Un sistema a prueba de tontos
Luis Alberto Muñoz redaccion@larepublica.net | Viernes 17 abril, 2009
Luis Alberto Muñoz
lmunoz@larepublica.net
Un tonto es una persona que actúa de manera tal que se hace daño. En algunos casos esto sucede a pesar de ser consciente de ello, en otros sin saberlo.
Este mismo concepto puede aplicarse a una sociedad, a un país.
El problema se origina cuando empezamos a defraudarnos a nosotros mismos, tal vez con la falsa expectativa de que no llegaremos a pagar el caro precio por nuestras tonterías.
Esta es en el fondo la esencia de la mentalidad del subdesarrollo, un estado de conciencia que simplemente consiste en engañarnos cada vez que enfrentamos una dificultad como sociedad.
Así entonces nos hemos acostumbrado a echar toda la basura a los ríos pretendiendo que este comportamiento destructivo no se nos va a devolver.
De igual manera, en el sistema político la corrupción, no desde una perspectiva legalista, es vista como una patente de corso, un mal general, o mejor dicho como un consuelo de tontos.
Cada vez que los impuestos o el dinero de los costarricenses en distintas instituciones públicas se desvían para otros fines, pretendemos que nada pasa y lo aceptamos como una trivialidad de la vida.
Una nación que por décadas intenta crecer con la misma infraestructura, no puede ser tomada seriamente.
Por estas y múltiples razones cotidianas que se me escapan en este momento es que necesitamos una reforma estructural de nuestra democracia, es decir crear un sistema a prueba de tontos.
Un sistema es un conjunto de reglas o principios enlazados de manera racional con el propósito de cumplir un objetivo y este debería ser el bienestar.
En nuestro caso particular el propósito urgente es detener el autoengaño en que vivimos y para ello necesitamos modificar conductas y premisas.
Progresar implica actuar.
La burocracia no construye.
Más leyes implican más trabas.
Todo daño indirecto tiene una repercusión directa.
Defraudar a la patria produce sufrimiento.
Una mejor calidad de vida de los pobres favorece inclusive a los ricos.
La contaminación mata.
La educación es el arma en contra de la violencia.
La apatía ciudadana lleva a una mayor corrupción.
Desviar recursos públicos es despojar.
Cuidar el medio ambiente es un buen negocio.
Un país con buena calidad de vida requiere buenos impuestos.
La desgracia de la democracia es la demagogia.
Esto solo por mencionar algunas verdades de Perogrullo que hoy en día no se quieren aceptar.
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