Unidad nacional de propósito
Emilio Bruce ebjreproduccion@gmail.com | Viernes 18 marzo, 2022
Sinceramente
Un país debe de perseguir la unidad nacional en torno a un propósito. Nunca han sido positivos los resultados de la administración por agresión. Quien agrede no es un administrador. Un país debe garantizar la libertad, la fraternidad y la búsqueda de los objetivos de cada uno de sus ciudadanos. Nunca ha sido democrático limitar la libertad para obligar a los ciudadanos a hacer lo que no quieren. Nunca ha sido lógico ni razonable polarizar y dividir a la ciudadanía suprimiendo los rasgos básicos de la fraternidad entre conciudadanos. Ha sido dictatorial suprimir la búsqueda de los objetivos individuales por imponer el objetivo del gobernante.
El liberalismo le dio a la humanidad el sistema democrático, la libertad para buscar lo que nos satisface a cada uno, la búsqueda de la fraternidad para evitar lo que el absolutismo lograba, que era dividir, polarizar y vencer a los grupos de ciudadanos. El liberalismo cultivó el concepto del ejercicio de la libertad y los derechos individuales, nunca la imposición de un individuo sobre una comunidad.
La socialdemocracia nunca ha buscado suprimir la libertad de un pueblo, antes bien por el contrario ha buscado ampliar esas libertades. La socialdemocracia ha buscado crear más propietarios y menos proletarios. Este solo hecho de crear más propietarios y menos proletarios la diferenciaba de manera rotunda con los sistemas totalitarios, entre ellos el marxismo estalinista del momento. La socialdemocracia pretende que cada persona y cada miembro de la comunidad busque y viva su sueño y sus ideales. No busca conculcar esos ideales ni someter al individuo. Por ello el estado interventor para lograr el cierre de las brechas sociales, educativas y económicas que se generan a partir de las diferentes capacidades de producción de las gentes es subordinado, es servidor del individuo y nunca el individuo servidor del estado y sus instituciones.
La socialdemocracia subordina su gestión a principios nunca a instituciones legales creadas por los socialdemócratas. Los principios de justicia social, de creación de propietarios, de construcción de una sociedad de igualdad de oportunidades y el funcionamiento transparente de la democracia liberal han alumbrado las instituciones socialdemócratas. La socialdemocracia no engendra ni estimula un estado autoritario. La social democracia no persigue a la prensa ni busca cómo destruir medios ni silenciar opositores.
La democracia cristiana o el socialcristianismo busca la justicia en las relaciones de producción en las sociedades, busca que el individuo sea y siga siendo el centro de la creación, de la sociedad y de la economía y nunca un ser subordinado a un iluminado, un estado autoritario o a un líder populista. El social cristianismo busca fortalecer libertades e individuos, busca fortalecer la libertad de prensa, sigue las enseñanzas de la Doctrina Social de la Iglesia. Este pensamiento imbuido de tolerancia y respeto claro está, no es credo de autoritarismo alguno.
Estas tres formas de pensar o ideologías o modelos políticos y económicos han garantizado por muchas décadas la libertad, la preeminencia del individuo, la libertad y la democracia y la continuidad de los valores del occidente judeocristiano. En Costa Rica han construido las instituciones más preciadas de nuestra nacionalidad. Los vicios los hemos puesto los hombres que buscamos nuestros propios objetivos egoístas y materialistas dentro de la institucionalidad. Eso debe de estarse corrigiendo siempre.
Los líderes autoritarios corresponden a capítulos distintos del liberalismo, de la socialdemocracia y del socialcristianismo. Los líderes que polarizan y suprimen cualquier vestigio de fraternidad tampoco son de ninguna de esas tres ideologías. Los pseudo líderes que buscan subordinar al individuo al estado y crear más proletarios y menos propietarios tampoco lo son.
Busquemos la unidad nacional de propósito para alcanzar toda la fuerza requerida para cambiar y reformar las instituciones que se han ido degradando, para suprimir aquellas que ya no prestan los servicios supuestos, para corregir las leyes y la constitución que aseguren la continuidad de nuestro sistema de libertades. Todos a una, todos unidos, todos convencidos podremos cualquier cosa buena. Divididos y en pleito no lograremos nada.
Con dignidad, con sentido del honor, con respeto mutuo y en conjunto llevemos al país a su desarrollo y a la superación de las brechas sociales, económicas y educativas. Llevemos también a Costa Rica al empleo pleno y a una economía en vigoroso crecimiento, a la justicia social y a la igualdad de oportunidades real. Se trabaja mejor con alegría que con amargura, se trabaja más efectivamente con buen trato y respeto mutuo que con regaño, acusación y agresión. No se elige por venganza, no se elige en ira, no se seleccionan autoridades con deseos más que de construir y hacer que todos vivamos mejor.
El voto es la herramienta para generar justamente esos cambios y para acabar el clima indeseable de insulto y pleito, de acusación y de descalificación que hemos vivido. A votar todos y a recuperar todo lo que se ha ido deteriorando en el país.
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