Posición antagónica ha manifestado Arias, quien aboga por reactivar la construcción de las nuevas sedes de la Asamblea Legislativa y la Casa Presidencial como antídoto para contrarrestar el rezago que muestra la economía, y para lo cual existe financiamiento del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE).
Otro proyecto donde surgen diferencias, es en la Ley General de Electricidad, que autoriza la competencia en este mercado, pues Chinchilla apuesta por una apertura solo de un 35% de la producción de energía limpia, mas no en la comercialización, mientras que Arias apunta a una apertura total.
Lo mismo sucede con la minería a cielo abierto, la mandataria desea prohibir esta actividad en el país con una reforma de ley, pero su antecesor abogó por declararla proyecto de interés nacional durante su gestión.
“Existe una relación de tensión entre ambas fuerzas. Por un lado los Arias quieren afirmar su permanencia en el poder y por otro, doña Laura quiere hacer su gobierno a su manera y que la dejen gobernar”, afirmó Constantino Urcuyo, politólogo.
El accionar de la Presidenta no solo dista mucho de su antecesor en los proyectos que impulsa, sino también en la manera de gobernar.
Por un lado Chinchilla mantiene una relación de cercanía con la Iglesia católica y continuamente está dialogando con los partidos de oposición y sindicatos para resolver diferentes problemas.
Por el otro lado, Arias tuvo conflicto con los obispos y solo se relacionaba con las demás agrupaciones políticas representadas en la Asamblea Legislativa mediante la intervención de su hermano Rodrigo Arias, como ministro de la Presidencia.
“Existe una redefinición de algunos temas, principalmente en el modelo social y en la forma de gobernar, pues su gestión se ha centrado en el acuerdo, en sentarse a negociar, lo vimos con el caso de la universidades públicas, pero en cuanto al modelo económico, tanto la Presidenta como Arias han apostado por una estrategia de apertura y búsqueda de nuevos mercados”, dijo Carlos Carranza, director de la Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad Nacional.
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