Yanquis de bajo perfil
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Lunes 07 diciembre, 2015
Si el “Boss” estuviera vivo, la respuesta de los Yanquis de Nueva York a la firma de David Price con los Medias Rojas de Boston habría sido demoledora.
De hecho, hubiera subido aún más la oferta de $217 millones con la que Boston se llevó a Price.
Y es que George Steinbrenner se tomaba en serio ganar, como ningún otro dueño de equipo, como también le ponía todo el fuego de su corazón a alimentar la mayor rivalidad del deporte estadounidense, entre los Yanquis y los Medias Rojas.
Pero el “Boss” ya no está y sus hijos, hasta el momento, no han demostrado tener ni una pequeña parte de la pasión de su padre, ni la mano suelta para abrir la billetera de par en par como el viejo.
Los Yanquis van a las reuniones invernales que se inician hoy en Nashville, Tennessee como espectadores de bajo perfil, sin esa hambre de tiburón que siempre caracterizó al equipo que iba en busca de los peces más gordos de la agencia libre.
O si acaso, irán como vendedores, con Brett Gardner y Andrew Miller en sus vidrieras.
El gerente general Brian Cashman, en los últimos tiempos, ha hecho tibias amenazas de ir por jugadores cotizados, pero todo ha quedado en rumores.
Luego de la dinastía que logró cuatro coronas entre 1996 y el 2000, cuyos pilares fundamentales eran productos del sistema de fincas de la organización (Derek Jeter, Mariano Rivera, Bernie Williams, Andy Pettitte, Jorge Posada, entre otros), la gerencia entró en una danza de los millones que terminó siendo una cadena de errores, malas contrataciones que no dieron los resultados esperados.
El dinero no compra campeonatos. Al menos, no siempre, aunque haya ejemplos de equipos campeones formados a golpe de chequera.
El equipo tiene comprometidos tan solo para el 2016, $157,2 millones en ocho jugadores: Alex Rodríguez, Brian McCann, Mark Teixeira, Chase Headley, C. C. Sabathia, Jacoby Ellsbury, Masahiro Tanaka y Carlos Beltrán.
Esa cifra supera la nómina completa que tuvieron Los Angelinos en 2015, el equipo con la sétima nómina más alta de todo el béisbol.
Entonces, los Yanquis necesitan salir de esos pactos, o al menos, de algunos de ellos, antes de poder lanzarse nuevamente a la caza en el mercado.
Teixeira y Beltrán se irán después de la próxima campaña y un año después les tocará a Sabathia y A-Rod.
Pero McCann y Headley estarán hasta el 2018 y a Ellsbury y Tanaka se los tendrán que comer hasta el 2020, a pesar de su inconsistencia y pobre salud que los ha llevado varias veces a la lista de lesionados.
Entonces, los seguidores de los Yanquis deberán tener mucha paciencia antes de ver una firma espectacular, de esas a las que nos tenía acostumbrados el equipo.
Cuando se vayan Teixeira y Beltrán, las arcas de los Yankees tendrán un alivio de poco más de $38 millones, mientras que el dinero disponible cuando ya no estén Rodríguez y C.C., será $46 millones.
Pero hasta que esa fluidez monetaria llegue, habrá que aceptar la idea, por ejemplo, de que Rob Refsnyder defenderá la intermedia, aunque el agente libre Ben Zobrist ajustaría muy bien en esa posición.
O que el jovencito dominicano Luis Severino sea apurado para ser el número uno en la rotación, ante las incógnitas que representan sus compatriotas Michael Pineda e Iván Nova, Tanaka y Sabathia.
Entretanto, se va cocinando en las fincas una horneada que encabeza el primera base Greg Bird, quien en su breve estancia en las Mayores se ganó las famosas rayas, emblema del equipo.
Bird, el jardinero Aaron Judge, a quien se le compara con Giancarlo Stanton y el cátcher dominicano Gary Sánchez, son algunos de los mejores prospectos, que recuerdan la generación gloriosa de los Posada, Jeter, Pettite y compañía.