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Redacción La República redaccion@larepublica.net | Jueves 11 marzo, 2010




El creciente uso de Internet abre la puerta a oleadas de comentarios difamatorios
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Defensas para evitar la propagación de la difamación digital están todavía en pañales

En los últimos días, un sitio en Internet publicó una supuesta entrevista con un magnate turístico, en la cual él “confesó” haber arruinado una playa costarricense para construir un hotel, mientras que un correo electrónico masivo manifestaba que una alta funcionaria de una empresa era una borracha, sin prueba alguna.
Estos son solo dos ejemplos del tipo de contenidos cibernéticos que está afectando a muchas personas, desde magnates, políticos y artistas, hasta funcionarios y mandos medios.
Internet llegó a democratizar el acceso a la información de todo tipo. Por otro lado, también generó oportunidades para distribuir los comentarios lesivos.
El surgimiento de la difamación no depende del tipo de medio por el cual se divulgue.
No obstante, hay importantes diferencias técnicas entre los vehículos para portar el mensaje.
En lo que a un periódico impreso se refiere, es fácil encontrar el origen de un comentario falso que daña la reputación personal, empresarial o profesional.
Incluso, existe una obligación a aclarar cualquier información que no sea congruente con la realidad.
Pero en el caso del ciberespacio, cualquier persona en un café Internet puede abrir una cuenta de correo electrónico o blog, y publicar lo que desee, y difícilmente se descubrirá al autor.
Lo mismo puede suceder en una empresa o institución, en la cual alguien utilice una computadora que no le pertenece, para enviar mensajes inapropiados.
El acceso barato y rápido a Internet —sea por blogs, newsletters, sitios sociales o correos electrónicos masivos— permite a una gran cantidad de personas divulgar mensajes que podrían ser falsos y dañinos entre miles de lectores en cualquier momento.
La situación se complica aún más, si se tratara de un sitio, cuyo hosting se encuentra en otro país, en tal caso podría surgir una duda acerca del lugar en el cual se cometió el delito.
¿Sería el país en el cual se emitió el mensaje, o en el cual el daño se sintió?
Actualmente, las autoridades conocen del problema, pero la responsabilidad pasa de un lado a otro sin que alguien la asuma.
En la Superintendencia de Telecomunicaciones (Sutel) responden que la responsabilidad se limita a garantizar que los clientes reciban el ancho de banda que le contratan al proveedor y no tienen vínculo con contenido.
Entonces la responsabilidad se trasladó al Ministerio de Gobernación —específicamente a la Oficina de Censura—, pero ahí aseguran que el tema no les compete.
Sin embargo, existe una solución sencilla, se trata de plantear a la Sutel que exija a todos los cafés Internet que soliciten la cédula del cliente. “De este modo, al darse un comentario de este tipo, el Ministerio Público llegará al local y ahí estará la información del usuario”, dijo Adrián Bonilla, abogado especialista de Legal Solutions.
Lo más prudente para una empresa o institución sería entregarles a todos los empleados sus claves individuales, así como obligarlos a apagar sus terminales cada vez que las dejen, pese a que no está claro que se pueda demandar a la empresa todavía, si un empleado deja su computadora encendida, y aprovecha para causar un daño.
Lo difícil del proceso para castigar a los responsables es demostrar que la persona realizó el comentario, y no que otra haya utilizado su computador.
Otro mecanismo impulsado por el sector privado es el monitoreo de la Web, para detectar los ataques lo más pronto posible, aseguró Maris Stella Fernández, presidenta de Eureka Comunicaciones.
Aunque se trate de un medio electrónico, “es importante replicar en el caso de cualquier difamación, de manera pronta, fuerte y puntual”, agregó Fernández.
Por otro lado, las redes sociales también pueden ser vistas como una oportunidad para los expertos del sector privado, como las agencias de relaciones públicas, que monitorean los sitios sociales y otras publicaciones digitales para crear anticipadamente una imagen positiva para las empresas y figuras públicas.


LAS DEFENSAS

Todavía no hay defensas adecuadas ante la publicación de comentarios difamatorios en Internet; no obstante, en caso de que alguien considere que su reputación es dañada por algo divulgado en un sitio Web, podría tomar las siguientes medidas (incluidas estrategias preventivas):

Solicitar al Tribunal Penal que gestione bloquear la dirección Web.

Solicitar al Tribunal Penal que ordene al ICE o Racsa que suministre la dirección del sitio desde el cual se emitió el mensaje para iniciar la investigación.

Para los dos casos anteriores, es necesario contratar un abogado especializado en el tema, para que dirija la demanda civil y penal contra el responsable.

Contratar a asesores especializados en las publicaciones de esta índole, para construir una imagen positiva en la red de forma anticipada, para monitorear la Web, y para montar un contraataque puntual en el caso de un daño.


Daniel Chacón
dchacon@larepublica.net






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