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Miércoles, 30 de octubre de 2024



EDITORIAL


Vivamos más años… saludables

| Miércoles 17 julio, 2013




No hemos tenido una política de Estado dedicada a educar y encauzar la cultura para que no fuera tan permeable a estilos de vida que, especialmente en las últimas décadas, se popularizaron y que son insanos


Vivamos más años… saludables

Los servicios que históricamente vienen prestando el sistema hospitalario y los Ebais de la Caja, a pesar de su deterioro actual, permitieron a Costa Rica situarse hoy en una esperanza de vida de 81 años en promedio, algo que suelen alcanzar en general los países desarrollados.
De hecho, actualmente el país se encuentra en ese sentido en el puesto 62 a nivel mundial, solo superado por México y Panamá en el área.
No obstante, ahora resulta que la diabetes, los problemas cardiacos y la obesidad, padecimientos relacionados con el estrés, la mala alimentación y la vida ajetreada pero sedentaria, están haciendo estragos en la población nacional.
La alta presión arterial, el infarto del miocardio, las enfermedades cerebrovasculares, entre otros males causados por el poco saludable estilo de vida que practican gran cantidad de costarricenses, no les permiten disfrutar de un bienestar sostenible.
Todo lo anterior indica que si bien hemos tenido y tenemos un sistema de salud que cubre a toda la población, no hemos tenido una política de Estado dedicada a educar y encauzar la cultura para que no fuera tan permeable como lo ha sido a malos hábitos de alimentación que especialmente en las últimas décadas se popularizaron y que son insanos.
Es muy dado el costarricense a copiar pero no siempre copia lo bueno de otros o de otras culturas.
En cuanto a la alimentación, unos pocos ajustes y adecuaciones a la vida actual habrían quizás bastado para conservar lo mejor de la cocina tradicional. Permitir que la misma evolucionara sin perder sus buenas cualidades.
Por otro lado, aunque vivimos en un país pequeño nuestras ciudades se volvieron un caos cuando los grandes centros comerciales se situaron en la periferia, así como una buena parte de los desarrollos habitacionales y oficinas, sin que se adecuaran los sistemas de transporte a la nueva realidad.
Lo anterior desató el aumento constante de automóviles, que la gente adquiere para intentar sustituir de algún modo la falta de transporte colectivo eficiente y cómodo. Esto por supuesto ha generado aún más sedentarismo.
Es larga la lista de problemas que fueron llevando a la población a su situación actual, señalada en el título de una nota de este medio ayer como que “vivimos como pobres, morimos como ricos”.
Pero en general pareciera que se trata de falta de políticas de Estado que orienten adecuadamente el desarrollo económico y social, con un reforzamiento a las instituciones de salud y educación para que cumplan con planes preventivos y educativos.
Estos deben ser capaces de devolver a los nacionales a los buenos hábitos de vida.
Las actuales tecnologías de comunicación deberían ser usadas para este importante fin en beneficio de la población, de la economía y del sistema de salud mismo.
 







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