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FORO DE LECTORES


Un país de paz

José Pablo Rodríguez eterms@gmail.com | Lunes 06 diciembre, 2021

jpo

José Pablo Rodríguez

Director Regional en Asia

Promotora del Comercio Exterior de Costa Rica (PROCOMER)*

El pasado 1 de diciembre celebramos el 73 aniversario de la abolición del ejército. La línea anterior se escribe muy rápido en un procesador de texto, pero la realidad es que la misma tiene un profundo significado para el mundo. Y es que si bien como civilización hemos avanzado dando saltos cuánticos, especialmente en los últimos años con la revolución digital y todos los avances científico-tecnológicos, se estima que el gasto militar en el año 2020 fue poco menos de USD 2000 billones.

Según datos publicados por el Stockholm International Peace Research Institute, Estados Unidos lideró el rubro militar con un gasto de USD 778 mil millones, seguido de China, con lo que se estima fueron USD 252 mil millones. Siguen India, Rusia y Reino Unido con presupuestos de USD 72 mil millones, USD 61 mil millones y USD 58 mil millones respectivamente. Lo cierto es que como lo ha dicho el Expresidente Oscar Arias durante años, son muchos los problemas globales que se podrían erradicar con un presupuesto de ese tamaño e incluso, con una fracción del mismo. Sin embargo, el flagelo de la guerra sigue persiguiendo a la humanidad, con todas las repercusiones que esto tiene para el desarrollo de nuestra especie, a nivel ambiental, humano, político y por supuesto, económico.

Cada día son más y más los recursos que se destinan a la guerra, a nuevas armas con tecnologías de punta que tienen la capacidad de aniquilar a millones en segundos. Enormes presupuestos basados en el miedo al otro, situación que a la larga genera un efecto dominó en los demás que también terminan optando por incrementar su gasto militar. Hoy día, la Comunidad Internacional es un “vecindario” lleno de vecinos nerviosos, en sospecha y en la lucha por el poder. Es así que el componente “estratégico" que juegan los ejércitos es enorme. Probablemente sea idealista el pretender convencer a aquellos que escogen las armas y se sienten protegidos por ellas.

Yo, me limito a contarles sobre Costa Rica, pues en este escenario global, el estruendo de la paz puede ser ensordecedor, más aún que los misiles o las bombas. La singularidad de haber nacido y crecido en un país de paz es algo inimaginable para quienes no contemplan otra realidad que una lucha constante y violenta. ¿Y cómo comprender nuestra realidad si la Comunidad Internacional sigue gastando en armamento? Si en muchas regiones arden las llamas del odio y el resentimiento, dando paso a la violencia y la guerra. Hay quienes dirán que esa es la historia y que así ha “funcionado” siempre el mundo en que vivimos desde tiempos inmemoriales. Pero el estruendo de nuestra paz, su luz enceguecedora, martiriza y molesta a los mercaderes de la guerra.

Cuando en 1948 nos embarcamos en este viaje convirtiéndonos en la primera nación del mundo en abolir el ejército, nos lanzamos detrás de un sueño impensable para la humanidad. Costa Rica, quizá sin percatarse, realizó probablemente el experimento social más importante en la historia de la humanidad. La hipótesis del experimento era que efectivamente el ser humano podía vivir sin armas, sin guerras. Al escoger la paz, también escogimos el camino de la negociación y la tregua, del compromiso y el consenso. Los últimos 73 años son un recordatorio para el mundo entero de que el ser humano sí puede vivir en paz. De que si algún día realmente lo quiere, la Comunidad Internacional entera podría eliminar sus ejércitos y abocarse por construir un mundo de paz, de educación, de crecimiento económico y de progreso social.

Costa Rica es esa piedrita en el zapato de muchos. La vocecita de la consciencia. El incómodo recordatorio de que en un pequeño pedacito de tierra en el medio de las Américas, existe un gran pueblo soñador y valiente que decidió construir la paz y decirle no a la guerra. Me atrevería a decir que todo costarricense añora el día en que nuestros hermanos en el mundo, de todas las nacionalidades, credos, razas, se embarquen con nosotros en este experimento social que iniciamos hace 73 años. Los estamos esperando con los brazos abiertos pues sabemos que tarde o temprano, la humanidad escuchará el estruendo ensordecedor y mirarán el haz de luz a lo lejos. ¡Ahí está Costa Rica, un país de paz!

*Es Máster en Gerencia y Negociaciones Internacionales y tiene una especialización en Liderazgo de Talentos y Equipos.

Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivas del autor y no representan la visión u opinión de la organización para la que trabaja.






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