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Taiwán y la agenda geopolítica global

Óscar Álvarez Araya oalvarezcocr@gmail.com | Jueves 18 enero, 2024


Con la tormentosa y demorada toma de posesión del presidente Bernardo Arévalo en Guatemala, la predecible victoria de Donald Trump en las elecciones primarias del Partido Republicano en Iowa y las elecciones presidenciales y legislativas en Taiwán arrancó esta semana la ola electoral sin precedentes que nos espera durante el año 2024. Al mismo tiempo que continúan las guerras entre Rusia y Ucrania, entre Israel y Hamás y entre los Estados Unidos y los Hutíes en el Mar Rojo.

Desafiando a China, el Dr. Lai Ching-te, presidente del Partido Democrático Progresista (DPP) de orientación independentista y su compañera de fórmula en la vice- presidencia la Señora Hsiao Bi-Khim se alzaron con la victoria con un 40.2% de los votos en la elección presidencial del pasado 13 de enero en Taiwán. Lai, de 64 años, fue caracterizado por el gobierno de China como un “alborotador” y “un peligroso separatista”.

Es la primera vez en la historia de Taiwán que un mismo partido político obtiene un tercer mandato consecutivo, confirmando lo anunciado por las encuestas. Sin embargo, la fórmula ganadora ha perdido la mayoría del Yuan Legislativo. De manera que se anuncian cuatro años de mayor diálogo, cooperación y búsqueda del consenso entre el poder ejecutivo y el parlamento.

En segundo lugar llegó el Señor Hou Yu-ih del Partido Nacionalista Chino o Kuomintang quién obtuvo 33.4% de la votación y en tercer lugar el “outsider” Señor Ko Wen-Je del Partido Popular de Taiwán (TPP) con un 26,3% de los votos. Ko se presentaba como la alternativa frente al bipartidismo. La participación electoral fue de alrededor del 70%.

En el Yuan Legislativo el KMT obtuvo 52 asientos, 14 más que la vez pasada, mientras el DPP obtuvo 51 asientos, trece menos que la vez pasada. El TPP se quedó con 8 asientos y 3 más que la vez anterior. Dos asientos serán independientes. De modo que en el parlamento habrá tres bloques minoritarios, es decir ninguno tiene la mayoría.

El Kuomintang ha sido definido por los politólogos como nacionalismo chino de centro derecha, mientras que el DPP representa al independentismo taiwanés y progresista y es miembro pleno de la Internacional Liberal. Aunque vale aclarar que dentro del DPP existen matices, unos más independentistas que otros. Así también los sectores empresariales de Taiwán y el gobierno de Beijing se hubieran sentido más cómodos con una victoria del KMT.

Es importante destacar que aunque el oficialismo independentista ha obtenido nuevamente el poder ejecutivo los partidos de oposición “no independentista” en el parlamento representan alrededor de un 60% de la votación. De manera que el presidente electo posiblemente va a considerar tal realidad y deberá moderar su postura sobre los temas del Estrecho de Taiwán y su posicionamiento frente a China.

Se puede pronosticar que durante los próximos cuatro años no habrá declaración formal de independencia de Taiwán y tampoco unificación con China. Va a prevalecer el continuismo y el respeto al statu quo en el Estrecho. Statu quo significa en Taiwán que no se va a declarar la independencia ni se van a unificar con la China continental. Tampoco va a haber diálogo oficial con Beijing. Mucho menos es viable la fórmula preferida por China de “un país, dos sistemas”. Sobre todo después de que tal fórmula se aplicó en Hong Kong. La mayoría de los taiwaneses están muy traumados con dicha experiencia que cercenó allí la autonomía y las libertades de los hongkoneses.

Sin embargo, también se puede pronosticar que vienen cuatro años de fuerte tensiones entre China y Taiwán; así como entre Estados Unidos y China alrededor del tema sensible y espinoso del Estrecho de Taiwán, tomando en cuenta que Estados Unidos y Japón son los dos principales aliados y socios de Taipei.

Las elecciones del pasado 13 de enero anuncian una agenda geopolítica global de fricciones, enfrentamientos y tensiones no sólo en el Estrecho de Taiwán sino en el Asia-Pacífico en general.

Al saberse el resultado electoral Antony Blinken, Secretario de Estado de los Estados Unidos ha felicitado al Dr. Lai Ching-te y al pueblo de Taiwán y una delegación bipartidista estadounidense ha sido recibida en Taipei por la actual presidente de Taiwán, Tsai Ing-wen. Dicha delegación iba lidereada por el ex asesor de Seguridad Nacional de los EEUU, Stephen Hadley. Inmediatamente se ha producido la reacción de China que ha criticado ambas acciones considerándolas violatorias del “principio de una sola China”.

Asimismo en represalia por el resultado electoral Beijing anunció el establecimiento de relaciones diplomáticas con Nauru, una pequeña isla en el Pacífico con la cual Taiwán mantenía vínculos oficiales. Así también China condenó la visita el 15 de enero de una delegación parlamentaria japonesa a Taiwán.

De esta manera se nos revela una primera dosis de lo que serán los próximos cuatro años en los temas del Estrecho de Taiwán. Tratando de enfriar un poco las aguas desde el principio, el presidente de los Estados Unidos Joe Biden anunció un día después de las elecciones que Washington “No apoya la independencia de Taiwán”.

Por su parte el Dr. Lai Ching-te, ya presidente electo ha manifestado que esta elección era para definir “entre democracia y autoritarismo” y “que había sido una victoria no sólo para Taiwán sino para la comunidad internacional de las democracias”.

No cabe duda que más allá de los resultados en el poder ejecutivo y en el Yuan Legislativo la jornada electoral del 13 de enero pasado fue un ejemplo de ejercicio práctico de la libertad y la democracia en Asia, y en el mundo.

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