Tiempo perdido
Jonathan Prendas jonathan.prendas@gmail.com | Lunes 30 noviembre, 2020
Jonathan Prendas
Diputado
Nueva República
Terminó el diálogo impulsado por el gobierno con la desagradable sensación de que las acciones acordadas eran predecibles; lejos de las controversias y de los sacrificios, es posible incluso afirmar que el avance fue limitado pues no hubo propuestas que se “salieran de la caja”, es decir, que trajeran cambios sensibles en la manera en que se han venido haciendo las cosas o que tuvieran un impacto extraordinario en las finanzas públicas.
Luego de tres semanas de discusión, se acordaron diez medidas que pretenden un recorte permanente en el déficit fiscal del 2,18% del PIB, pero algunas de ellas ya se encontraban en análisis desde antes del inicio de este proceso e incluso varias podrían aprobarse en el corto plazo en la Asamblea Legislativa.
El Ejecutivo de nuevo fracasó en transmitir la premisa básica de que en esta difícil coyuntura en la que nos encontramos, todas las partes tenemos algo que aportar y eventualmente algo que sacrificar para evitarle mayores sufrimientos a las generaciones futuras. Pero fundamentalmente falló otra vez en atender la crisis con urgencia y en consensuar las soluciones con base en las buenas propuestas que ya tienen semanas de estar sobre el tapete.
En vista de la desaceleración de la economía global y del riesgo de la volatilidad financiera mundial, es sumamente importante el contenido y el impacto de las medidas que se discutan, pero también es imprescindible que se lleven a cabo en el momento adecuado. Ese sentido de oportunidad, ahora desperdiciado, se entiende como la capacidad para tomar decisiones a tiempo, en el instante oportuno.
Llegar tarde –o ni siquiera tener el objetivo de llegar- profundizará la crisis, y hará que la recuperación sea más lenta y dolorosa. No podemos perder de vista que 1,5 millones de costarricenses (el 30 %) viven en una situación económica apremiante o que más de un millón de tienen algún problema relacionado con el empleo.
En consecuencia, el país sigue esperando que el gobierno tome las decisiones necesarias que impliquen transformaciones estructurales y que ataquen de frente la raíz de los problemas que sufrimos sus ciudadanos: el enorme tamaño del aparato estatal así como el crecimiento en los gastos del gobierno, lo cual repercute sobre el alarmante aumento de la deuda y el déficit.
Nueva República cree que es indispensable concentrarse en las medidas de ahorro, en la eficiencia, en las acciones que impacten en el crecimiento y el desarrollo económico, es decir, en lograr tasas satisfactorias de crecimiento de la producción; en garantizar la creación de puestos de trabajo que nos ayuden a combatir la informalidad y la desigualdad. Las soluciones deben estar basadas en lograr el equilibrio en la balanza de pagos para reducir el déficit en el mediano plazo, sin comprometer nuestras reservas de divisas y la solvencia del país. El objetivo es crear las condiciones que influyan positivamente en la actividad económica de Costa Rica, y por eso nuestras propuestas se orientan en estas direcciones.
Este proceso de tímidos alcances deja un sinsabor adicional por otra razón muy preocupante. El PAC trató de disfrazar su negligencia y falta de voluntad con un diálogo complaciente y poco valiente por razones ideológicas y cálculo político: Al final, su populismo y su demagogia intentarán hacernos creer que la democracia no puede enfrentar la crisis que amenaza el bienestar de los costarricenses y que irremediablemente habrá que tomar decisiones desesperadas, con escaso margen de maniobra.
Estemos vigilantes para evitar esas manipulaciones y en los siguientes días tengamos presente que el tiempo perdido, hasta los santos lo lloran.