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Sinceramente

Emilio Bruce ebjreproduccion@gmail.com | Viernes 12 julio, 2013


Al país le urge una oposición al PLN, vigorosa, unida y talentosa para equilibrar el poder y ofrecer una alternativa de gobierno y de legisladores


Sinceramente

En una de mis últimas columnas comentaba que el país vive una época de agitación fuerte y cada vez más profunda y sentida. Le llamaba entonces un “animus belli” político.
Con el tiempo ha ido empeorando. Cada vez es más palpable, y cada vez más los altos funcionarios y líderes de partidos políticos y los titulares electos de la Asamblea Legislativa y del Poder Ejecutivo, han ido perdiendo ascendiente y liderazgo con las masas. El pueblo desconfía de su ejecutoria, de sus objetivos, de su honestidad, de su trabajo.
Algunos juicios mediáticos que han levantado escándalos proverbiales en el país han sido motor de este proceso. Consciente o inconscientemente han ayudado a que los costarricenses consideren que quienes los dirigen, los políticos, no son sino corruptos. Sin confianza en quienes dirigen el país, el pueblo es proclive a creer todo lo que le sugieran, rumores y cuentos.
Claro está, los múltiples escándalos sobre carreteras, refinerías, muelles petroleros, ciudades portuarias, concesiones de autopistas, entre otros, han generado el suficiente contenido para que esta desconfianza se vea apoyada y justificada en elementos claros y datos fehacientes.
El país inicia en estos días la campaña política que culminará con las elecciones de 2014. Una minoría al parecer podría elegir al Presidente de la República en primera ronda.
Así pareciera ya que un alto abstencionismo y una oposición al PLN totalmente disgregada, dividida y pulverizada en 56 partidos diferentes, no va a levantar la masa crítica de votantes suficientes para derrotar a ese partido que hipotéticamente habrá de elegir a nuestro Presidente y Diputados.
Compleja situación porque si la abstención electoral es tan fuerte como se prevé, la minoría va a elegir, pero no va a legitimar su elección.
El país requiere levantar el entusiasmo y cosechar una votación muy alta para que todos sean parte del proceso electoral y todos sean responsables de las decisiones allí tomadas. Pero el pueblo no confía ya en su sistema como confió en el pasado. ¿Votar por una bandera y no por nombre del diputado? ¿Votar sin saber cuál es mi diputado porque no hay distritos electorales claros y distintos? ¿Aguantarse cuatro años diputados que resultaron sin destrezas para ser diputados? Al país le urge una reforma política y una discusión nacional en profundidad para lograrla mejor y así rescatar el sistema.
Los costarricenses debemos estar en posición de elegir a quienes requerimos, no a los que otros quieran ponernos para que les elijamos. A los costarricenses nos urge saber quién es el diputado que elegimos y al que podemos destituir, como a los Alcaldes que no sirven. Al país a su vez le urge una oposición al PLN, vigorosa, unida y talentosa para equilibrar el poder y ofrecer una alternativa de gobierno y de legisladores, así como para proveer un interlocutor válido en las negociaciones nacionales.


Emilio Bruce
Profesor
ebruce@larepublica.net
 

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