Un reto impostergable
COLUMNA INVITADA
Un reto impostergable
Ronald Sanabria
Director de Turismo Sostenible de Rainforest Alliance
En un país como el nuestro, que durante 2007 recibió casi 2 millones de turistas, nadie puede cuestionar el peso que tiene esa actividad. Sin duda, para estos turistas contar con grandes facilidades hoteleras y buena infraestructura turística es muy importante, pero lo que no podemos desconocer es que el grueso de esos visitantes llegó a estas tierras atraído por las bellezas naturales y que si estas se pierden, sus futuras vacaciones tendrán otro destino.
Por esa razón, resulta esperanzador el clima que se gesta con mayor fuerza en los últimos tiempos, en el sentido de transformar nuestra floreciente y promisoria industria turística en una actividad sostenible, que nos permita continuar llevando bienestar económico a todas las regiones del país, que permita progresar a empresarios de todos los niveles, pero que conserve nuestros valores culturales y los tesoros naturales con los que fuimos bendecidos.
Es un despertar que une a los más diversos sectores. Hemos visto al Ministerio de Salud y al Tribunal Ambiental Administrativo con políticas y acciones valientes para hacer respetar nuestras leyes. Al Instituto Costarricense de Turismo definir su Plan Nacional de Desarrollo sobre los pilares de la sostenibilidad y establecer un plan sobre el cambio climático, a la prensa nacional abriendo espacios de discusión como el artículo publicado por LA REPUBLICA el pasado 28 de mayo, y a los propios empresarios turísticos aceptar el reto impostergable que enfrentan de transformar sus negocios, asumir su cuota de responsabilidad con el país y con el planeta.
El turismo es una herramienta estratégica para combatir la pobreza y fomentar el desarrollo, particularmente en aquellos países cuya situación socioeconómica está muy comprometida. Pero, dirigir hacia él todos los esfuerzos nacionales, sin planificación alguna y sin establecer la clase de turismo que se desea impulsar, puede comprometer el futuro de las naciones y Costa Rica no es la excepción.
Como país debemos impulsar una industria comprometida con el crecimiento sano y sostenido de la actividad. Como turistas debemos tener una actitud vigilante respecto a los servicios que nos ofrecen y dispuestos a comportarnos con responsabilidad haciendo un uso adecuado de los recursos y riquezas naturales.
Como empresarios, llegó la hora de que las buenas prácticas se conviertan en una acción cotidiana. Así mejoraremos la calidad e imagen de nuestro negocio y podremos tomar parte de un mercado cada día más creciente, interesado en dirigir sus dólares a destinos sostenibles y dispuesto a pagar un precio justo por esos servicios.
Afortunadamente nuestro país marcha a la vanguardia en este aspecto. En Costa Rica, a partir de 2003, el programa de buenas prácticas en turismo sostenible de Rainforest Alliance ha llevado capacitación a más de 500 empresas y más de 150 de estas se han sumado a él.
Es una labor en la que los empresarios cuentan con el respaldo financiero de entidades como el Fondo Multilateral de Inversiones del BID o la Fundación Citi, solo por citar un par de ejemplos.
También se ha tenido la visión de fortalecer la certificación en sostenibilidad turística como herramienta clave. El programa Certificado para la Sostenibilidad Turística del ICT ha motivado a 87 hoteles y agencias tour operadoras a esforzarse para obtener su sello de aprobación y muchas de ellas, al reconocer su potencial, hacen de ese distintivo un elemento de sus estrategias de mercadeo.
La suma de todos estos esfuerzos permite vislumbrar buenos resultados, pero no debemos llamarnos a equívocos y pensar que la tarea está concluida. Este es un compromiso permanente, un trabajo de mejoramiento continuo que no puede circunscribirse a una reflexión en el Día Internacional del Ambiente. Es un reto impostergable.
Un reto impostergable
Ronald Sanabria
Director de Turismo Sostenible de Rainforest Alliance
En un país como el nuestro, que durante 2007 recibió casi 2 millones de turistas, nadie puede cuestionar el peso que tiene esa actividad. Sin duda, para estos turistas contar con grandes facilidades hoteleras y buena infraestructura turística es muy importante, pero lo que no podemos desconocer es que el grueso de esos visitantes llegó a estas tierras atraído por las bellezas naturales y que si estas se pierden, sus futuras vacaciones tendrán otro destino.
Por esa razón, resulta esperanzador el clima que se gesta con mayor fuerza en los últimos tiempos, en el sentido de transformar nuestra floreciente y promisoria industria turística en una actividad sostenible, que nos permita continuar llevando bienestar económico a todas las regiones del país, que permita progresar a empresarios de todos los niveles, pero que conserve nuestros valores culturales y los tesoros naturales con los que fuimos bendecidos.
Es un despertar que une a los más diversos sectores. Hemos visto al Ministerio de Salud y al Tribunal Ambiental Administrativo con políticas y acciones valientes para hacer respetar nuestras leyes. Al Instituto Costarricense de Turismo definir su Plan Nacional de Desarrollo sobre los pilares de la sostenibilidad y establecer un plan sobre el cambio climático, a la prensa nacional abriendo espacios de discusión como el artículo publicado por LA REPUBLICA el pasado 28 de mayo, y a los propios empresarios turísticos aceptar el reto impostergable que enfrentan de transformar sus negocios, asumir su cuota de responsabilidad con el país y con el planeta.
El turismo es una herramienta estratégica para combatir la pobreza y fomentar el desarrollo, particularmente en aquellos países cuya situación socioeconómica está muy comprometida. Pero, dirigir hacia él todos los esfuerzos nacionales, sin planificación alguna y sin establecer la clase de turismo que se desea impulsar, puede comprometer el futuro de las naciones y Costa Rica no es la excepción.
Como país debemos impulsar una industria comprometida con el crecimiento sano y sostenido de la actividad. Como turistas debemos tener una actitud vigilante respecto a los servicios que nos ofrecen y dispuestos a comportarnos con responsabilidad haciendo un uso adecuado de los recursos y riquezas naturales.
Como empresarios, llegó la hora de que las buenas prácticas se conviertan en una acción cotidiana. Así mejoraremos la calidad e imagen de nuestro negocio y podremos tomar parte de un mercado cada día más creciente, interesado en dirigir sus dólares a destinos sostenibles y dispuesto a pagar un precio justo por esos servicios.
Afortunadamente nuestro país marcha a la vanguardia en este aspecto. En Costa Rica, a partir de 2003, el programa de buenas prácticas en turismo sostenible de Rainforest Alliance ha llevado capacitación a más de 500 empresas y más de 150 de estas se han sumado a él.
Es una labor en la que los empresarios cuentan con el respaldo financiero de entidades como el Fondo Multilateral de Inversiones del BID o la Fundación Citi, solo por citar un par de ejemplos.
También se ha tenido la visión de fortalecer la certificación en sostenibilidad turística como herramienta clave. El programa Certificado para la Sostenibilidad Turística del ICT ha motivado a 87 hoteles y agencias tour operadoras a esforzarse para obtener su sello de aprobación y muchas de ellas, al reconocer su potencial, hacen de ese distintivo un elemento de sus estrategias de mercadeo.
La suma de todos estos esfuerzos permite vislumbrar buenos resultados, pero no debemos llamarnos a equívocos y pensar que la tarea está concluida. Este es un compromiso permanente, un trabajo de mejoramiento continuo que no puede circunscribirse a una reflexión en el Día Internacional del Ambiente. Es un reto impostergable.
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