Universidades Públicas y la Alianza del Pacífico
Juan Ricardo Fernández acl@consumidoreslibres.org | Miércoles 12 abril, 2023
Juan Ricardo Fernández Ramírez
Presidente
Asociación de Consumidores Libres
acl@consumidoreslibres.org
Robert Nozick fue un influyente filósofo político del siglo XX. Fue profesor en Harvard, Columbia, Oxford y Princeton. Al principio de su carrera, se inclinó hacia las ideas de la izquierda, pero a medida que desarrollaba su pensamiento se vio influenciado por las obras de Mises, Hayek, Rothbard y otros autores hasta el punto de convertirse en un defensor de la economía de mercado. En 1989, Nozick escribió un ensayo titulado ¿Por qué los intelectuales se oponen al capitalismo?
En su ensayo, Nozick comienza indicando que le sorprende que haya intelectuales que se opongan al capitalismo (economía de mercado) y rápidamente aclara que no se refiere a todas las personas inteligentes o con cierto nivel de educación, sino que se enfoca en aquellos que se encuentran en la academia, los medios y la burocracia gubernamental.
Nozick sostiene que hay intelectuales que se consideran tener derecho a "ser las personas más valoradas de la sociedad", a tener mayor poder y prestigio, a su derecho a ser los mejor remunerados por la sociedad y, por supuesto, la economía de mercado no los valora como ellos quisieran. Plantea que el resentimiento de los intelectuales se debe a que ellos se consideran las personas más valiosas y meritorias para la sociedad, sin embargo, la economía de mercado no distribuye los ingresos según el mérito o valor autopercibido, sino más bien según la satisfacción de demanda de otros reflejado en el mercado.
Además, Nozick señala que a estos intelectuales les va bien en una sociedad capitalista, tienen libertad de plantear sus ideas, discutirlas y promoverlas y sus ingresos están bastante por encima del promedio. En nuestro país, los salarios en las universidades públicas duplican o triplican lo que se ganaría en el sector privado, pero, además, los académicos han constituido una serie de fundaciones y venta de servicios utilizando la infraestructura pública que ha sido administrado como bienes de difunto (INFORME NO. DFOE-SOC-1-2008 Contraloría General de la República).
En estas Fundaciones, los académicos generan ingresos adicionales, becas, viajes, viáticos y una serie de beneficios adicionales que no tienen justificación y que no corresponden a lo permitido por ley, según indica la Contraloría “[Los] proyectos señalados no corresponden a lo establecido en la Ley No. 7169, cuyo fin es la venta de bienes y servicios ligados a la investigación y la transferencia científica y tecnológica; por lo que no existe justificación para que sean desarrollados por medio de FUNDEVI,…”.
Al parecer, los ingresos de los académicos (que pagamos todos con impuestos) de las universidades públicas no son suficiente, y lo que puede molestar más es que en el sector privado no obtendrían una remuneración parecida. Y, ¿por qué el mercado no los valora como ellos quisieran? Han pasado años quemándose las pestañas estudiando, escribiendo libros y obteniendo doctorados, mientras que alguien como Bad Bunny, de pocas luces, puede generar más ganancias en un solo concierto que ellos en toda la vida. ¡Sacrilegio!
Para los intelectuales, el mercado no funciona (no los valora adecuadamente), y por lo tanto no funciona para nadie más, lo que genera desigualdad y explotación que va en contra de sus ideales de justicia social. Sin embargo, Nozick argumenta que la desigualdad no es necesariamente mala si se deriva de intercambios voluntarios y justos, y que el libre mercado ofrece oportunidades para que las personas mejoren sus vidas a través de la innovación, la creatividad y la competencia.
En la década de los sesenta, el PIB per cápita de Costa Rica rondaba los 600 dólares, igual que los llamados tigres asiáticos (Taiwán, Singapur, Hong Kong y Corea del Sur). Sin embargo, los políticos criollos, influenciados por Raúl Prebisch y Fernando Henrique Cardoso de la Cepal y otros intelectuales como Eduardo Galeano con su libro "Las Venas Abiertas de América Latina", teorías de centro y periferia y el modelo de sustitución de importaciones, dieron un giro al país, erigieron altos muros al comercio internacional y crearon un Estado agigantado, esclerótico y corrupto que provocó la peor crisis económica de la historia, sumiendo en la pobreza a gran parte de la población a inicios de los 80.
El fomento de mercados competitivos no es un dogma, sino un derecho de los consumidores y una obligación del Estado, respaldado por normas supranacionales de Naciones Unidas, nuestra Constitución Política y otras leyes y decretos. Además, es uno de los compromisos más importantes señalados por la OCDE. Mantener mercados cautivos, es decir, el proteccionismo, no es compatible con la intención de reducir el costo de vida y el bienestar del consumidor, que somos todos.
El proteccionismo, además de ser empobrecedor, implica que un grupo de la sociedad -los beneficiados por las barreras al comercio- genera sus ingresos a expensas del resto de la sociedad, donde más de un millón doscientas mil personas viven en pobreza y 350 mil en pobreza extrema. Al impedir la competencia, se obliga al resto de la sociedad a pagar más de lo que pagarían en mercados abiertos. Esto, además de ser moralmente inaceptable, implica una desigualdad ante la ley que los académicos deberían cuestionar.
El caso de la política arrocera anterior es un excelente ejemplo de cómo una política empobrecedora (que nunca debió existir) llevó a que la población más vulnerable subsidiara a un grupo muy reducido de productores e industriales. Esta conclusión ha sido señalada en varios estudios, incluyendo los del Banco Mundial, la OCDE y la mayoría de los economistas serios.
La Alianza del Pacífico es mucho más que un tratado de libre comercio. Las universidades públicas deberían ser las primeras interesadas en fomentar la cooperación en áreas de educación y ciencia, y en aprovechar las oportunidades que ofrece para la investigación y el intercambio académico. La oposición de las universidades a la Alianza refleja una postura ideológica y anticapitalista que no tiene en cuenta los beneficios económicos, culturales y educativos que esta ofrece.
El papel de las universidades públicas es fundamental en todas las sociedades. Hay una gran cantidad de situaciones que aquejan a los opositores de la Alianza y que son comunes a gran parte del sector productivo y a toda la sociedad. La contribución de la academia podría ser muy valiosa en ayudar a construir una agenda común y avanzar en soluciones que beneficien a todos, y no solo a unos en detrimento de otros. Así como los nuevos retos que se presentan, como la inteligencia artificial. El antagonismo improductivo solo destruye y brinda protagonismo a quienes tiene una agenda política propia.
Nozick hace una distinción entre el capitalismo de mercado libre y el capitalismo de Estado (capitalismo de amigos, proteccionismo o mercantilismo). Nozick defiende el capitalismo de mercado libre como un sistema que permite la innovación y la creatividad. Por lo tanto, señala que la oposición de los intelectuales se basa en una comprensión errónea de sus beneficios y en una visión utópica de la sociedad. Es necesario superar la oposición destructiva, así como el secuestro de los grupos de presión que tanto daño le han hecho al país. No podemos permitirnos desviarnos del camino, como sucedió en los años 60.