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Miércoles, 30 de octubre de 2024



EDITORIAL


Un drama prolongado

Redacción La República redaccion@larepublica.net | Viernes 21 diciembre, 2007


Editorial


Pasaron más de cinco años antes de que el drama de los políticos, soldados, policías y extranjeros secuestrados por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) se convirtiera en foco de la atención mundial.

Los rehenes, estimados en 45, que las FARC mantienen en su poder, se convirtieron en una noticia más entre las múltiples que inundan la mente de las personas diariamente, perdiendo su humanidad, y el drama prolongado y lacerante que padecen.

Las familias de los secuestrados han esperado y luchado por llamar la atención mundial sobre su situación.

Desde antes de 2002, cuando tomó posesión el presidente Alvaro Uribe, el gobierno colombiano y las FARC intentaron ponerse de acuerdo en un intercambio humanitario y el mecanismo considerado ideal fue el canje, previsto por el Derecho Internacional Humanitario.

El acuerdo humanitario siempre tuvo componentes internacionales, ya que la secuestrada más visible es la ex candidata presidencial independiente Ingrid Betancourt, que también tiene nacionalidad francesa, y que fue capturada en febrero de 2002 en las selvas del Caquetá (suroeste), con su candidata a vicepresidenta, Clara Rojas.

La situación de Betancourt se convirtió en problema de Estado para Francia. El nuevo mandatario galo, Nicolas Sarkozy, ha dado prioridad a la liberación de Betancourt, lo que coincidió con una propuesta hecha en agosto por el Presidente de Colombia a su homólogo de Venezuela, Hugo Chávez, para que mediara en busca del acuerdo humanitario.

Estas dos figuras, Sarkozy y especialmente Chávez, con las pasiones que desata en América Latina y el mundo, han resultado ser claves en relanzar los intentos de negociación.

Incluso las FARC anunciaron sus intenciones de liberar a tres de los secuestrados.

Es claro que el interés de países hermanos en las desgracias de seres humanos en diversos puntos del planeta es fundamental para aliviarlas. Y claro es, también, que la indiferencia ante la atrocidad y dolor no es más que el veneno que consume a las sociedades modernas.

Mientras las familias de estos rehenes sueñan con la reunión durante Navidad, los demás familiares deberán esperar.







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