Un voto por la paz y el trabajo
Juan Carlos Pérez juaperhe@costarricense.cr | Sábado 06 octubre, 2007
Juan Carlos Pérez
A las puertas del referéndum, mediante el cual el costarricense tendrá la oportunidad, por primera vez, de participar en la aprobación o rechazo de una ley, lo más importante es el respeto a la institucionalidad en la figura de los resultados que arroje dicho ejercicio de democracia directa.
El Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), bajo el liderazgo de su presidente, el señor José Antonio Sobrado, ha sabido mantener el orden y garantizar un proceso electivo de total transparencia, acallando las voces de grupúsculos ajenos a la idiosincrasia nacional. Sin duda, estas acciones del TSE generan tranquilidad en un medio agotado por una traumática discusión donde, a pesar de los debates organizados por el TSE, lo que ha imperando es la intransigencia, el uso sistemático de la mentira y un lenguaje basado en la odiosa retórica de la lucha de clases.
Esto último ha sido caldo de cultivo para sembrar la cizaña en las entrañas de la familia costarricense. Por lo cual, la faena que se avecina, una vez superado este proceso, es la reconquista de la paz y la armonía en los hogares y en el alma de esta sociedad. Unica alternativa para continuar por la senda del trabajo honesto que engrandece al ser humano y nos acerca al sueño de una colectividad más próspera y equitativa.
Son muchas las tareas pendientes después del referéndum. La más importante es definir el tipo de país al que aspiramos. Asunto imposible de resolver cerrando los ojos e ignorando la dinámica aplastante de un mundo envuelto por el cambio. Fenómeno que cabalga sobre las espaldas de la educación, el conocimiento, la tecnología, las comunicaciones, el transporte que ha reducido considerablemente las distancias entre las naciones y, sobre todo, el intercambio comercial entre los países.
Sin embargo, nada de esto tiene sentido si en el centro de nuestras acciones no se encuentra el ser humano. Razón última para emprender nuevos proyectos que refresquen los enrarecidos aires de un país que continúa atado a un pasado “grandioso” que, lamentablemente, ya es solo historia. Y, como bien sabemos, no se puede vivir eternamente de las glorias pasadas, especialmente cuando esto actúa como sedante que adormece el espíritu de lucha que, a través de los tiempos, ha hecho grande a este pueblo.
Con Costa Rica o sin Costa Rica el mundo seguirá su marcha. Los únicos responsables de lo que aquí suceda seremos nosotros mismos. Las teorías de la conspiración de los poderosos, arma predilecta de los políticos demagogos e irresponsables, continuará tratando de aturdir nuestros sentidos como mecanismo de engaño para que los insensatos reinen a sus anchas.
Son tiempos difíciles. Momentos en que es casi imposible tener certeza sobre el futuro. Ello asusta, atemoriza y puede conducir a la elección errada. Aun así, la mejor y más segura decisión es un voto por la paz y el trabajo. Y, amigo lector, eso está en el ámbito de su responsabilidad.
jcperez@larepublica.net
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