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COLUMNISTAS


Urge atender la aceleración del cambio demográfico

Miguel Angel Rodríguez marodrige@gmail.com | Lunes 17 mayo, 2021


El año pasado se dio una caída muy grande en el numero de nacimientos en el país, lo que acelera mucho las tendencias demográficas que desde hace tiempo estamos experimentando. La caída en nacimientos tiene un importante impacto en la composición de la población futura. En especial, aunada al incremento en la expectativa de vida, hace disminuir más rápido la cantidad potencial de trabajadores activos respecto al total de la población. Este cambio afecta a los sistemas de pensiones, al crecimiento de la producción, al financiamiento del gasto público. Es por lo tanto muy importante tomar en cuenta estas transformaciones de la estructura poblacional en la formulación de políticas públicas en migración, para atraer inversión directa extranjera, para enfrentar el cambio tecnológico, para incorporar mujeres a la fuerza laboral pagada, y para los programas de estudio y capacitación pertinentes en las nuevas circunstancias.

Costa Rica ya había demostrada que su población es capaz de realizar muy rápidos cambios demográficos. Recuerdo que durante el gobierno de don José Joaquín Trejos me sorprendió la muy rápida disminución en la tasa de crecimiento de la población. En efecto, durante los años cincuenta la tasa de mortalidad había experimentado una importante reducción de un 28% (agua potable, servicios de salud y de educación, acceso a medicamentos) mientras la tasa de natalidad había experimentado un aumento de 17% (mejor atención a los partos) lo que nos llevó a que en 1960 la tasa bruta de reproducción de la población fuese de 3,58, una de las más altas del mundo. Pero en los sesenta cayó la tasa de natalidad un sorprendente 35% y la de mortalidad disminuyó un 19%, lo que permitió que la tasa bruta de reproducción bajará a 2,41, con una sorprendente reducción de un 32,3% en tan corto período, y habiéndose dado mucho más aceleradamente esa disminución en los últimos años de esa década.

En los siguientes años y hasta nuestra fecha siguen disminuyendo las tasas de natalidad y de mortalidad, pero más rápido la primera. Para 2004 se llegó al punto en que la tasa Global de Fecundidad (que indica el número de nacimientos por mujer según la fecundidad anual en cada año reproductivo) fue menor a 2,1. Sea que -salvo cambios en la expectativa de vida o movimientos migratorios- en ese año se bajó el número de nacimientos con relación a la población por debajo de la tasa de reposición, lo que determina que en el futuro disminuirá la población.

La tasa Global de Fecundidad continuó bajando. Esos cambios que se venían dando nos llevaron a proponer y lograr la aprobación de la Ley de Protección al Trabajador y a señalar desde el período 1998-2002 la necesidad de cambios adicionales en el régimen de IVM. Esos cambios y el crecimiento en la proporción de trabajadores informales justifican las propuestas de encaminarnos a una nueva reforma a nuestro sistema previsional. El pasado 15 de marzo en esta misma columna publiqué “Renta Básica Universal y nuestra seguridad social” en la que propuse el establecimiento de un seguro igual universal para todas las personas que lleguen a edad de pensionarse. Este seguro sustituiría el régimen no contributivo y los niveles más bajos de pensión de IVM y de cualquier otro régimen de pensión al que contribuya el estado. Este tramo de las pensiones, lo mismo que el FODESAF que alimenta los programas de lucha contra la pobreza, deben ser pagados con impuestos generales (IVA, renta, bienes inmuebles, carbón) que sería compensado por una disminución del impuesto sobre las planillas ya que el monto inicial de la pensión no lo pagaría IVM y que se eliminaría el 10% de impuestos al salario que hoy alimenta a FODESAF. Esta pensión atendería las necesidades de todos, asegurados o no a IVM, y por lo tanto cubriría al sector informal. La siguiente capa de la pensión estaría compuesta por el régimen de IVM con una cotización menor a la actual, y luego por el ROP y por los seguros voluntarios.

La Superintendenta General de Pensiones doña Rocío Aguilar el pasado día 8 de los presentes en su artículo “Fijemos la ruta para el futuro de las pensiones” muy atinadamente propuso: “una pensión básica universal” que sustituya paulatinamente las pensiones mínimas de IVM y (entiendo yo) las pensiones del Régimen no Contributivo y se nutran con “la capitalización del ahorro asociado a la extinción de pensiones con cargo al presupuesto…de forma que, por lo menos, mantenga la tasa de reemplazo mediante mecanismos que faciliten el ahorro a través del consumo y otras aplicaciones tecnológicas.”

