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Zona de Franca Conversación

Pedro Oller poller@ollerabogados.com | Martes 11 octubre, 2011



Zona de Franca Conversación

La disciplina partidaria que la Presidente ha exigido de sus diputados a fin de conseguir que se apruebe el PACto fiscal, parece más propia de un régimen totalitario que de una líder republicana.
El PACto está lejos de la perfección y su conveniencia, aun reconociendo que el país necesita una reforma en materia tributaria, depende exclusivamente del texto que se va a aprobar, no de las carencias que lo motiven ni de las intenciones con que se propone.
El día de ayer, se realizó un foro titulado “Régimen de Zonas Francas: beneficio neto para Costa Rica” que arroja conclusiones que debería considerar necesariamente la Asamblea Legislativa de previo a reformar el régimen tributario que aplica a quienes están instalados bajo la aplicación de esa ley.
De primero, según datos aportados por Procomer, por cada $1 exonerado en Zona Franca hay $8 de beneficio neto para Costa Rica, en los últimos diez años según el BID esto representa $2,500 millones. ¿Cómo? Bueno, el régimen de Zona Franca aporta un 52% de la Inversión Extranjera Directa a Costa Rica. Las empresas ubicadas en Zonas Francas superan el 50% de las exportaciones totales del país. Por último, un 95% de los empleados de las empresas en Zonas Francas son costarricenses.
Costa Rica ocupa un precario puesto en el Indice de Competitividad Global y Doña Laura se había comprometido con el Plan Nacional de Desarrollo a hacer de la competitividad un derrotero, y así recuperar la posición de privilegio que en 2009 ocupamos únicamente por debajo de Chile para América Latina en la materia.
La actual ley de Zonas Francas apenas tiene dos años de aprobada. Un cambio repentino de reglas no solo genera inestabilidad para la inversión radicada en el país sino también, constituye un elemento negativo para la atracción de inversión extranjera directa nueva.
Lo decían, entre otros, Eugenio Gordienko de L3 Communications y Michael Forrest de Intel. Gordienko dejaba constancia de la necesidad de reglas claras frente a una situación actual que no las ofrece. Para Forrest, los cambios constantes de política crean incertidumbre y un ambiente poco deseable para nuevas inversiones. Sentenciando, que este tipo de variaciones pueden impedir que Intel siga creciendo en nuestro país.
No todo es malo y nuestra competitividad, así de depreciada, también descansa en otras virtudes como lo recalcaba Don Alberto Cañas en un Chisporroteo de la semana anterior: “(…) Alguna ventaja debe derivar Costa Rica de ser lo que es (o, lamentablemente de haber sido lo que ha sido)”. Precisamente esto último, de lamentarnos de haber sido lo que fuimos, es de lo que se trata. Ni somos tan buenos ni somos tan malos como para auto-engañarnos y emprender una ruta sin sopesar sus consecuencias.
No sorprende entonces que 9 de cada 10 costarricenses no sepamos para dónde vamos ni cómo quieren que lleguemos ahí.

Pedro Oller

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