¿Sindicalistas o sindi-cretinos?
Claudio Alpízar redaccion@larepublica.net | Jueves 02 julio, 2015
Hoy promueven una “patria justa”, cuando se han dotado de privilegios
¿Sindicalistas o sindi-cretinos?
No solo los partidos políticos están padeciendo crisis de identidad y de poca preocupación por las verdaderas soluciones a los problemas nacionales. No solo en los partidos permanecen los “mismos de siempre”, los sindicatos también tienen dirigentes enquistados por décadas, que se reeligen una y otra vez, en ellos la renovación es mínima y la vocación a paralizar los procesos es permanente.
No solo los primeros son clubes electorales de intereses, también los sindicatos son clubes de beneficios particulares e igual que los partidos han perdido la credibilidad y el respeto ciudadano.
También se multiplican como “gremlins” para defender causas muy focalizadas, olvidando la visión país. Por ejemplo, en la CCSS o en el ICE se encuentran decenas de sindicatos en la misma institución, cada uno representando los intereses más particulares imaginables, sus focos de “luchas” son muy puntuales, pero los disfrazan de interés nacional.
Los sindicatos no están dispuestos a ceder en los beneficios supremos que han adquirido en relación con la gran mayoría de los costarricenses, que al final de cuentas somos quienes terminamos “subsidiando” estas ventajas que les permiten ser ciudadanos de primera clase en relación con otros trabajadores.
Hoy promueven una “patria justa”, cuando se han dotado de privilegios.
De igual forma que los partidos, hoy los sindicatos tienen pocos afiliados, con desafiliación creciente. Similar a los partidos políticos en ocasiones esconden y defienden la corrupción, la vagancia y la inoperancia de sus afiliados. No hay en ellos criticidad ni renovación.
Eso sí, levantan su dedo acusador contra los políticos como si ellos no lo fueran, denigrar la política, una disciplina fundamental para la vida en democracia, que ellos enlodan y ejercen tan mal como los pseudopolíticos.
En su lucha por el poder no utilizan guantes de seda, hacen pactos —los que satanizan en los partidos— y hacen trampa. Ven en el empresario y el mercado enemigos acérrimos, mientras en el Estado la “cueva del oso” para invernar en beneficios y sin sacrificios.
En los partidos y en los sindicatos hay gente buena y bien intencionada, personas que ven más allá de sus narices y que desean defender los intereses de sus gremios pero sin apartarse de la visión nacional. Gente que sabe que sin una economía en crecimiento es imposible generar empleo y mucho menos disminuir la pobreza.
Gente honesta y comprometida pero obviada y limitada en espacio, pues son un riesgo para el statu quo de los dirigentes enquistados. Gente que estaría dispuesta a negociar y pactar con los sectores políticos y empresariales para, de la mano, sacar al país adelante.
Si Thomas Macaulay —político e historiador británico— estuviera en vida tomaría de inspiración a los actuales sindi-cretinos para reafirmar las palabras que emitió a mediados del siglo XIX: “Cuando la lucha entre facciones es intensa, el político se interesa, no por el pueblo, sino por el sector a que él pertenece. Los demás son, a su juicio, extranjeros, enemigos, incluso piratas”.
Es duro, pero con pseudopolíticos y sindi-cretinos el horizonte cada vez se vislumbra más nebuloso para un país con un enorme potencial, pero con liderazgos inoperantes y mezquinos.
Claudio Alpízar Otoya
Politólogo
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