La necesidad de ir preparando estas reformas en la seguridad social se ha vuelto más urgente por la sorpresiva y grande caída en los nacimientos que se dio en 2020. En este año solo hubo 57.849 nacimientos, 6.626 bebés menos que el año anterior, lo que significa una disminución de un 10,3%, altísima para un solo año, y que adelantó en 12 años las tendencias. El máximo de nacimientos se dio en 2008 con 75.187. Ello significa que ya ha disminuido el número anual de nacimientos en casi una cuarta parte. En 2020 la Tasa Global de Fecundidad solo fue de 1,4%, lo que nos coloca entre los 21 países con menor crecimiento de la población en el mundo. En América solo Puerto Rico tiene una tasa menor y ningún país está en ese grupo de los 21. (aclaro que la comparación es con cifras de 2019 que son las disponibles en la base de datos del Banco Mundial)

El crecimiento económico no es suficiente para que aumente el bienestar. Pero es necesario en nuestra condición para que disminuya la muy elevada pobreza y el alto desempleo y, además, si es un crecimiento que a la vez mejora la productividad, permite disminuir también la informalidad.

El crecimiento económico se da mediante el aumento en el capital y el empleo, o por el crecimiento de la productividad. Nosotros necesitamos crecer por esas tres vías para lograr aumentar la tasa potencial de crecimiento que es muy baja en los últimos años.

No todo el empleo es igual, ni todo el empleo es sustitutivo entre sí. Algunos tipos de empleo son complementarios, y se necesitan unos de otros. Para poder emplear más trabajadores de construcción se requieren más maestros de obra, y para emplear más maestros de obra se requieren más ingenieros.

Además, enfrentamos la 4ª Revolución Industrial, que nos hace depender de contar con más personas hábiles en matemática, ingeniería, ciencia y tecnología y con capacidades creativas (STEAM acrónimo en inglés agregando la A por arte, que significa la creatividad, al conocido STEM) para poder ser competitivos internacionalmente aumentando la productividad, y logrando de esta manera crecer más rápido y generar más empleos de otras calidades.

Por eso la aceleración en la disminución de nacimientos, aunada a la caída en el empleo especialmente de personas con pocas calificaciones laborales, hace hoy más urgente que ayer, la solución costarricense (planificar previsoramente y con el concurso y la unión de todos) para el futuro de nuestro sistema de pensiones.

Pero, además, para lograr generar el crecimiento económico que genere recursos para salir del empobrecimiento creado por la covid-19 y financiar los cambios requeridos por nuestra seguridad social, por nuestros sistemas de salud, educación, capacitación laboral, atención a las familias en pobreza, seguridad ciudadana, infraestructura y otros servicios públicos requerimos contar con oferta de profesionales y técnicos desde ya, antes de que se puedan generar por nuestros sistemas de educación y capacitación laboral. Los requerimos para que complementen la oferta laboral menos capacitada que hoy sufre desempleo.

Es evidente que la necesidad de aumentar la productividad, de responder a la transformación demográfica y a las nuevas tecnologías demanda privilegiar el desarrollo de habilidades STEAM. Ello requiere cambios en las políticas educativas y de capacitación laboral, de becas y de incentivos para las diferentes especialidades. Pero lograr los frutos de estos cambios demandan tiempo y no resuelven la disminución en la relación de trabajadores activos a población total.

Por ello se vuelve esencial una nueva política migratoria.

Está muy bien atraer pensionados rentistas para que aumenten la inversión y el consumo financiado con sus ingresos del exterior y nómadas digitales para que demande servicios de nuestra tan castigada industria turística.

Pero, además, deberíamos atraer el ingreso de personas con habilidades STEAM y en otros idiomas para que su empleabilidad genera empleabilidad para personas que complementen sus labores y carezcan de esas calificaciones.

Además, se hace necesario para sustituir parcialmente la falta de trabajadores, utilizar el bono demográfico del que aún disponemos por la baja incorporación de mujeres en la fuerza laboral pagada. Esto requiere entre otras cosas, nuevas políticas de atención social para acelerar la oferta de la red de cuido para menores, de familia para que los hombres asumamos la carga justa que nos corresponde en las tareas domésticas, y para incentivar más la participación de mujeres en educación y capacitación STEAM.

Esta política migratoria de atracción de personas con esas cualidades, así como las políticas para facilitar la empleabilidad de las mujeres, también nos permitirían aumentar la inversión directa extranjera, que actualmente a menudo se ve limitada -según lo ha señalado CINDE- por la carencia de oferta de trabajadores con esas calificaciones. La urgencia por actuar de esta manera es aún mayor hoy, por la posibilidad de atraer en muy corto plaza el desplazamiento de inversiones extranjeras en lugares lejanos, que deseen acercarse a su mercado de consumo (nearshoring)

Esta es hora para pensar en grande y efectuar transformaciones creativas, de modo que el Gran Reinicio nos provea de un crecimiento rápido y compartido, que permita disminuir la pobreza, el desempleo y la informalidad, y agrandar y enriquecer la clase media.

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