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Lunes, 25 de noviembre de 2024



FORO DE LECTORES


Seguridad ciudadana y prevención

Christian Rivera redaccion@larepublica.net | Jueves 25 enero, 2024


Christian Rivera


¿Qué estamos dispuestos a hacer para plantarnos frente a este tsunami de inseguridad? ¿Qué estaba haciendo, hace 10 años, la juventud que hoy ha sido reclutada por las bandas del narcotráfico, cuáles eran los sueños de esos niños? ¿Cuál es la relación entre la deserción escolar y la calidad de la educación?

Jóvenes sicarios que se acribillan unos a otros en todo el país. En sólo los primeros 15 días de este año, todas las provincias registraron homicidios con un incremento en el porcentaje de homicidios por narco de un 35% en 5 provincias. Lo que puede ser la historia, los sueños de vida han muerto en manos de estadísticas alarmantes que observamos estupefactos e incapaces de creer. Según el Programa del Estado de la Nación, tanto las las víctimas como los victimarios son personas jóvenes, menores de 30 años, precisamente, vinculadas al crimen organizado y a las luchas de poder en el sicariato.

¿Qué vamos a hacer Costa Rica? ¿Seguir con diagnósticos, estudios, esperando que otros resuelvan o que los políticos tengan no sólo la voluntad, sino también la capacidad de crear políticas públicas coherentes que defiendan nuestro derecho a la seguridad?

Según los estudios del Centro de Investigación y Estudios Políticos de la Universidad de Costa Rica (CIEP), desde hace meses, la opinión pública ha levantado la voz colocando a la inseguridad, como el principal problema que enfrentamos los costarricenses, pero como siempre, los políticos de turno, no tienen ni la voluntad, ni la determinación para dejar de lado sus egos personales y gobernar desde el consenso, independientemente de cuál sea su color político y cual sea el cálculo para las siguientes elecciones.

La historia se repite y mientras tanto el crimen organizando sigue reclutando peones baratos prometiéndoles una “buena vida” a corto plazo, tal y como lo ven en las películas o en las series más vistas de NETFLIX; pero, lo que jamás les dirán, es que el promedio de vida no sobrepasa el año, una vez que son participes de este fuego cruzado.

Como empresario y activista social, tengo claro el valor de la inversión social en programas preventivos que fortalezcan la seguridad social. Para nadie es un secreto que la delincuencia genera un alto costo económico y social por pérdidas en capital humano, afectaciones al bienestar y seguridad ciudadana, y obstáculos al desarrollo económico.

El sector turismo, por ejemplo, en nuestro país aporta más del 6,3 % del PIB de manera directa y más del 8,2% si tomamos en cuenta los encadenamientos productivos, lo cual representa más de US$1.000 millones por trimestre, sin embargo, la inseguridad ataca de manera infalible este que es, uno de nuestros principales motores de la economía. Pedir más no es gula. Es sentido común, y hasta un estudiante de primer año de economía lo entendería.

Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) que el crimen y la violencia le cuestan a la región Latinoamericana en promedio 3.5% del PIB y un estudio reciente del Banco Mundial establece que el 25% de las empresas consultadas por esta entidad en 150 países, considera que la delincuencia es la principal restricción para hacer negocios en América Latina.

En un Estado de Derecho, no solo tenemos que robustecer y modernizar la legislación para que esté acorde con nuestros tiempos, es necesario dotar de la tecnología y capacitación a cuerpos policiales y mejorar la justicia procedimental, sino también, trabajar de manera cohesionada como sociedad civil, en el apoyo a iniciativas de prevención. ¿Tener más policías? Por supuesto, pero no es suficiente. Se necesita de una visión integral, de capacidad de diálogo franco intersectorial y sobre todo de ponernos a trabajar, porque los hechos siempre hablaran más fuerte que las palabras.

Como activista social, desde hace 13 años, trabajo con jóvenes en comunidades “rojas” es decir las zonas que en el mapa de calor son más conflictivas. Tal es el caso de Fray Casiano y Barranca en Puntarenas, Cieneguita en Limón y otras como Puerto Viejo y la zona central de San José. La iluminación y recuperación de espacios públicos, el deporte y la cultura marcan la diferencia cuando hablamos de abordar de manera integral a corto, mediano y largo plazo, la problemática de inseguridad.

La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible resalta la creciente contribución del deporte como herramienta para la paz y para fomentar la tolerancia y el respeto. En Costa Rica Azul, la organización sin fines de lucro que fundé y que presido, apoyamos a más de 750 jóvenes en todo el país. Somos testigos de cómo un balón de fútbol, la guía de un entrenador y el apoyo de muchos voluntarios pueden transformar vidas y construir futuros de oportunidades.

Identidad y pertenencia, una dupla necesaria en la vida de los jóvenes. Valores como la disciplina, el mérito y el esfuerzo son puentes que conducen a una vida de superación. Desde el 2016, el Programa Mundial de las Naciones Unidas de Implementación de la Declaración de Doha, establece el impacto del deporte para prevenir la delincuencia juvenil y el uso de drogas. Por otro lado, En New York, en el 2016 En New York, solo con el uso de torres de luz de alta intensidad alrededor de algunos barrios de vivienda social redujo el crimen en un 36%, considerando, entre otros, asesinatos, asaltos, hurtos de vehículos y robos.

Aquí no se trata de descubrir el agua tibia, ni de hacer más análisis o pagar consultorías, se trata de llevar a la práctica lo obvio, lo que todos sabemos, de exigir a nuestros gobiernos locales políticas y presupuestos orientados al deporte, la cultura y la iluminación y recuperación de espacios públicos.

Además, hago un llamado al sector privado, porque como empresarios debemos unir nuestros esfuerzos para INVERTIR, así con mayúsculas. Una inversión social que nos dará réditos porque nos conviene un país seguro y así como la economía camina gracias a nuestro trabajo y capacidad, debemos hacer historia en un momento clave y marcar la diferencia. Dejemos de esperar que otros hagan por nosotros. Desde nuestra capacidad de gestión, nuestra visión económica y social, es hora de asumir el liderazgo y de organizarnos para construir una sociedad de paz, libertad, desarrollo y seguridad para todos.







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