Un golpe de Estado no tendría mayor apoyo

Ticos dicen no a revolución armada

De acuerdo con Barómetro de las Américas, publicado por Universidad de Vanderbilt

Más de 65 años sin fuerzas armadas no han sido en vano en la cultura de los costarricenses. Pese a la impopularidad del gobierno de Laura Chinchilla, el apoyo a un eventual golpe de Estado en el país no tiene mayor empuje.
Así lo midió el estudio de Cultura Política de la Democracia en Costa Rica, producido por la Universidad de Vanderbilt.
El estudio revela una significativa reducción del apoyo ciudadano a la democracia y a las instituciones, así como una erosionada estabilidad política.
Aunque en el último año los costarricenses han manifestado su descontento por medio de huelgas, campañas y una apatía con el sistema político, se mantiene por debajo de la media, con respecto a otros países cuyos habitantes sí apoyan eventuales golpes de Estado.
Los peruanos son los más anuentes a realizar un movimiento de este tipo.

1. El Salvador
Pese a la buena popularidad de que goza la administración de Mauricio Funes, en este país la incidencia de apoyo hacia este mecanismo tiene un puntaje de 32,4, siendo el centroamericano con mayor apoyo popular a un golpe de Estado.

2. Guatemala

Encabezado por el expresidente Jorge Serrano, fue hace 20 años que Guatemala vivió su último golpe de Estado. Pese a la caída en popularidad de Otto Pérez, la aprobación de su labor es alta en comparación con el resto de países.

3. Honduras

Fue el último golpe de Estado en el istmo, cuando Manuel Zelaya, presidente constitucional fue derrocado y sustituido por Roberto Micheletti, presidente interino del país. Hoy, en el gobierno de Porfirio Lobo, el apoyo a un golpe de Estado es de 26,3.

4. Nicaragua

Con un bajo puntaje de 25,3, los nicaragüenses tampoco están convencidos de impulsar un golpe de Estado al gobierno de Daniel Ortega. El general Anastasio Somoza fue el encargado de comandar el último derrocamiento en este país, hace 66 años.

5. Costa Rica
El último golpe de Estado dio paso a la fundación de la Segunda República, cuando José Figueres Ferrer derrocó a Teodoro Picado. La abolición del ejército marca un hito en la cultura costarricense, alejada de las armas y las revoluciones armadas.

Luis Fernando Cascante
lcascante@larepublica.net