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Toda la carne está en el asador del primer domingo de febrero próximo

Vladimir de la Cruz vladimirdelacruz@hotmail.com | Miércoles 18 diciembre, 2019


Pizarrón


En pocos días se acaba el año 2019, bajo una tregua política establecida por el Tribunal Supremo de Elecciones, que no permite realizar propaganda alguna a los 137 partidos políticos que están inscritos para la contienda que se define el primer domingo de febrero. La tregua permite con motivo de los días religiosos y del año nuevo que los partidos puedan pagar anuncios, en los medios de comunicación tradicionales, radio, prensa y televisión, de saludos relacionados con esas fechas. En las redes electrónicas prácticamente no hay control.

Inicia el 2020 con el proceso electoral municipal, en 82 localidades. Son 82 gobiernos municipales los que se eligen. Del resultado electoral de febrero prácticamente queda dibujado el escenario de las elecciones nacionales del 2022, que inician realmente en el año 2021. Para febrero de ese año se sabrá quienes de Gobierno aspirarán a puestos de elección popular porque tienen que dejar sus puestos un año antes de las elecciones. Y, probablemente para enero del 2021 ya se tendrán algunos nombres de posibles candidatos presidenciales para el 2022.

Por ahora lo que hay en juego son 6.138 puestos a elegir entre alcaldes, vicealcaldes, intendentes y miembros, propietarios y suplentes, de los Concejos Municipales. El número de electores es de 3.433.409 ciudadanos, de los cuales 1.724.539 son mujeres y 1.708.870 son hombres.

De los 137 partidos inscritos hay 21 de carácter nacional, 23 provinciales y 93 cantonales. Se visualiza que el abstencionismo electoral de febrero se reduzca un poco en proporción directa del papel que van adquiriendo estos procesos electorales entre los ciudadanos. Fue importante haber separado las elecciones, primero de alcaldes, como se hizo en el 2002, 2006 y 2010 y luego la del resto de los integrantes de los gobiernos locales desde el 2016.

La cantidad de partidos políticos no pareciera ser expresión de una crisis de los partidos tradicionales, ni decepción de ellos por parte de los ciudadanos. Pareciera responder a la necesidad de que cada vez más los ciudadanos se dan cuenta de la importancia de los gobiernos municipales, frente al centralismo del Gobierno central, para resolver los problemas inmediatos de sus comunidades. Los partidos tradicionales tienen su propia fuerza y disputan en cada comunidad el espacio que les quieren arrebatar, para ampliarlo o consolidarlo, o para no sufrir una gran derrota de desplazamiento de sus líderes y representantes populares locales. Las fuerzas políticas nuevas, los nuevos partidos, que los hay en abundancia a este nivel municipal, inician sus recorridos políticos. Algunos permanecerán hacia el futuro, otros sucumbirán después del 2 de febrero. Ello va a depender de su capacidad organizativa y de los intereses colectivos que amarran o unen a los miembros de esos partidos. La experiencia, a la luz de los resultados electorales, en general de todos los procesos políticos de elecciones del país, es que los partidos nacionales, provinciales y cantonales, se desdibujan después de las elecciones. Los que más durabilidad y existencia tienen son los nacionales y provinciales eligen diputados.

No hay vida política partidaria de los partidos políticos nacionales, provinciales y cantonales en cada cantón, en cada distrito, o en cada comunidad. Ni siquiera hay locales partidarios en todos los cantones de los partidos tradicionales, fuertes e históricos. Menos los pueden establecer los partidos provinciales, por razones económicas, porque es caro mantener estas estructuras. Ni siquiera los partidos cantonales abren locales. Se dejan ir más al impulso de su propia propaganda y del contacto casa por casa, persona por persona, o del conocimiento local de sus principales dirigentes y candidatos electorales.

Es importante tener claro que para los efectos electorales, de las papeletas en las que se emite el voto, que solo llevan el nombre del partido político y su emblema o bandera. Allí no aparecen nombres de candidatos ni figuras de ellos. Los partidos políticos en este mes de enero deben acentuar su propaganda en esa dirección, llamando a votar por la Bandera del partido, por los colores de su organización partidaria, y por el nombre que tiene el partido, porque ese sí aparece en la papeleta. Si un elector va a votar por un nombre de un candidato o por una figura no se lo va a encontrar en la papeleta.

Los partidos políticos que están representados en las municipalidades pueden destacar más que los que no están por sus propuestas municipales, y por tratar de darle continuidad a sus acciones partidarias. Los que no tienen representación popular en los Concejos municipales, si tienen conocimiento de lo que se hace en cada Concejo, y si le llevan el pulso a las acciones de esos Concejos, por lo menos de este año 2019, pueden afilar sus discursos contra lo que consideran importante impulsar de manera novedosa o de criticar lo que no han hecho y ofrecieron, o lo que consideran que está mal hecho municipalmente.

Las elecciones cantonales que se realizarán abonarán en el fortalecimiento de la democracia electoral que tenemos, que hemos enriquecido a través de los procesos electorales. Todos los partidos políticos, desde los que puedan considerarse de izquierda, en todas sus variedades, o de la derecha, en todos sus matices, que participan, hicieron declaración de fe democrática para su participación, indicando en sus Estatutos que fortalecerán la democracia nacional, que no luchan contra ella, ni están contra el sistema democrático representativo que tenemos. Los que participan en estos procesos electorales también han firmado un código de honor de respetar el resultado electoral y de aceptar sus resultados como de reconocer al ganador o a los ganadores.

En un régimen democrático lo que se elige por elecciones, se puede perder por elecciones. Esta aceptación es de la mayor madurez política y democrática que se puede tener. En Costa Rica cuando ha habido procesos electorales con finales tensos, por la cercanía de votos, y por la revisión que se hace de ellos, para asegurar sus resultados, se han aceptado. Así sucedió, por ejemplo, en las elecciones que disputaron Daniel Oduber Quirós y José Joaquín Trejos Fernández, o las del 2006, en el resultado entre Oscar Arias Sánchez y Otón Solís Fallas.

En elecciones presidenciales se gana por el que tenga más del 40% de los votos válidos a sus favor y un voto, un solo voto, de diferencia con el candidato que le siga. A nivel legislativo no opera el porcentaje. Se elige proporcionalmente de conformidad a los votos recibidos. Igual sucede en las elecciones cantonales que vienen. Si en la elecciones nacionales los candidatos no sacan el 40%, se va a una segunda ronda, con los dos primeros candidatos, en la cual se gana por simpe mayoría, es decir por la simple diferencia de un voto. Con esto se garantiza que siempre habrá elección, que siempre en esa segunda ronda, habrá un resultado ganador. En las elecciones municipales no hay segundas rondas. Toda la carne está en el asador del primer domingo de febrero próximo.

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